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UN HOMBRE ENTRO A UN PARLAMENTO REGIONAL Y MATO A 14 PERSONAS
Un baño de horror para los suizos

Fue la peor masacre en la historia
de Suiza: un hombre disfrazado de policía irrumpió en el Parlamento de Zug y disparó a mansalva. Mató a 14 e hirió a otros tantos. Estaba enojado por la manera en que las autoridades manejaron un conflicto suyo.

Algunos de los heridos esperan
ayuda poco después de la masacre
en el Parlamento de Zug.

Por Andrew Osborn *

Suiza se encontraba ayer bajo shock después de que un francotirador disfrazado de policía irrumpió en un parlamento regional y mató por lo menos a 14 personas, para luego suicidarse. Fue la peor masacre en la historia de Suiza. Según la información que se manejaba ayer, el motivo por el que el hombre, Friedrich Leibacher, de 57 años, produjo la masacre fue una disputa trivial con un conductor de ómnibus hace dos años. Al parecer estaba enojado con la manera en que el caso había sido manejado por las autoridades locales.
Los funcionarios del gobierno local de Zug, cerca de Zurich, estaban en plena sesión en la mañana de ayer cuando Leibacher entró a la cámara de audiencias, llamó a los políticos reunidos “bastardos” y abrió fuego con un rifle de asalto. Por lo menos tres miembros del gobierno regional y 11 del Parlamento murieron y otros 14 resultaron heridos.
Luego detonó una granada, que destruyó puertas y ventanas: el lugar quedó convertido en un escenario de destrucción, con cuerpos desparramados por el piso y sobrevivientes que suplicaban ayuda. “Duró unos tres minutos, como una ejecución”, dijo un sobreviviente, Hanspeter Hausheer, que es miembro de la Asamblea. “Cuando el hombre subió por las escaleras con uniforme policial, no pensamos que pasaba nada en especial. Al oír el primer disparo, nos sobresaltamos”.
Otros testigos dijeron que Leibacher también llevaba pistolas, varias cajas de municiones y explosivos. Su auto, estacionado cerca de allí, fue encontrado repleto de armas.
“El hombre recorrió todo el piso disparando a la gente”, dijo un periodista, Dominik Hertach, que estaba cubriendo la sesión de la Asamblea en ese momento. Viktor Schaech, un hombre que tiene un kiosco cerca del parlamento, dijo que fue un pandemónium. “Un caos total, fue horrible y todavía estoy bajo shock”. Antes de abrir fuego, Leibacher prometió matar a lo que se refirió como “La mafia de Zug” y dejó una carta detallando sus quejas contra las autoridades. La carta prometía “un día de furia para la mafia de Zug” y nombró a varias personas a las que objetaba, cuyos cuerpos fueron encontrados más tarde como parte de la masacre.
Los investigadores dijeron que la disputa había empezado dos años antes, cuando Leibacher había tenido una pelea con un conductor de ómnibus. Más adelante había procedido a insultar a todos los funcionarios del transporte, lo que llevó al departamento de Transporte a presentar una queja en su contra. La situación escaló luego hacia una vendetta, cuando Leibacher demandó alguna acción inespecífica de las autoridades. Recientemente se le dijo que no tendría lo que quería.
Los habitantes de Zug, una pintoresca ciudad sobre un lago, intentaban digerir anoche lo que había sucedido, mientras las autoridades analizaban la necesidad de endurecer las medidas de seguridad. El jefe del gobierno local, Hanspeter User, estaría gravemente herido. En el momento del ataque, la cámara estaba llena de legisladores, periodistas y miembros del gobierno.
Sin duda el incidente abrirá un debate sobre las laxas normativas suizas en torno a las armas, ya que la usada fue un rifle de asalto fabricado en Suiza y muy popular entre los integrantes del Ejército. Las leyes del país requieren que todo hombre mayor de 18 años esté disponible para un llamado del Ejército en tiempos de crisis y a los miembros de la milicia se les permite guardar las armas en sus casas. Los de menor rango tienen rifles de asalto, mientras que los oficiales tienen pistolas.
La población de Suiza –siete millones– no está sin embargo acostumbrada a la violencia y en el país las tasas de criminalidad son relativamente bajas. Aunque ha habido incidentes aislados de tipo similar en el pasado, ninguno de ellos provocó tal cantidad de muertes.
El presidente suizo, Moritz Leuenberger, estaba camino a la escena del crimen anoche. Dijo que se sentía “triste y shockeado” por la masacre.”Hasta hoy políticos en nuestro propio país no tenían que preocuparse por su seguridad personal. Eso deberá ser revisado ahora”, dijo. “Estoy tan shockeado que no encuentro palabras. Nuestra democracia y libertad están en cuestión”.
El alcalde de Zug, Christoph Luchsinger, tampoco podía poner en palabras sus emociones. La Cámara, dijo, se convirtió en “una terrible escena de horror: es imposible de imaginar. Tenemos que empezar a pensar cómo proteger a nuestras instituciones democráticas, porque esto ha sido un ataque contra la democracia”.

