El decano de la Facultad de
Ciencias Sociales de Malö, Suecia, está furioso con su politólogo
estrella. El hombre se fue a la Argentina hace más de dos meses,
a fin de hacer un estudio de campo de un país único en su
política. Y alguna merca consiguió, cabe reconocerlo. Pero
el estudioso prolonga su estadía, pide reiteradamente más
viáticos y prórrogas. El decano intuye que no lo retiene
sólo el saber: el politólogo tiene una novia criolla (o
dos, quizás dos y media) y se ha hecho hincha fanático de
Boca. Por eso, lo llama por teléfono y lo intima.
Me parece que ya está bien. Nos hemos enterado de que en
la Argentina el oficialismo no presenta candidatos en las elecciones y
que la oposición le vota las leyes más atrabiliarias. Es
interesante, novedoso. Pero ya lo sabemos. Así que vaya preparando
el regreso.
Déjeme quedarme unos días más, profesor. Tengo
material asombroso. En esta semana, cerró una provincia, dejó
de atender al público.
Será una de esas provincias del Norte, gobernadas por conservadores
populares o peronistas, a las que nunca llegó la modernización
ni el Estado benefactor espeta, sapiente, el decano.
No, Entre Ríos es una provincia mediana, fue industrial no
hace tanto y la gobierna un radical, insiste el politólogo, pisando
firme.
Siendo así... tiene dos semanas más, hasta las elecciones...
se rinde, sorprendida, divertida, la autoridad.
El fondo de la lata
La situación de las provincias es tan paradojal como explosiva.
Entre Ríos es, hoy por hoy, una sorpresa, pero seguramente en un
par de meses será apenas un precedente. Según la información
que se baraja en estas horas en el Gobierno, Misiones podría declarar
su default en cuestión de días. Jujuy, San Juan, Chaco,
son otras tantas bombas de tiempo.
Hasta acá lo explosivo. Lo paradójico es que, a esta altura,
no se trata linealmente de mala administración de las provincias.
Según un cálculo que ha elaborado la Jefatura de Gabinete,
si sus gobiernos consiguieran créditos al 10 por ciento (una cifra
bien alta para un Estado) para financiar su endeudamiento público
16 provincias tendrían déficit operativo cero. Una pinza
entre la reducción de las prestaciones básicas y los recortes
han hecho que sus cajas no estén tan mal. Su sequía no se
debe ya al delirio del gasto (al menos no al actual delirio) o la concupiscencia
de concejales o legisladores sino al agotamiento del modelo económico.
Agotamiento que se padece más intensamente en el interior merced
al perverso esquema de distribución de ingresos y de cargas asistenciales
que diseñaron, una década ha, los padres del modelo.
Los próximos meses pintan mal. El pago del segundo medio aguinaldo
se ha convertido en una utopía que da jaqueca a los gobernadores,
sobre todo a aquellos que no han terminado de pagar el primero. En economías
exánimes, la capacidad de los estados locales de recaudar impuestos
propende a cero. Y sobre la coparticipación federal pende una tijera
de Damocles: la del gobierno nacional que debe acomodar el Pacto Fiscal
Federal a sus acuerdos con el FMI.
Los gobernadores, en especial los peronistas, esperan salir airosos en
las elecciones para plantarse frente a cualquier reclamo o poda de Hacienda.
Será, en definitiva, una versión institucional de un clásico
de la aldea global: la guerra de pobres contra pobres. Los números
que va goteando la AFIP acerca de la recaudación de impuestos de
setiembre meten miedo. Las huestes de Armando Caro Figueroa temían
un 5 por ciento de reducción, pero ahora empezaron a hablar del
10. Tal vez sea un rebusque para luego mostrar una mengua
del 8 o el 9 y cantar victoria, pero son datos terroríficos.
Un dato más minucioso impacta aún más: uno de los
gravámenes que más bajó fue el impuesto a las transferencias
financieras (conocido como alcheque) que no se coteja (como
el conjunto) con el mes de setiembre de 2000 sino con agosto de 2001.
Lo que revela es una merma de actividad aún en estos días
de malaria. Dato que cruza perfecto con otra cifra que se maneja en la
Rosada: en julio y agosto el crédito bancario al sector privado
bajó 3000 millones de pesos. Es que los bancos, como contrapartida
a una fuga de depósitos de más de 10.000 millones, apretaron
el torniquete sobre el ya exangüe sector privado local que ha sufrido
en el último trimestre un fenomenal ajuste.
