Por Miguel Bonasso
Preguntado (por Su Señoría)
para que (el dicente) diga si cuando habla de MENEM se refiere a su persona
o al gobierno de MENEM, dijo que se refiere a su persona. Expresa que
en un banco suizo denominado Banco de Luxemburgo, que está en Ginebra,
se depositaron diez millones de dólares a nombre de un número
de cuenta que MENEM había indicado. Que este tema del dinero había
sido conversado entre AZIZI y el enviado de MENEM. El motivo era que MENEM
tenía que hacer declaraciones respecto a que no había pruebas
contra Irán o que era responsable de estos atentados. Ese banco
es utilizado por Irán para realizar transacciones y pagos a gente.
Abren cuentas numeradas que no tienen nombre por lo que es imposible que
sean descubiertas.
El párrafo precedente forma parte de la segunda declaración
prestada por el misterioso testigo C de la Causa AMIA, ante
el juez federal Juan José Galeano, los fiscales Eamon Mullen y
José Barbaccia, y la apoderada de la querellante D.A.I.A, Marta
Nercellas. El interrogatorio judicial se llevó a cabo en la embajada
argentina en México, los días 22 y 23 de mayo del año
pasado. Esta declaración, la segunda de C, se mantuvo
en total secreto hasta que, en vísperas del juicio oral, el expediente
fue remitido al Tribunal número 3 para ponerlo a disposición
de los abogados de las partes. Entonces trascendieron algunos tramos de
su contenido. Pero no se lo había reproducido de manera textual
y extensa hasta este momento.
El testigo C, es un ex funcionario del servicio de informaciones
iraní que desertó y pasó a colaborar con la inteligencia
alemana (BKA), a la que ayudó a esclarecer el asesinato de disidentes
iraníes perpetrado en el restaurante Mykonos, en territorio germano.
Desde entonces pasó a ser un fantasma, un testigo de identidad
reservada, que lleva cinco años protegido por los alemanes,
que lo consideran una fuente seria. En México dijo llamarse Abolghasem
Mesbahi, pero es probable que ese también sea un nombre de fantasía.
En cualquier caso, los cuatro casettes, correspondientes a sus declaraciones
(tanto las que formuló en Alemania los días 20 y 21 de julio
de 1998, como las de México, el año pasado) están
guardados en la Causa AMIA en un sobre que dice simplemente Testigo
C. Una preocupación comprensible, pero que no engaña
a los iraníes que tienen secuestrados a sus cuatro hijos. Un dato
para preguntarse si dice la verdad y toda la verdad, o reserva (para salvar
la vida de sus vástagos) algunos datos que pondrían aún
en mayores dificultades al gobierno de Teherán.
Sin embargo, a pesar de tener a sus hijos como rehenes, C
ha sido categórico al denunciar al estado iraní como autor
intelectual del terrible atentado de la AMIA que causó la muerte
de 85 personas y señalar a Moshen Rabbani, el ex agregado cultural
en Buenos Aires, como uno de los organizadores del ataque.
Pero entre su primer testimonio, brindado cuando Carlos Saúl Menem
aún era presidente y el segundo, que fue tomado a su pedido en
nuestra sede diplomática en la ciudad de México, hay una
diferencia crucial: la acusación al ex mandatario argentino de
haber encubierto la autoría de Irán a cambio de un soborno
para él y ventajas comerciales para el país.
Galeano desestimó la importancia del segundo testimonio de C
y no le ha tomado una nueva declaración a pesar de que se lo ha
solicitado expresamente Nilda Garré, la funcionaria que Fernando
de la Rúa puso al frente de la Unidad Especial de Investigaciones
de la Causa AMIA, un organismo del Ejecutivo que funciona en el ámbito
del ministerio de Justicia.
Página/12 tuvo acceso al testimonio de C por vías
casuales que obviamente no se pueden revelar. Su reproducción textual
cobra vigencia con dos hechos recientes: las polémicas declaraciones
del ministro del Interior señalando que los atentados de la embajada
y la AMIA serían represalias por promesas incumplidas del ex presidente
y la exhumación de dos cables secretos enviados desde Teherán
y Damasco a la cancillería delgobierno menemista, donde se menciona
a Irán como el responsable de los atentados.
Su reproducción no implica dar por cierto su contenido, que deberá
confirmar o rechazar la justicia argentina cuando logre esclarecer el
ángulo internacional de los atentados.
El primer testimonio
El lunes 20 de abril de 1998, a las diez de la mañana, el Testigo
C, prestó declaración ante sus protectores de la BKA, que
lo interrogaron sobre la AMIA a pedido de la justicia argentina. Para
la inteligencia alemana es una fuente seria, tanto por la posición
que ocupó en el servicio secreto de Irán (del que desertó
en 1996), como por la colaboración que prestó para aclarar
el asesinato de cinco disidentes iraníes en el restaurante Mykonos.