* De The Guardian, especial para Página/12.

 


 

LA VIOLENCIA INSPIRADA EN LA VIOLENCIA
El mundo teme la imitación

Por Raúl Kollmann

Las autoridades de seguridad del mundo entero están preocupadas, desde el 11 de septiembre, por lo que se llama el efecto simulación. Esto se debe fundamentalmente a que un fenómeno de un impacto tan impresionante como el de las Torres Gemelas o el del Pentágono desata impulsos de producir algo similar y no sólo por parte de los fundamentalistas. Lo ocurrido ayer en Suiza, aunque parece muy distinto, es parte de ese fenómeno que tiene en ascuas a las autoridades del mundo y también de la Argentina: un loco, impactado por lo que pasó en Estados Unidos, desata su violencia demente.
Tal como adelantó Página/12 en exclusiva al día siguiente de los ataques, en el Ministerio del Interior argentino se evaluaba el peligro de que se produzcan hechos conmocionantes, que desde la óptica oficial, no tendrían ninguna relación con el plan terrorista de Estados Unidos pero que se derivarían de la influencia de esos ataques.
u “Mire, cualquier fundamentalista que anda por el mundo, puede verse impulsado a realizar una acción. Vio la conmoción planetaria y quiere ser un héroe del mismo estilo –le dijo a este diario un encumbrado jefe de la Gendarmería–. Estamos tomando todas las precauciones.”
u “El gran problema que tenemos es que el peligro no sólo estará en los fundamentalistas, sino también en gente desequilibrada y que está en una crisis total de personalidad -.agregó el funcionario–. La idea de suicidarse en forma heroica, produciendo una masacre, queda ahora muy presente y puede concretarse en cualquier parte y con cualquier ideología o argumento. Contra eso, casi no hay defensa.”
Hoy en día, en Estados Unidos y los países europeos hay una verdadera paranoia por el supuesto peligro de un ataque bactereológico. Es cierto que la banda que atacó las Torres Gemelas y el Pentágono estuvo coqueteando con la idea de usar aviones fumigadores, pero el mayor temor que existe es que fundamentalistas sueltos o incluso locos de cierto nivel profesional -.biólogos, químicos– se lancen a protagonizar alguna acción de ese tipo.
Lo sucedido en Suiza podría ser parte del efecto simulación del que vienen hablando los especialistas. Es que el ataque en Estados Unidos fue el espectáculo más visto de la historia: imágenes sobrecogedoras que se transmitieron centenares de veces en pocos días e impactaron en la mente de todo el planeta. Una persona desequilibrada, enloquecida por lo que cree un conflicto con el Estado (suizo, en este caso), se lanza a suicidarse matando a sus enemigos. No tiene cómplices ni es parte de un gigantesco plan para secuestrar cuatro aviones y provocar siete mil muertos, pero lo hace a su manera: sale con el arma que tiene y mata a los que cree que el demonio.

 

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