Mientras esto ocurre casi nadie en la Argentina (y nadie en la Rosada
y zonas de influencia) recuerda que el Presidente, al anunciar el déficit
cero, prometió una blitzkrieg contra los grandes evasores, incluyendo
la creación de tribunales especializados. Pero la paz provinciana
que disfruta hoy el Congreso no ha sido conturbada por ningún proyecto
de ley que se vincule a esa promesa. El proyecto de presupuesto dibujado
en Hacienda que sigue siendo un secreto de estado no prevé
una chirola para tan magnos fines. Y, last but not least, tampoco hay
previsiones al respecto en la propuesta de presupuesto que elevó
la Corte Suprema.
No parece ser ése el único fracaso reciente del gobierno
en el hostil territorio de la lucha (?) contra la evasión. Del
desembarco del cavallista Armando Caro Figueroa en la AFIP no derivaron
efectos exteriores visibles, excepción hecha de una interna feroz
entre los cavallo boys por un lado y la línea y los sindicatos
del sector por otro. Ese combate absorbe la parte del león de los
esfuerzos de Caro Figueroa que no trascienden extramuros del organismo,
según lo comprueban las cifras letales que quieras o no
el Gobierno dará a conocer en los próximos días.
Enigmático Mingo
El politólogo mira a Domingo Cavallo por TV y fantasea con poder
quedarse hasta el 2003. El Ministro de Economía está desafiando
a la diputada Carrió a un debate público... con su esposa
Sonia. Otra flor exótica, se solaza nuestro científico,
de ésas que sólo germinan en esta tierra feraz.
Así redondeó Cavallo otra semana excitante, cuyo clímax
fueron los rumores acerca de su renuncia, desmentidos por todo el Gobierno.
Sin embargo, las versiones fueron alentadas en parte por fuentes de su
propio Ministerio. Como se señaló la semana anterior en
esta columna, al Ministro no le faltan motivos para irse del Gobierno,
que no son atribuibles a perfidia o designio de Carrió o de otros
opositores sino al estrepitoso fracaso de sus sucesivas y zigzagueantes
acciones de gobierno. La renuncia tipea el politólogo,
desbarrando alegre al ensayo libre ha sido un arma política
impactante de los caudillos populares argentinos. Rosas y Perón
las usaron para revalidarse o para reclamar más poderes. El renunciamiento,
como prueba de sacrificio militante, también tiene sus epígonos,
desde Evita a Chacho Alvarez. Cavallo es el primer político impopular
que suele utilizarla como recurso para probar que es imprescindible o
para avanzar.
No es fácil saber si Cavallo blandió su renuncia en estos
días y si lo hizo en la reunión que compartió con
Adalberto Rodríguez Giavarini y Chrystian Colombo. Fuentes muy
cercanas al Canciller y al Jefe de Gabinete aseguraron a Página/12
que no hubo tal dimisión y añadieron que la reunión
fue muy buena. De hecho, allí se terminó de plasmar
la estrategia de cara a un importante encuentro con autoridades brasileñas
el 8 de octubre y se designó a Cavallo para fijar la agenda que
se discutirá en San Pablo.
Colombo, que entre otras funciones cumple la de ser bombero en las internas
de la Rosada, suele explicar a sus allegados que las diferenciassobre
Mercosur entre el Canciller y el Ministro de Economía no son tan
abismales como suelen recoger las crónicas y las interpretaciones
de Palacio. Se trataría, según él, de diferencias
determinadas por los estilos y los roles distintos de uno y otro. Según
esta versión, Economía sufre más en el día
a día los estragos que causa la desesperada política devaluatoria
de Brasil y los reclamos sectoriales que detona. Y su temperamento es,
vaya a saberse si más rico, pero considerablemente más extrovertido
que el de Rodríguez Giavarini. Cavallo, cierra su lectura Colombo,
es al fin y al cabo el ideólogo del 4 más uno que propone
un acercamiento a Estados Unidos sin renegar del Mercosur.
Por si estas reflexiones no alcanzaran, el Jefe de Gabinete le recordó
al hiperministro que el Mercosur no es una herramienta de la que Argentina
pueda desembarazarse en un ataque de bronca. Para nosotros exageró
apenas el Mercosur es una regla constitucional.
Lo que no quita que, encaballado en las crisis paralelas de Argentina
y Brasil, el mejor proyecto estratégico (¿el único?)
urdido tras la reinstalación democrática esté tambaleando.
El Gobierno, empero, apuesta con cierta ilusión al encuentro de
octubre. La nueva situación internacional, posterior a los atentados
del 11 de setiembre, alienta un discreto optimismo. Mercosur es
una región sin guerras locales, sin emigraciones masivas de masas
famélicas, sin conflictos entre comunidades religiosas rivales.
Seguramente vamos a mejorar nuestra reputación relativa en el mundo
razonan en Balcarce 50 y añaden, mirando más para adentro:
Argentina vende principalmente productos que no han de sufrir mayor
impacto en sus precios. El turismo internacional, que está cayendo
a pique, no es entre nosotros un componente esencial del PBI.
