Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


�El bandoneón es sensible como la piel de una mujer�

Daniel Binelli grabó junto a la Orquesta de Montreal, dirigida por Dutoit y actuará con ellos en esa ciudad y en el Carnegie Hall.

Daniel Binelli es uno de los
principales bandoneonistas.
El 27 tocará el “Concierto” de
Piazzolla en el Carnegie Hall.

Por Diego Fischerman

“No acepto ningún encasillamiento. Hago tango, claro. Conozco esa música y la amo. Pero no quiero ser considerado ‘un tanguero’ sino un músico.” Quien dice esto es bandoneonista, integró la Orquesta de Pugliese y el último sexteto de Piazzolla. Pero Daniel Binelli, también, fue parte del grupo Alas (que intentó gestar un rock de fuerte impronta porteña, entre 1974 y 1978), se atreve a improvisar sobre música de Ginastera junto a la pianista uruguaya Polly Ferman, a hacer música de cámara con el guitarrista Eduardo Isaac y a tocar junto a una de las mejores orquestas y con uno de los más destacados directores del mundo.
Este mes se edita, en Europa y Estados Unidos, el CD que registró para Decca con la Orquesta Sinfónica de Montreal conducida por Charles Dutoit. Con ellos actuará la semana próxima en esa ciudad canadiense y el 27 en el Carnegie Hall neoyorquino, en una noche de homenaje a la Argentina en la que también participará la pianista Martha Argerich. Y Binelli dice que “toda música necesita cambiar permanentemente; no puede quedar enquistada en un sólo lugar. Si se paraliza, se muere y allí no crece nada”. Admirador, sobre todo, de un músico que no tocaba el bandoneón, el armoniquista Hugo Díaz (“su fraseo demuestra que hay cosas mucho más importantes en el estilo que leer un papel; él no leía música y era un sabio”), Binelli cree que la personalidad de un bandoneonista se transmite inevitablemente a su instrumento: “El bandoneón es sensible como la piel de una mujer. Si se acaricia un botón suena de una manera, si se lo toca con énfasis o se lo golpea, suena de otra. Cada inflexión del propio cuerpo, de la propia respiración, pasa a formar parte del sonido. Por eso es que cada vez más improviso cuando toco. Me dejo librado a lo que siento en el momento. Incluso cuando toco con orquesta”.

 


 

ALBERTO LYSY EN BUENOS AIRES
“Hacer música juntos”

El violinista argentino Alberto Lysy, fundador de la Academia Menuhin de Suiza, está en Buenos Aires. Los motivos son dos. Por una parte, tocará el domingo a las 18.30, junto a la Orquesta de Cámara Mayo, en la sinagoga de Libertad 779. Por otra, está aquí para seleccionar becarios para ir a estudiar a Suiza. Tanto el concierto como la beca son patrocinados por la Fundación Kinor. Y el violinista remarca la importancia de la pedagogía y, sobre todo, “de hacer música juntos; eso falta en la Argentina y se nota”. Maestro de los instrumentistas que hoy ocupan los lugares principales en las orquestas locales, Lysy cree que “se debe formar a las nuevas generaciones. En un país que está tan deprimido como éste, hay que dar salida y oportunidad a la juventud”.
En el concierto del domingo, Lysy será solista de las célebres Cuatro Estaciones de Vivaldi y la orquesta tocará las Bagatelas de Dvorak, la Elegía de Jacobo Ficher y una composición tan bella como secreta, la Capriole Suite del inglés Peter Warlock. Colaborador de Menuhin desde que le pidió ser su alumno (“nunca di clases, pero si quiere venir a Gstaad, puedo hacer el intento’, me dijo Yehudi”), Alberto Lysy aprovecha la ocasión para recordar a otro grande, el recientemente fallecido Isaac Stern: “Es una gran pérdida para todos nosotros; toqué con él el Doble Concierto de Bach, en Suiza, y fue una experiencia inolvidable”.

 

PRINCIPAL