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Las mentiras verdaderas que la
realidad aprendió de Hollywood

Los videoclubes están plagados de películas producidas para exaltar el patriotismo en los Estados Unidos. Hoy adquieren otro sentido.

“Armageddon”, como metáfora
de una posible guerra química.
En Estados Unidos, nadie quiere
saber nada con este tipo de films.

Por Horacio Bernades

A fines del siglo XIX, todavía podían formularse epigramas sutiles y sofisticados como “La vida imita al arte”. De haber nacido un siglo más tarde, es posible que Oscar Wilde no hubiera tenido tiempo ni voluntad para semejantes delicadezas. De haber estado el 11 de setiembre de 2001 frente al televisor, tal vez hubiera cambiado su célebre epigrama por alguno más crudo y directo, como “El horror imita a Hollywood”. Se repitió, no sin razón, que las imágenes transmitidas por televisión ese día y los siguientes conocían, como única referencia previa, la iconografía hollywoodense. No es ninguna novedad que la Fábrica de Sueños y Pesadillas modela el imaginario colectivo. Lo que la jornada del 11 de setiembre arroja como novedad es que Hollywood parece también capaz de modelar, con anticipación, los acontecimientos futuros. Bastará con acercarse a cualquier videoclub para constatarlo.
No hace falta ir hasta el anaquel de “documentales”. Se puede empezar por el de cine-catástrofe, género bastardo, súbitamente devenido de anticipación. Véase por ejemplo el incendio de un rascacielos en Infierno en la torre, con sus víctimas atrapadas y bomberos al rescate, y compáreselo con lo que mostró la CNN aquel terrible martes. Otro producto igualmente elemental en términos dramáticos, Avión presidencial (LK-Tel), es casi la única referencia posible –junto con Duro de matar 2, editada por Gativideo– a la hora de imaginar qué podría pasar a bordo de un avión secuestrado, con tripulantes y terroristas librando una lucha a muerte en pleno vuelo. Si de aviones se trata, en Mentiras verdaderas (AVH) la nariz de uno se estrellaba contra un rascacielos. Lo tripulaba, para más datos, un demente terrorista árabe.
Viendo la televisión ese día, ¿alguien dejó de recordar la destrucción de la ciudad de Nueva York y las multitudes corriendo aterradas por Manhattan, en una película tan poco sospechosa de realismo como Godzilla (LK-Tel)? Al ver un ala del Pentágono en llamas, ¿hubo quien no evocara aquel rayo que, en Día de la Independencia (LK-Tel) pulveriza la Casa Blanca, entre otros edificios públicos? El papel de héroe mesiánico que George W. Bush acaba de diseñar para sí, ¿no parece construido a la medida del presidente de la Nación que en esa misma película encarnaba Bill Pullman, liderando la revancha patriotera desde un cazabombardero? Si Duro de matar 3 (Gativideo) y El pacificador (AVH) instalan el terror en plena Nueva York, Contra el enemigo (Gativideo) avanza un paso más y le da procedencia musulmana. Reglas de combate (AVH) se ocupa de echar toda la leña al fuego, presentando a niños y mujeres de Yemen del Sur como asesinos inescrupulosos, contra quienes conviene disparar a granel, sin detenerse a pensar.
La paranoia a escala planetaria que diarios y televisión multiplican hoy, ante la inminencia, real o imaginada, de un ataque a gran escala sobre la Tierra (o Estados Unidos, que para el género es lo mismo), fue anticipada por los invasores de otro planeta que el cine de ciencia ficción desparramó desde los ‘50 para acá. Los meteoritos acercándose a toda velocidad por el espacio, y su choque inminente, en películas como Armageddon (Gativideo) o Impacto profundo (AVH) parecen, hoy, metáfora de las armas químicas, biológicas o nucleares con las que “El Enemigo” estaría por rociar las capitales del “Mundo Libre”. En cuanto a sus posibles consecuencias, tal vez convenga revisar el subgénero “virus sueltos”, representado por películas como Epidemia (AVH).
El maniqueísmo que preside estas ficciones parecería obra del mismo guionista que escribió los recientes discursos del presidente Bush, con sus apelaciones al Bien y el Mal y su tácita insinuación de que Dios se puso la camiseta de las barras y estrellas. El halcón militar que encarna Bruce Willis en Contra el enemigo, listo para convertir la amenaza terrorista en trampolín para el estado de sitio, anticipa la estrategia actual de sus colegas, no sólo en Estados Unidos sino aquí mismo. Por otra parte, la manipulación de imágenes que agentes del Pentágono y productores de Hollywood practican sin complejos en una película como Mentiras que matan (AVH) parece el antecedente directo de esos palestinos que no se sabe si celebraban el atentado contra las Torres Gemelas o un episodio de la Guerra del Golfo.
Lo que no se encontrará en ninguna de estas películas, claro, es el sufrimiento del enemigo, las víctimas inocentes del otro lado, el exterminio en campo contrario. Hollywood edita sus imágenes con el mismo criterio que la CNN. La diferencia es que transmite los hechos antes de que ocurran.

 

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