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La guerra de los niños, tras 40
minutos que conmovieron al mundo

Ayer se cumplió un año del inicio de la intifada, que tiene un saldo de más de 750 muertos. Aquí, el retrato de la familia al-Durrah, cuyo hijo es el símbolo de la revuelta palestina.

Niños palestinos y libaneses
levantan en Beirut la foto más famosa: Mohammed al-Durrah y su padre.

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Franja de Gaza

Sobre la pared de la casa, en una callejuela arenosa llamada Calle de los Mártires, hay una versión palestina de la Pasión, pintada con spray: un padre, acunando a su hijo moribundo en sus brazos, ambas figuras con pinceladas negras y rojas representando balas y sangre. Este es el hogar de la familia al-Durrah, gente común transformada en modernos iconos de hoy cuando su hijo, Mohammed, fue muerto por disparos de soldados israelíes en los primeros días de la revuelta palestina, el año pasado. Mohammed tenía 12 años cuando fue asesinado el 30 de septiembre, dos días después de comienzo de esta segunda intifada. A las pocas horas, el mundo conocía los últimos 40 minutos de su vida, capturados por un cameraman palestino para la televisión francesa: la máscara de terror en la cara del niño, las convulsiones del cuerpo con cada nueva andanada de balas y luego la caída lenta de la mano del niño, sostenida por su padre, Jamal.
Jamal al-Durrah y su mujer, Amal, han quedado inmersos en esas escenas desde entonces. Su living está empapelado de imágenes de Mohammed: refugiándose en los brazos de su padre en posters de propaganda, sonriendo en fotos de bebé, serio en un gran retrato en pasteles donado por un artista egipcio. Su muerte es emitida sin pausa por la televisión palestina, que es casi como un miembro extra de la familia, y su corta vida fue revivida hasta en los mínimos detalles por incontables reporteros, equipos de televisión y dignatarios que llegaron hasta esta casa, atraídos por el culto del primer niño mártir de la intifada. “Siento como si se hubiera muerto ayer”, dice su madre, Amal. El alboroto alrededor de la casa hace imposible un diálogo íntimo con ella, pero de todas maneras entra en un diálogo profundo y confiesa que la reconforta la celebridad póstuma de Mohammed y que se encuentra irresistiblemente atraída por las imágenes de su muerte. “Aún cuando son imágenes horribles, era mi hijo y todavía me gusta mirarlo”, dice. “Todo el mundo vio a Mohammed, y todas las madres sintieron que este niño era su hijo. Cuando murió, despertó al mundo, así que creo que valió la pena”.
El padre de Mohammed, Jamal, fue herido por 12 balas. Estuvo cuatro meses en un hospital jordano, de donde salió con la mano derecha fulminada, un ligero renqueo y un fuerte sentido de su misión. “Creía en la lucha antes de la muerte de Mohammed”, dice. “La principal diferencia es que me convertí en un embajador para contarle al mundo sobre nuestra lucha”. Esto llevó a los al-Durrah, que sólo habían dejado la franja de Gaza en una ocasión antes de la muerte de Mohammed, y que todavía no poseen teléfono, a Egipto, Argelia, los Emiratos Arabes Unidos y a la Conferencia de la ONU contra el Racismo, el mes pasado en Sudáfrica. Su hogar, un refugio con un techo de cartón corrugado, está apenas amueblado con sillas de plástico y divanes de madera en mal estado.
Pero hay informes que han recibido miles de dólares de benefactores del mundo árabe, además de la obligatoria pensión de 220 dólares al mes pagada por la Autoridad Palestina a las familias de las víctimas, y el cheque por 10.000 dólares de Saddam Hussein. Algunas de estas donaciones pagaron la lápida de mármol para Mohammed. Campesino desempleado antes de la muerte de su hijo, Jamal medita acerca de establecer una fundación para niños discapacitados, o quizás un fondo para becas para estudiantes universitarios que carezcan de medios. Mientras hablan, sus seis hijos sobrevivientes se pelean entre sí y gritan, pero no logran atraer la atención de sus padres. El vecino dice que estuvieron muy excitados durante todo el año.
La celebridad, y la comprensible amargura por la muerte de Mohammed, también endureció el corazón de los al-Durrah ante cualquier posibilidad de un compromiso con Israel. Para Jamal, la masacre de Nueva York y Washington del 11 de septiembre fue producto del servicio secreto israelí, Mossad, una teoría sobre la que está dispuesto a explayarse. Ante la pregunta si están dispuestos a aceptar un Estado palestino compuesto porCisjordania y Gaza con los israelíes como vecinos, ambos contestan: “Debemos tener a toda Palestina”.
Ayer se cumplió exactamente un año desde el comienzo de la violenta intifada, que ocurrió después de la provocativa visita del entonces líder de la oposición, Ariel Sharon, al lugar más sagrado de Jerusalén, reverenciado por los musulmanes como el Haram as-Sharif y por los judíos como Monte del Templo, lugar de dos destruidos templos bíblicos. Desde entonces, más de 750 personas han muerto, incluyendo montones de niños, árabes y judíos, muchos mucho más jóvenes que Mohammed.
El lugar donde fue muerto, en el cruce de Netzarim, un cruce de caminos presidido por una posición del Ejército israelí, está irreconocible. El barril de concreto donde buscaron refugio Mohammed y su padre fue destruido por el Ejército israelí pocos días después de su muerte, junto con una choza que pertenecía a las fuerzas de seguridad palestinas. Dos bloques de departamentos que miraban hacia el campo del Ejército israelí fueron derribados más tarde. En el páramo que queda, hay un único tanque israelí y un nido de ametralladoras justo frente al lugar donde fue asesinado Mohammed.