Y en materia de cuentas internas, lo peor ya pasó.
Pero nadie regala ilusión cerca del sillón de Rivadavia.
Página/12 le preguntó a tres altos integrantes del Gabinete
si están seguros de que no habrá más recortes a estatales
y jubilados antes de Año Nuevo. Ninguno se atrevió a asegurarlo.
Sin cambios
El Presidente salió con aire alegre a negar posibles cambios
en el Gabinete, aún después de las elecciones. Esas desmentidas
suelen ser como la calma que precede a la tormenta pero, si las tomara
a pecho, se llegaría a una conclusión inquietante para los
argentinos, aunque regocijante para el erudito sueco: el oficialismo,
tras una paliza electoral sin parangón desde la restauración
democrática no haría ningún cambio, ni de políticas,
ni de elencos.
Mal que le pese a Fernando de la Rúa, buena parte de los rumores
que lo enconan, surgen de sus alrededores. Porque, puestos a buscar internas,
odios y análisis críticos en el Gabinete pululan.
- Rodríguez Giavarini y Cavallo, con Mercosur o sinmigo, se odian.
Cavallo lo tiene en menos como economista y lo aborrece desde que el actual
Canciller, por entonces opositor, lo destrozó en un debate televisivo.
Mingo era, por entonces, primer ministro de Menem.
- Nicolás Gallo está de punta con el Canciller, bronca que
les viene desde que compartieron espacios en el Gobierno de la Ciudad.
- Ramón Mestre es considerado un mal ministro y nulo comunicador
por casi todos sus compañeros de gestión, a los que cabe
reconocerle, en este punto, un atinado sentido común. Sólo
lo defienden algo los más radicales del Gabinete porque el Ministro
suele orientarse a favorecer a los gobernadores del palo, a los que De
la Rúa ignora y Cavallo zahiere.
- Es entre peliagudo e imposible encontrar alguien que encuentre algún
motivo de elogio o de rescate para Héctor Lombardo. Y cien etcéteras.
No tenemos política y la economía no repunta
-autorretrataba un delarruista fiel, registrando el abismo entre la conflictividad
interna y los escuálidos logros de la gestión oficialista.
¿No habrá cambios? No es, en todo caso, momento de anunciarlos.
Pero que harían falta, harían falta.
Epílogo
- Por primera vez en mi carrera sindical no sé qué
hacer, ni qué decir cuando llego al Sindicato (confesión
de Armando Oriente Cavalieri mientras masticaba asado en la Quinta de
Olivos).
- La verdad, piba, no sé a quién voy a votar
(Lorenzo Miguel, a Patricia Bullrich quien le preguntó qué
haría el 14 de octubre).
Si los restos vivos del vandorismo, la más formidable estirpe de
tácticos de la política argentina, no saben qué hacer
en corto los comentarios sobre la confusión general
sobran. Esa entropía colectiva, piensa el Gobierno, será
su mejor aliado para evitar estar en jaque perpetuo después de
los comicios.
Es que el escenario ya era bastante complicado antes de los atentados
terroristas que dicen cambiarán al mundo. Su primer
efecto, en estas pampas, fue potenciar el desánimo colectivo, el
desinterés por las elecciones inminentes.
Es prematuro decir qué efectos perdurables emergerán después
del nefasto 11 de setiembre. A título de hipótesis a corroborar
podría suponerse un resurgir del poder de los Estados, de la política
como ordenadora al menos de parte de la actividad mundial. Una buena noticia,
tal vez, que viene de la mano con una pésima, también rebrotan
el armamentismo, los servicios de inteligencia y los generales infatuados,
especies que en buena hora parecían haber pasado a
cuarteles de invierno.
Un escenario nuevo que convoca a la participación, a la resistencia,
a la defensa de derechos humanos y pautas de convivencia ganados con uñas,
dientes y sangre que el chauvinismo, el militarismo, el belicismo y los
fundamentalismos surtidos, primeros beneficiarios del emerger de la violencia,
intentarán mellar.
Un escenario rico, si se quiere, pero que tira tendencialmente a derecha,
a derecha autoritaria por ser más precisos. El mismo rumbo que
orienta los gestos deprimentes, temibles del Gobierno en materia
de Defensa y Seguridad (ver páginas 10 y 11).
Con ese preocupante precedente queda por verse qué hará
de acá en más un Gobierno nacido del voto popular que casi
tan agobiado como el argentino medio, lo que es mucho decir se encamina
cansadamente hacia un pronunciamiento electoral que, todo lo vaticina,
le será muy severo. Muchos riesgos lo acechan, muchos errores ha
cometido para que les añadiera la tentación autoritaria.
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