EL REGRESO DE
LOS FANTASMAS DE LA SEGURIDAD NACIONAL La anunciada creación de un superconsejo de seguridad y defensa violaría las dos leyes respectivas vigentes y, sobre todo, no serviría para nada, porque las amenazas no son militares. El Senado sigue avanzando con la ley de inteligencia nacional, que asigna a la SIDE y no a las Fuerzas Armadas la inteligencia y contrainteligencia sobre actividades de espionaje, sabotaje y/o terrorismo. La Argentina enviaría fuerzas de paz a Bosnia y Estados Unidos liberaría así tropas propias para sus preparativos bélicos. Generalizado consenso político contra cualquier reciclaje de la doctrina de la Seguridad Nacional.
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Por Horacio Verbitsky Hay niebla, cae rocío
y se escuchan pájaros, animales e insectos inimaginables.
El monte es resbaloso, cubierto de vegetación. Se trata de una
misión de riesgo. Algo cae de una liana y el grupo se frena.
Cruje una rama a la derecha. Falsa alarma. Hay que seguir el descenso,
tomándose de las ramas y evitando hundirse en el barro rojizo.
El terreno parece impenetrable y es casi imposible de controlar. El ruido
de la naturaleza es capaz de enloquecer a un extraño.
Deben marchar en fila y tocar al compañero de adelante para
no perderse. Y evitar el pánico. Ocurre que la razón
ya no distingue entre un ladrido y el croar de una rana y la imaginación
da vida a seres mitológicos. Perdidos en la niebla El gobierno nacional no parece mejor orientado que los gendarmes, con
las caras pintadas en plena noche y aferrados a sus armas,
tal vez para no caerse, como Ramón Mestre y Enrique Mathov, de
traje y corbata en la lancha de la Prefectura. La convocatoria al Consejo
de Seguridad regional en Puerto Iguazú fue la última de
una serie de sobreactuaciones iniciada el mismo martes 11. Abrumados por
el calor, los ministros no tenían ni siquiera una agenda de los
temas a tratar y su mayor preocupación era qué decir a los
periodistas que aguardaban del otro lado de la puerta. El miércoles,
el presidente Fernando De la Rúa dijo que no propiciaba asignar
misiones de inteligencia interior a los militares pero anunció
la creación de un Consejo de Seguridad y Defensa, que conduciría
en persona, asistido por los ministros Mestre y Horacio Jaunarena, quienes,
como es notorio, no se ponen de acuerdo en nada y que sería integrado
por los jefes de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Falso dilema Para el ex ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa, Oscar Camilión,
lo que se plantea es un falso dilema ya que no es mucho
lo que la inteligencia militar podría aportar a la Policía
Federal y la Gendarmería. La Triple Frontera es peligrosa,
pero lo único razonable sería mejorar la SIDE y la
coordinación con Brasil y Paraguay, que hasta ahora han sido renuentes,
dice. Para Camilión no parece presumible que haya hechos
que se desarrollen en el país que puedan requerir un replanteo
de las funciones de las Fuerzas Armadas en el aspecto de inteligencia.
Un problema de eficacia El ex jefe de gabinete de ministros, Rodolfo Terragno, advierte sobre el riesgo de un deterioro del poder civil y del orden jurídico que al mismo tiempo implicaría una degradación de las Fuerzas Armadas. Como Camilión, Terragno también detecta un problema de eficacia. La inteligencia antiterrorista nada tiene que ver con la lógica de fuerzas que dominan territorios y confrontan en número de efectivos y poder de fuego. Por el contrario, añade, los países que enfrentan al terrorismo, como Israel o los propios Estados Unidos, no dejan la inteligencia en manos de las Fuerzas Armadas. El candidato a Senador por la Alianza gobernante discrepa con la creación de nuevos organismos que llamen la atención, cuando lo que se impone es muy bajo perfil e ir ajustando clavijas en sitios clave como los organismos de control de migraciones y fronteras y combatir la corrupción y los lobbies por los cuales todavía hoy no hay ni radares para el control del narcotráfico sudamericano y el terrorismo del Medio Oriente, ni seguridad en los pasaportes. A su juicio las presiones que se observan en la Argentina para replantear el rol castrense están entroncadas con la doctrina de la Seguridad Nacional, para la que ahora se busca un enemigo sustitutivo. En una línea similar de razonamiento, el senador justicialista Augusto Alasino presentó el viernes un proyecto de declaración en el que el cuerpo declara su preocupación ante cualquier iniciativa que promueva la participación de la inteligencia de las Fuerzas Armadas en el sistema de seguridad interior. En sus considerandos, Alasino recuerda que con las leyes de defensa y de seguridad interior dejamos atrás los postulados ideológicos de la doctrina de la Seguridad Nacional que permitió la represión ilegal y la persecución ideológica y cuya aplicación aquí y en el resto del continente