¿Para qué sirvió hasta el momento la revuelta palestina? “No hay soluciones políticas en danza, ahora que entramos al segundo año de la intifada”, dice Hussain Sheikh, uno de los jefes de la organización Al Fatah de Yasser Arafat en Cisjordania. Dice que el levantamiento logró tres objetivos amplios: despertó a la comunidad internacional sobre la lucha palestina contra la ocupación de Israel de Cisjordania y Gaza; puso en claro que Israel no está dispuesto a hacer penosas concesiones para un acuerdo pacífico en la disputa de Medio Oriente; y trajo una renovada mirada al rol de los asentamientos ilegales judíos en Cisjordania y la franja de Gaza como los principales puntos del conflicto. Lo que Sheikh no dice, sin embargo, es que el principal logro de la intifada se logró con las imágenes de la muerte de Mohammed, cuando la simpatía internacional por los palestinos estaba más alta que nunca. El impacto de esas imágenes fue reconocido por las autoridades israelíes. Desde entonces, el Ejército trató de dar una explicación alternativa de la muerte de Mohammed, como que él y su padre en realidad fueron alcanzados por fuego palestino.
La muerte de Mohammed no evitó que otros niños murieran. Para cuando los primeros periodistas llegaron al hogar de los al-Durrah, la intifada había cobrado una víctima aún más joven que Mohammed: Sara al-Hag, una gordita de dos años con rulos color cobre, muerta en su pueblo cerca de la ciudad de Nablus, en Cisjordania. Por el contrario, el asesinato de niños de alguna manera definió a la intifada, alimentando el culto del martirio que envolvió a niños muertos cuando le tiraban piedras a tanques israelíes, y más ominosamente, los bombardeos suicidas llevados a cabo en docenas de ataques sobre civiles judíos. También provocó una macabra competencia entre árabes y judíos para adjudicarse las víctimas más jóvenes en la intifada. Según el Grupo Palestino de Monitoreo de los Derechos Humanos, 140 de las víctimas palestinas de la intifada eran menores de 18 años, un cuarto de la totalidad de los muertos. El grupo israelí de derechos humanos, B’Tselem, cuenta 127 menores entre los muertos. Veintiocho niños israelíes murieron, incluyendo 22 que volaron en los atentados suicidas dentro del Estado judío. Ayer, hubo una muerte más: un joven palestino de 16 años que lanzaba piedras fue alcanzado en la cabeza por soldados israelíes en la franja de Gaza, a tres millas del lugar donde Yasser Arafat y el canciller israelí, Shimon Peres mantenían conversaciones sobre el cese de fuego.
Mohammed al-Durrah tiene ahora su contraparte icónica en una beba judía, Shalhavet Pass, que fue muerta por disparos palestinos en su cochecito en las puertas de un asentamiento judío en Hebrón. Tenía 10 meses de edad. El rostro redondo de Shalhavet ahora mira desde los websites, remeras y amuletos producidos por los colonos de Hebrón en su memoria. Sin embargo, la víctima más joven judía de la intifada es Yehuda Shoham, de cincomeses, que murió de las heridas provocadas por una piedra tirada contra el automóvil de su familia cerca del asentamiento de Gilo, en Cisjordania, el 6 de junio. La víctima más joven palestina no murió por los soldados israelíes, sino por judíos extremistas. Diya Tmeizi, un bebé de tres meses, que nació después que sus padres hicieran un tratamiento de fertilidad, fue asesinada junto con otros dos palestinos cuando su automóvil estuvo bajo fuego, de regreso de un casamiento en el pueblo de Idna, cerca de Hebrón, el 20 de julio de este año.
Otros niños murieron sin ser recordados, como lo hizo el principal actor en el drama que rodea la muerte de Mohammed al-Durrah: el chofer de la ambulancia, Bassem al-Bilbeisi, que murió cuando le dispararon mientras trataba de rescatar al padre y al hijo. “Escuché que la familia de alDurrah recibió dinero y se hizo famosa ahora”, dice Hanan al-Bilbeisi, su viuda, que dice que ella y sus 11 hijos se han visto reducidos a la penuria por su muerte. “Sé que el dinero no es una compensación por la pérdida de un niño, pero me hubiera gustado que me hubieran dado la oportunidad de decir lo que pensaba en los medios. Mi marido también merece ser conocido.”

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

Claves

- Ayer los palestinos conmemoraron el aniversario de su actual intifada contra Israel, que comenzó cuando el entonces líder opositor israelí, hoy premier, Ariel Sharon visitó la musulmana Explanada de las Mezquitas.
- La jornada de ayer terminó con ocho muertos palestinos: cinco en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes, y otras tres en una explosión de origen desconocido en Rafah, en la franja palestina de Gaza.
- Mientras tanto, en el marco del hipotético cese del fuego acordado por el líder palestino Yasser Arafat y el canciller israelí Shimon Peres, oficiales de seguridad de ambas partes se reunieron por primera vez en dos meses, con la presencia de la CIA norteamericana. Ambas partes están bajo una fuerte presión norteamericana para llegar a un acuerdo, ya que de esto depende, en parte, la participación de estados árabes en la coalición de guerra.
- Según una encuesta del Jerusalén Media Centre, el 85 por ciento de los palestinos se manifestaron a favor de continuar la intifada.

 

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