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“CONFIANZA CIEGA”, EL REALITY SHOW DE LA INFIDELIDAD
Cuidado, alguien te vigila

Pese a la urgencia de la producción, las tres parejas encerradas en la casa del programa no cayeron aún en las trampas del sexo, pese a que han florecido ya varias relaciones con los "seductores"

Castro les pasa a los
participantes los videos de sus parejas.
El programa alienta la infidelidad, las tres parejas parecen resistirse.

Por Verónica Abdala

La excitación inicial de los participantes de “Confianza ciega” va dando lugar, con el paso de los días, al relato de sus historias personales, y a la descripción pormenorizada de los conflictos que arrastra cada una de las tres parejas concursantes. Ahora se sabe, por ejemplo, que a Rodrigo y a Roxana no los une mucho más que la certeza de saberse atractivos para el sexo opuesto, y que a Rubén le empiezan a “pasar cosas” con una de las seductoras... Ante la mirada impávida de Valeria, su novia, que cada noche, como los demás, sigue sus movimientos por televisión, acompañada por el conductor, Juan Castro. María Florencia y Juan Manuel, entretanto, todavía resisten los golpes de esos videos que apuntan claramente a desestabilizar la “confianza ciega” que cada uno siente por el otro, antes que a informarlos acerca de lo que hace o deja de hacer su media naranja en la casa de al lado. El rating sigue sonriéndole al programa, que promedia hasta aquí 13 puntos, lo que lo convierte en el más visto de Azul.
Las posibilidades de tener sexo que, en ese marco y sin descanso, les proponen los realizadores resultan por momentos arbitrarias y forzadas. Hasta ahora, los participantes y sus respectivos “seductores” se muestran más interesados en conocerse y entablar relaciones amistosas que en ir juntos a la cama. Más allá de las propuestas de la producción –que los incitan a bañarse juntos, por ejemplo, o a hacerse masajes–, los chicos empiezan a contarles a las “seductoras” sus historias de vida, dejando un poco de lado el entusiasmo que sus físicos les producía los primeros días. Y las chicas protestan cuando los muchachos pretenden seducirlas a toda costa. “Perdoname, negro, pero no te veo tan pelotudo”, le dijo Valeria a uno de los “seductores”, cuando éste se acercó hasta su cuarto con un ramo de flores en la mano. “A vos te mandaron.”
Casi al mismo tiempo, en la otra casa, Rubén lloraba en un jacuzzi relatándole a una de las "seductoras" las penurias económicas de su familia, mientras ella intentaba disimular las lágrimas. Hubo otras situaciones, más subidas de tono, en que se vio claramente que los productores están más atentos a explotar el posible componente sexual de las relaciones que a confiar en que el acercamiento natural de los participantes y los “seductores” pueda conducirlos a otro tipo de vínculos. Lo que, de hecho, está pasando.
Para comprobarlo bastó con ver el desayuno (absolutamente desprovisto de glamour, y a pleno sol) en que, por iniciativa de Castro, el tema fue “cuánto les gusta a los chicos que les metan el dedo en la cola” durante la práctica del sexo. “Ellos no lo van a admitir nunca”, explicó Roxana. “Pero en realidad les encanta.” O la escena posterior a la proyección de los videos en que los varones vieron a sus novias haciéndose arrumacos con los “seductores”: mientras Rubén estrellaba un almohadón contra el piso, desencajado de bronca, y Rodrigo intentaba superar la decepción de haber visto a Roxana haciendo topless en un jacuzzi junto a otros tres hombres, las “seductoras” les proponían bailar una danza caliente en los jardines de la casa, disfrazados de romanos.
El cóctel, aunque por momento algo grotesco, de todas maneras entretiene bastante más que los otros reality en pantalla, “Popstars” y “Gran Hermano”, que parecen deprimir a sus participantes. Si no, ¿cómo se explica que, como se vio hace unos días por DirecTV, que uno de los chicos hiciera referencia al pedido del Gran Hermano de que no se mostraran “tan tirados”?

 

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