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Preparando un guión para el “día después”

Previendo que perderá y por mucho, el Gobierno prepara un discurso para después de las elecciones: ellos no perderán sino que ganará el voto en blanco y el mapa de las provincias puede quedar complicado para el justicialismo.

En la Rosada antes
hablaban de aritmética electoral.
Ahora se concentran en el deterioro
del voto a Elisa Carrió.

Por J. N.

Todos admiten que la derrota de la Alianza será aplastante. Algunos reconocen que la diferencia de votos podría superar los dos millones. Sin embargo, en el Gobierno se esfuerzan por construir un discurso para el día después Página/12 lo escuchó de boca de dos ministros, que insistieron con que la lectura del 15 de octubre no será tan negra y que el Gobierno no saldrá tan mal parado de la elección.
Unos días atrás, ante una pregunta sobre el resultado de las elecciones, en la Rosada respondían haciendo complicadísimas alquimias que supuestamente demostrarían que la Alianza, pese a perder por el total de votos, incrementaría su representación en el Senado. Con el tiempo (y las encuestas), el aritmético discurso oficial se ha inclinando hacia la política. Ahora ya no se trata de demostrar que la Alianza va a elevar el número de bancas en el Senado, sino de explicar que la derrota no será tal para el Gobierno. Dos ministros consultados por este diario elaboraron el mismo discurso, basado en tres razones básicas:
- La primera tiene que ver con el voto en blanco. El consultor Rosendo Fraga ha estimado en un 20 por ciento el porcentaje en Capital, un 12 en la provincia de Buenos Aires y un 8 en el resto del país, promediando un 10 por ciento en el total nacional. En el Gobierno, algunos interlocutores entusiastas aseguran que la cantidad de ausencias, votos en blanco y boletas impugnadas podría trepar al 30 por ciento. Uno de ellos señala como ejemplo las últimas elecciones en Perú: el voto en blanco figuraba en las encuestas como la primera fuerza, con el 30 por ciento. Aunque finalmente se redujo al 15, de todas formas es una cifra importante.
El 30 por ciento de las mediciones oficiales suena exagerado. De hecho, el promedio de los últimas nueve comicios para diputados fue del 3 por ciento. Sin embargo, en el Gobierno están convencidos de que un alto porcentaje de ausencias, abstenciones y votos en blanco, distribuido parejamente en todos los distritos, afianzará la idea de un rechazo general a toda la clase política y desplazará a un segundo plano el efecto de la derrota aliancista. “Es un repudio que no apunta sólo al Gobierno”, argumenta un ministro.
- La segunda razón por la que el 15 de octubre no será tan negro para el Gobierno es una tendencia que –sostienen cerca del despacho presidencial-se iría consolidando en los próximos días. Según las encuestas que manejan en la Rosada, la imagen de Elisa Carrió ha comenzado a experimentar un retroceso. “¿Quién es el principal adversario político del Gobierno?”, se pregunta un funcionario. “No es (Carlos) Ruckauf, que está pinchado, ni (José Manuel) de la Sota, que está recluido en Córdoba. Tampoco (Eduardo) Duhalde, ni siquiera (Rodolfo) Terragno. Es Carrió”, se responde. Y recuerda que entre los acusados por la diputada figuran dos de los principales hombres del Gobierno: Chrystian Colombo y Domingo Cavallo.
Para los voceros oficiales, la conclusión es obvia: el declive de la chaqueña desgastaría al principal contendiente de la Rosada, al tiempo que reduciría el caudal electoral del ARI, un partido construido en base al carisma de Carrió.
- La tercera razón se vincula a la distribución geográfica de los votos. En el Gobierno admiten que el PJ triunfará en la mayoría de los distritos, incluyendo los gigantes de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. También dicen que es muy probable que el oficialismo retenga casi todas las provincias que gobierna, más Neuquén. Pero, además, en la Rosada aseguran que la Alianza podría alzarse con algunas provincias que hoy controla el peronismo, como Misiones, Jujuy y Formosa. La idea, entonces, es que el mapa del día después será complejo y que no incluirá sólo derrotas aliancistas.
Basándose en estos tres motivos, cerca de De la Rúa aseguran que los comicios no impactarán tanto en la gestión del Gobierno. Por supuesto, excluyen del análisis la debilidad política de la gestión, la pésimaimagen del Presidente –que no supera el 5 por ciento– y un dato aún más directo: que políticamente es muy complicado esquivar una derrota tan aplastante. Sin embargo, insisten que estos tres fenómenos distorsionarán el conteo e impedirán una lectura lineal –y única– de los resultados.

 

En campaña
La campaña electoral se acerca a la recta final: faltan dos semanas para las elecciones y los candidatos intentan mejorar sus chances con declaraciones de todo tipo. El titular del radicalismo Raúl Alfonsín, por ejemplo, que compite por una banca en el Senado, consideró ayer un “desastre” la política ejecutada por el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf. “Si por cambio de rumbo el señor gobernador entiende hacer la política que él hace de desastre en la provincia de Buenos Aires, evidentemente nosotros no lo vamos a acompañar en ese camino suicida que está llevando adelante”, afirmó el ex presidente.
Entretanto, el segundo candidato de la Alianza en la provincia, Leopoldo Moreau, señaló que el alejamiento de Cavallo del Ministerio de Economía “se ha transformado en un verdadero clamor que el Presidente debe escuchar y atender”. Por otro lado, el primer postulante a senador del Frente Nuevo País, Gustavo Beliz, reclamó la renuncia del titular de la cartera de Interior, Ramón Mestre. “Es un ministro del Interior que ni siquiera está en condiciones de entregar pasaportes en nuestro país y que ha sumergido en un auténtico caos la entrega de DNI”, acusó el ex ministro del Interior de Carlos Menem.
Y para terminar, desde Catamarca, el sindicalista y candidato a senador del PJ provincial, Luis Barrionuevo, echó más leña al fuego al asegurar que después de los comicios legislativos del 14 de octubre, “tendrá que haber un nuevo presidente” en lugar de Fernando de la Rúa.

 

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