Por Laura Vales
Desde
Ciudad del Este
Las calles de Ciudad del Este
están militarizadas. Caminar por la zona más crítica
de la Triple Frontera es toparse en cada cuadra con uniformes y armas
largas; se los puede ver custodiando la zona bancaria, entre las tiendas
que venden ropa de marca falsificada en la frontera con Foz de Iguazú,
hasta en las puertas de las gomerías que se suceden sobre la ruta.
El número de efectivos armados no dejó de crecer desde el
11 de setiembre. Ciudad del Este respondió así a los reclamos
de mayor control planteados por la administración norteamericana.
Pero en estas calles donde no hay nada que no se pueda comprar o vender,
el primer round en la lucha contra el terrorismo ya estaba perdido antes
de empezar: el jefe de la Policía Antiterrorista del Paraguay,
Joaquín Pereira, que apenas 10 días después de los
atentados encabezó los operativos contra los libaneses y sirios
sospechosos de la triple frontera, acaba de ser destituido
a las puertas de un escándalo por presuntos pedidos de coimas a
los mismos árabes que investigaba. En esos extremos se define la
vida de una ciudad donde todos buscan, sin encontrar, células dormidas
del fundamentalismo islámico.
Cada vez que hay un atentado, en cualquier parte del mundo donde
ocurra, yo me preparo para recibir periodistas por decenas se queja
Héctor Guerín, director del diario La Vanguardia. Guerín
dice que lleva en la profesión 18 años y que lo único
que quisiera antes de jubilarse es que alguien descubra a un terrorista
de Ciudad del Este.
Parece molesto por tanta visita, pero a su manera se divierte. Esta semana
habló con una quincena de colegas llegados desde distintos puntos
del planeta. A él le gusta contar que en Ciudad del Este ya vio
casi de todo: tráfico de todo lo que se pueda traficar, venta de
autos robados, falsificación de documentos, lavado de dinero. Pero
de la presencia de terroristas locales, a pesar de la actividad de las
brigadas antiterroristas, todavía nada. En la calle, en cambio,
más que escepticismo se palpan miedos concretos. Los paraguayos
y brasileños de la Triple Frontera hablan recurrentemente de la
posibilidad de que la represa de Itaipú sea elegida como blanco
de un atentado.
Miedos y chantajes. En estos días a los turistas no se les permite
ni acercarse al lugar y se reforzó su custodia. El primero en dar
la alarma fue el Consejo de Nacional de Seguridad del Brasil, que emitió
un documento preventivo y prohibió las visitas. Paraguay decidió
tomar la misma medida.
Si vuelan la represa, acá todos nos morimos ahogados,
explica Miguel Barrios mientras maneja su remise camino al centro de la
ciudad. Barrios admite que últimamente está pensando más
de lo que quisiera en el tema. Con una lancha grande cargada
de explosivos les alcanza, por más custodiado que tengan todo.
Barrios ya desarrolló, aun sin quererlo, una lista de posibilidades
de ataque que siguen patrones parecidos.
Ahmed Khalil Chams nació en el Líbano. Se radicó
en la Triple Frontera hace casi 20 años, y es el actual presidente
de la cámara de comercio árabe-paraguaya de Ciudad del Este.
Pero hoy no está a la vista: se escondió en algún
lugar de Foz de Iguazú, desde donde acusa a la policía antiterrorista
de extorsionarlo. Su abogado, Gerardo López, hablará por
él.
La investigación de la policía antiterrorista a cargo del
comisario Pereira comenzó con allanamientos simultáneos
el viernes 21, diez días después de los atentados, cuando
sus hombres entraron a una treintena de comercios árabes en Encarnación
y Ciudad del Este. Se informó entonces que se seguían pistas
vinculadas con los terroristas.
Encapuchados y armados con ametralladoras, los policías antiterroristas
dieron vuelta los negocios y se llevaron 16 detenidos. Seis recuperaron
la libertad de inmediato; a otros trece se les encontraron documentos
falsos,se presume que tramitados con la complicidad de personal del Ministerio
del Interior. Hasta hoy, sin embargo, no han surgido indicios que vinculen
a los detenidos con el terrorismo.