condujo a la sanción de la Convención sobre la Desaparición Forzada de Personas, con rango constitucional desde 1997. Plantear nuevas hipótesis de participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones de política interna, implica un retroceso inconcebible para la Nación,incompatibles con el estado de derecho que tanto esfuerzo implicó a nuestra sociedad. Remilitarización Luego de su visita al Congreso, Jaunarena había declarado que la Defensa comprendía todas las acciones necesarias para brindar seguridad, una confusión grosera en alguien con tantos años de experiencia en el área. El jueves, en otra demostración de la deficiente lectura oficial de las leyes vigentes, De la Rúa sostuvo que el carácter externo de una eventual agresión exige la participación de las Fuerzas Armadas. Es obvio que el origen geográfico de una agresión real o potencial no puede constituir el único parámetro para designar los recursos del Estado a cargo de la respuesta. También debe tomarse en cuenta el carácter de la amenaza. Como dijo en un reportaje publicado aquí el asesor de la comisión de Defensa del Senado y profesor de la Escuela de Defensa Nacional, Luis Tibiletti, el agujero en la capa de ozono es una amenaza exterior, pero a nadie se le ocurriría enfrentarla a cañonazos. Tampoco las redes financieras o los agentes químicos o bacteriológicos pueden ser batidos con medios militares, salvo que se pretenda convertir a la sociedad en un campamento castrense, tal como ocurrió durante la década de 1970, cuando los militares controlaban desde la radiodifusión hasta los programas de estudios en los colegios, la salud pública, las fuerzas de seguridad y las relaciones exteriores. En Estados Unidos, el presidente George W. Bush creó luego de los atentados una secretaría de seguridad interior, encargada de coordinar los esfuerzos de 46 agencias dependientes de los ministerios de Economía, Salud, Defensa, Agricultura, incluyendo al FBI y al organismo de prevención de emergencias federales. Pero a nadie se le ha ocurrido que esa sea una responsabilidad militar. Bancarrota Tal vez por ello, la ofensiva de Jaunarena para devolver a las Fuerzas
Armadas algunas de las misiones que ejercieron durante la dictadura militar,
sólo ha obtenido la adhesión del presidente de la comisión
de Defensa de la Cámara de Diputados, el justicialista Miguel Toma,
quien de este modo reniega del único aporte del que podía
jactarse en dos décadas de vida parlamentaria, se declara en bancarrota
política y se aísla de su propio partido. Ya al presentar
su plan de absorción de la Prefectura por la Armada, Jaunarena
había afirmado que contaba con el visto bueno de Toma. La reacción
del justicialismo fue tan firme que Toma se desdijo de lo acordado con
el ministro. Pero la semana pasada su defensa de la remilitarización
provocó un fuerte choque con su compañero de bancada y ex
gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, un ex preso político
bajo la dictadura militar. Los cambios Los cambios introducidos en comisión han sido mínimos,
y ninguno desvirtúa la nítida separación entre Defensa
y Seguridad. Los agregados se reproducen en negrita: Yo, alemán La nítida oposición del canciller Adalberto Rodríguez Giavarini al involucramiento argentino en cualquier campaña militar no difiere de la que el ministro alemán de Defensa sostuvo en la última reunión de la OTAN. Ninguna de esas posiciones es incompatible con la decisión que ambos gobiernos sostienen, de no permanecer neutrales en el enfrentamiento contra el terrorismo. Por el contrario, la semana que comienza mañana podrá ver un modo de participación coherente con ambos postulados. Según una fuente diplomática, Estados Unidos solicitará a la Argentina el envío de un contingente del Ejército a Bosnia. Allí los bandos que se enfrentaron en una cruel guerra civil sobre líneas étnicas, se mantienen separados por fuerzas de paz de las Naciones Unidas. Estados Unidos ofrecerá pagar los gastos que erogue el contingente argentino para las fuerzas de paz, en una zona en la que han actuado desde hace años. Esto permitiría a Washington liberar a las tropas norteamericanas asignadas a Bosnia y derivarlas a un teatro de operaciones bélicas en Medio Oriente o Asia. La disponibilidad argentina para las misiones de paz es amplia y se podría enviar un alto número de efectivos, sostuvo un funcionario del gobierno. Un diplomático europeo enterado de esta posición contó un chiste que fue muy popular en la década de 1960. Un viejito toma el fresco a la puerta de su casa en Praga. Un chico pasa corriendo y anuncia a los gritos: Los rusos van a la Luna. El viejito pregunta, ilusionado: ¿Todos?. Errata: En la edición del domingo pasado se mencionó al jefe de gabinete de la Cancillería, Pedro Villagra, como justicialista. Villagra es radical.
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