Por Horacio Cecchi
Tiene 20 años, y aunque
vive en Villa Ballester curte look Zona Norte. Y aprovechando ese look
es que intentaba pasar inadvertido, perdido entre los perfiles de los
hijos de la paquetería sanisidrense. Pese a su edad, lo buscaban
dentro y fuera del país como ideólogo y líder de
la banda que secuestró al empresario Abraham Awada, aunque en su
currículum se suma un secuestro más por el que ya había
inaugurado los legajos internacionales de Interpol. El miércoles
por la noche, después de reconocerlo por una foto que la policía
encontró en la casa de su novia, Cristian Miguel Angel Bettiga
fue detenido mientras ponía en evidencia lo afecto que es a los
riesgos: lo descubrieron en plena exposición física, masticando
un combo en el McDonalds de Panamericana y Rolón.
El nombre de Bettiga apareció asociado al caso Awada, horas después
de la liberación del empresario. Su domicilio formal era la casa
de su padre, en Villa Ballester, pero desde principios de año nadie
lo hubiera encontrado allí: ya pesaba sobre él un pedido
de captura ordenado por el juez federal Claudio Bonadío por el
secuestro del hijo de un empresario, en la localidad de Billinghurst,
partido de San Martín.
Y del mismo modo que en el caso anterior, Bettiga vio aparecer su apellido
en los listados de Interpol, tras el pedido de captura internacional ordenado,
esta vez, por el juez federal Hugo Gurruchaga, a cargo del expediente
Awada. Paradójicamente, de Bettiga no había fotos, al menos
en poder de la Bonaerense, según reconoció a este diario
uno de los investigadores de la DDI de San Martín que participó
en su detención. O sea, la búsqueda se realizaba a ciegas,
quizás a oscuras, hasta el 19 de septiembre pasado. Ese día,
el mismo en que detuvieron a Carlos Gabriel Caccia, de 22 años,
en su casa de 11 de Septiembre al 5200, sospechado de haber sido el entregador
de Awada, se realizó un allanamiento en la casa de la novia de
Bettiga.
La joven, además de tener 17 años, tiene una curiosa proximidad
con la vivienda de Caccia: vive a la vuelta, sobre la calle Lafayette.
Claro que ese dato por sí solo no representa ningún indicio,
si no se le agrega que Caccia trabajaba como caddie en el Golf Club San
Andrés, el mismo del que es socio el empresario y de donde fue
secuestrado apenas al salir el 20 de agosto pasado. Después de
avanzar en la investigación, los investigadores detectaron que
el caddie Carlitos y la novia de Bettiga se conocían. Y obtuvieron
datos de que este último, como señaló un hombre de
la DDI de San Martín, lo envolvió en el asunto. El
caddie le dio letra sobre Awada, y Bettiga mismo participó del
secuestro.
Como ocurrió durante el allanamiento a la vivienda del caddie,
también en casa de la joven descubrieron algo más de 4 mil
pesos coincidentes con la numeración de los billetes de 100 y 50
pagados por la familia del empresario para su liberación. Pero
fue un detalle romántico el que aceleró la suerte de Bettiga:
apareció posando en una foto junto a su chica. A partir de entonces,
y al revés de lo que suele ocurrir en los casos policiales, al
nombre del sospechoso se le colgó un rostro.
En la zona donde vivía, en Ballester oeste, el look de Bettiga
se hubiera detectado a kilómetros de distancia reveló
uno de los investigadores.
¿Qué apariencia tiene?
No es por discriminar aclaró el hombre, pero
es un chico muy monono, blanquito, pelo castaño claro, cortito.
Se mandó guardar en la Zona Norte, donde le resultaba muy fácil
perderse entre los rubiecitos.
Por el momento, no está claro dónde se ocultó mientras
la Federal, la Bonaerense e Interpol lo rastreaban por todo el país
y el exterior. Lo cierto es que el miércoles pasado, a las nueve
de la noche, el rostro del rubiecito de la foto apareció masticando
sin empacho una hamburguesa, en el McDonalds ubicado dentro de la
estación de servicio de Rolón y la colectora de la Panamericana.
Lo reconocieron los de la DDI y enviaron un grupo a detenerlo. No se resistió,
ni le encontraron armas. Pero le detectaron algo más compremetedor:
120 pesos. El billete de 100 le quemaba en el bolsillo: coincidía
con la numeración del rescate.
El caso Awada, ahora nuevamente en secreto de sumario, tiene ya tres detenidos
y dos liberados: Bettiga se sumó al caddie Carlitos Caccia y a
Ana María Lazo, sospechada de haber ocultado al empresario en su
casa. Otros dos detenidos, una mujer y un hombre del barrio Santa Rita,
fueron liberados porque no fueron halladas pruebas en su contra.
Entretanto, Nicolás Díaz, Juan Gastiasoro y José
Benito Medina, siguen buscados con pedido de captura internacional y,
posiblemente, en todas las hamburgueserías del país.
CUATRO
ENTIDADES FUERON ASALTADAS EN UN SOLO DIA
Bancos con visitas no gratas
En un curioso y paradójico
día, cuatro bancos recibieron ayer visitas poco gratas, que concluyeron
con un saldo poco alentador para las estadísticas de la seguridad
y las finanzas: en tres de ellos, tres bandas se llevaron alrededor de
130 mil pesos. En el cuarto, los asaltantes fueron detenidos antes de
entrar, sin siquiera llegar a alcanzar el rótulo de tales. Los
tres bancos asaltados fueron el Francés, sucursal Quilmes; el BankBoston,
sucursal Flores, y el de Corrientes, en Mocoretá. El frustrado
tuvo lugar en el Banco de Boston, de Wilde. En Caballito, además,
hubo una falsa alarma.
El primero de los golpes ocurrió a las 9.40, en la sucursal del
Francés, ubicada en San Martín y Alem, de Quilmes. A esa
hora, tres hombres armados con pistolas 9 milímetros amenazaron
a los empleados y el público y recaudaron todo el dinero de caja,
hasta ese momento alrededor de 10 mil pesos. El robo duró escasos
minutos. Al salir, según testigos, los tres treparon a dos motos
que custodiaba un cuarto integrante de la banda. Los cuatro desaparecieron.
El segundo asalto tuvo lugar minutos después de las 13.30. En esta
ocasión, fueron dos los asaltantes que ingresaron a la sucursal
del BankBoston, ubicada en Rivadavia al 7300, en Flores. El golpe tuvo
las mismas características, pero al huir, en lugar de en motos
lo hicieron a pie.
La tercera en caer fue la sucursal del Banco de Boston, en Mitre al 6300,
de Wilde. Alrededor de las tres de la tarde, esta vez un trío se
apeó de un Falcon. A la policía le llamó la atención
aquello de querer entrar al banco con armas, aunque es posible que alguien
haya pasado el dato a los investigadores. Lo cierto es que antes de entrar
fueron detenidos. El cuarto y último sucedió en el Banco
de Corrientes, en la ciudad de Mocoretá. Tras el robo, los tres
ladrones fueron hacia el río Uruguay, donde treparon a una lancha.
El golpe hubiera sido el más sustancioso: 100 mil pesos. Pero,
perseguidos por la Prefectura, la lancha se dio vuelta. Dos de ellos,
de asaltantes pasaron a ser rescatados. El tercero se presume ahogado.
Por último, en Caballito y teniendo en cuenta la psicosis desatada
ayer, otro banco fue víctima de un asalto que jamás ocurrió
ya que, luego del operativo policial, se comprobó que fue una falsa
alarma, o una alarma que sonó en falso.
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