Por Diego Fischerman
No acepto ningún
encasillamiento. Hago tango, claro. Conozco esa música y la amo.
Pero no quiero ser considerado un tanguero sino un músico.
Quien dice esto es bandoneonista, integró la Orquesta de Pugliese
y el último sexteto de Piazzolla. Pero Daniel Binelli, también,
fue parte del grupo Alas (que intentó gestar un rock de fuerte
impronta porteña, entre 1974 y 1978), se atreve a improvisar sobre
música de Ginastera junto a la pianista uruguaya Polly Ferman,
a hacer música de cámara con el guitarrista Eduardo Isaac
y a tocar junto a una de las mejores orquestas y con uno de los más
destacados directores del mundo.
Este mes se edita, en Europa y Estados Unidos, el CD que registró
para Decca con la Orquesta Sinfónica de Montreal conducida por
Charles Dutoit. Con ellos actuará la semana próxima en esa
ciudad canadiense y el 27 en el Carnegie Hall neoyorquino, en una noche
de homenaje a la Argentina en la que también participará
la pianista Martha Argerich. Y Binelli dice que toda música
necesita cambiar permanentemente; no puede quedar enquistada en un sólo
lugar. Si se paraliza, se muere y allí no crece nada. Admirador,
sobre todo, de un músico que no tocaba el bandoneón, el
armoniquista Hugo Díaz (su fraseo demuestra que hay cosas
mucho más importantes en el estilo que leer un papel; él
no leía música y era un sabio), Binelli cree que la
personalidad de un bandoneonista se transmite inevitablemente a su instrumento:
El bandoneón es sensible como la piel de una mujer. Si se
acaricia un botón suena de una manera, si se lo toca con énfasis
o se lo golpea, suena de otra. Cada inflexión del propio cuerpo,
de la propia respiración, pasa a formar parte del sonido. Por eso
es que cada vez más improviso cuando toco. Me dejo librado a lo
que siento en el momento. Incluso cuando toco con orquesta.
ALBERTO
LYSY EN BUENOS AIRES
Hacer música juntos
El violinista argentino Alberto
Lysy, fundador de la Academia Menuhin de Suiza, está en Buenos
Aires. Los motivos son dos. Por una parte, tocará el domingo a
las 18.30, junto a la Orquesta de Cámara Mayo, en la sinagoga de
Libertad 779. Por otra, está aquí para seleccionar becarios
para ir a estudiar a Suiza. Tanto el concierto como la beca son patrocinados
por la Fundación Kinor. Y el violinista remarca la importancia
de la pedagogía y, sobre todo, de hacer música juntos;
eso falta en la Argentina y se nota. Maestro de los instrumentistas
que hoy ocupan los lugares principales en las orquestas locales, Lysy
cree que se debe formar a las nuevas generaciones. En un país
que está tan deprimido como éste, hay que dar salida y oportunidad
a la juventud.
En el concierto del domingo, Lysy será solista de las célebres
Cuatro Estaciones de Vivaldi y la orquesta tocará las Bagatelas
de Dvorak, la Elegía de Jacobo Ficher y una composición
tan bella como secreta, la Capriole Suite del inglés Peter Warlock.
Colaborador de Menuhin desde que le pidió ser su alumno (nunca
di clases, pero si quiere venir a Gstaad, puedo hacer el intento,
me dijo Yehudi), Alberto Lysy aprovecha la ocasión para recordar
a otro grande, el recientemente fallecido Isaac Stern: Es una gran
pérdida para todos nosotros; toqué con él el Doble
Concierto de Bach, en Suiza, y fue una experiencia inolvidable.
|