Ahmed Khalil Chams fue uno de los allanados. Asegura que le pidieron una
fuerte suma de dinero a cambio de no crearle problemas, que
tiene pruebas de la extorsión y que no es el único árabe
que está recibiendo ese tipo de exigencias; el comerciante pidió
contactarse con el FBI. Las pruebas todavía no aparecieron, pero
el comisario Pereira se quedó sin su cargo de jefe antiterrorista.
La versión oficial del gobierno es que se maltrató
sin justificativo a ciudadanos de origen árabe.
Delante de todos los ojos. En su época de oro, Ciudad del Este
llegó a mover 12 mil millones de dólares anuales. El contrabando,
la piratería, el negocio de las falsificaciones, el lavado de dinero
son los motores principales de su economía. El subsecretario de
antiterrorismo del Departamento de Estado, Steven Monblatt, aseguró
que Estados Unidos no tiene dudas de que grupos terroristas usan
la región (de la Triple Frontera) para financiarse por medio del
contrabando. Las declaraciones de Monblatt fueron publicadas por
el diario Folha de Sao Paulo en su edición del viernes. Monblatt
mencionó como otro de los mecanismos de financiamiento el
uso de instituciones de caridad.
Al subsecretario le gustaría saber que la prueba más contundente
de que no se controla absolutamente nada acaba de producirse hace cuatro
días. Un camión de carga con mil doscientos kilos de marihuana
en su acoplado atravesó esa frontera, a través del puente
internacional, sin que nadie notara algo fuera de lo normal. El camión
fue interceptado en Foz de Iguazú porque la policía brasileña
tenía un dato de inteligencia, detalló el comisario
Joaquín Mezquita, y lo estaban esperando.
Para pasar de un lado a otro de la frontera ese voluminoso cargamento
ilegal no hicieron falta vuelos ilegales, ni pistas de aterrizaje clandestinas,
ni elaboradas maniobras de distracción. El tránsito de personas
con la excepción del lado argentino es igualmente sencillo.
No hay que registrarse, ni mostrar un documento, ni mostrar el equipaje,
ni llenar ningún papel: solamente se cruza el puente, caminado
al costado de las dos aduanas.
Página/12 pasó de esta manera las dos fronteras. Al entrar
en territorio paraguayo un policía pareció estar cerca de
pedir documentos.
Si son periodistas dijo señalando con el índice
la cámara fotográfica tienen que registrarse.
Por detrás del policía, adolescentes delgados cargando cajas
de contrabando cruzaban en ambas direcciones. Las mujeres pasaban rápidas
y algo encorvadas por el peso de sus bolsas con mercadería. Una
larga fila de autos y combis atravesaba el puente como si fuera un paseo
por la costanera.
¿Y todos los demás no se registran? preguntó
este diario.
El policía dudó medio segundo y eligió una salida
amigable. Si vienen por poco tiempo, pueden pasar. Pero cuiden los
bolsos, que por estos lados anda mucho ladrón.
Argentina parece
segura
Los controles en la entrada y salida a la Argentina parecen prusianos
si se los compara con lo que sucede en Brasil y Paraguay. Por el
cruce local pasan cada día entre mil y mil quinientas personas;
por el de Foz con Ciudad del Este, en cambio, el tránsito
se estima en 25 a 30 mil. Aún así, en el cruce argentino
es muy frecuente encontrarse con colas de una hora o más
hasta completar todo el proceso para registrarse y pasar por la
revisación de los equipajes. El sistema no está informatizado;
después de los atentados, Migraciones recibió equipamiento
para detectar documentos falsos. En Ciudad del Este, el negocio
de los pasaportes y documentos truchos es muy fuerte y tiene una
demanda continua. Uno de los motivos centrales es que para quienes
provienen de China o tienen origen árabe y planean conseguir
una visa norteamericana, es mucho más sencillo hacerlo con
una radicación previa en Latinoamérica.
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