C comenzó admitiendo que nunca había integrado
uno de los grupos de inteligencia iraníes que según él
trabajan activamente en Sudamérica, a los que calificó
como una mafia dedicada al tráfico ilegal de armas.
Pero por la posición que ocupaba en la inteligencia de su país
conoció sus actividades y su estructura organizativa. Supo, por
ejemplo, que la central sudamericana estaba situada en la embajada iraní
en Buenos Aires, a cargo de un agente del ministerio de Inteligencia (Vevak)
que fungía como agregado cultural, el conocido Moshen Rabbani,
que se vio obligado a dejar el territorio argentino para evitar el escándalo
diplomático que hubiera supuesto una citación de la justicia.
Junto con Rabbani según C habría
actuado Hamid Naghashan, un alto oficial del Vevak, responsable
del tráfico ilegal de armas y la compra de armas para Irán.
Junto con Rabbani prepararon u organizaron el atentado del 94
contra los israelíes (sic, queriendo decir los judíos).
La decisión dice el testigo protegido fue tomada en
Teherán, por parte del Guía de la Revolución,
por medio del Comité Uvijh. El responsable de la preparación
es Alí Fallahian. Los Oficiales colaboradores en el control
de esa preparación en la Argentina son Nagashan y Rabbani.
Pero C distingue centralmente tres ejes organizativos y un
cuarto más complejo que no describe. Dos se vinculan con los locales:
una rama que se dedicaba a la cooperación con integrantes
de la policía argentina corrompiéndolos o amenazándolos
para que colaboraran en el atentado, y otra gran rama que se dedicaba
a procurar los materiales explosivos.
La decisión se habría tomado en 1992, que es cuando se produjo
el primer atentado, a la embajada israelí en Buenos Aires, del
que C declara no tener datos.
Nagashan asegura C tenía contacto con un grupo
de brasileños, dato que cobra importancia por el testimonio
de Wilson Pereira Dos Santos, que anticipó el atentado de la AMIA
y porque según el testigo en manos de los alemanes los explosivos
habrían venido del Brasil. Rabbani estaba enterado del objetivo,
pero no de los detalles técnicos, que corrían por cuenta
de Hamid Naghashan, que era el encargado de conseguir y transportar
al lugar los materiales necesarios y evaluar las fuentes humanas
(locales) que podían apoyar la acción.
En esas primeras audiencias le mostraron fotos de diplomáticos
iraníes designados en Buenos Aires y en algunos casos los identificó
por sus nombres reales o de guerra, como integrantes del Vevak o del servicio
de inteligencia de los Pasdarán (los guardias de la Revolución).
Una dualidad que se reitera a lo largo de todo su testimonio y se corresponde
con el doble liderazgo imperante en Irán: el del poder secular
derivado de elecciones y el religioso, que arranca con el proceso revolucionario
conducido por el Ayatola Jomeini en 1979.
Según C el móvil del atentado a la AMIA habría
sido la competencia entre el servicio secreto iraní y el Mossad
israelí, que se pelearon por tener a Argentina como base
de tecnología militar (...) Querían tener enArgentina una
base de transferencia de tecnología militar y de ahí pasarla
a Medio Oriente. Era una suerte de triangulación de tecnología.
Aunque Argentina aparecía en este rubro detrás de Brasil
y Chile, los servicios secretos iraníes consideraron a nuestro
país como más favorable y seguro para establecer una
base de inteligencia para la transferencia de tecnología.
Argentina se consideraba como un territorio más propicio para llevar
adelante operaciones y actividades de inteligencia y terrorismo que Chile
y Brasil.
La decisión, según el testigo, se habría tomado en
una reunión del Consejo Nacional de Seguridad en Teherán,
en la que estuvieron las máximas autoridades, como el presidente
de la República Alí Rafsanjani y el Guía de la Revolución,
Alí Khamenei.
En estas primeras declaraciones C sugiere ya el presunto acuerdo
con el gobierno de Menem, pero se resiste a decirlo con todas las letras.
Empieza por informar que Irán envió un emisario para
que propusiera contratos comerciales interesantes, lo que está
indirectamente corroborado por los informes de la cancillería argentina,
que registran el dramático aumento de las compras iraníes
después de la masacre. Una forma de soborno institucional que habría
sido analizada en una reunión evaluatoria de los atentados celebrada
en Teherán por el Consejo de Seguridad. Allí se habrían
decidido acciones políticas a cargo de otro hombre de la Vevak,
Hamid Kamal. Su acción se habría facilitado por ciertos
contactos: por lo menos hay una persona del gobiernbo argentino
que cooperó con Irán.
Pero en ese momento no quiso dar nombres. Debieron pasar dos años
para que Abolghasem Mesbahi se decidiera a ir a fondo y pidiera,
él mismo, prestar nueva declaración ante el juez argentino.
El segundo testimonio
En mayo del año pasado, el Distrito federal se pobló de
agentes secretos de la BKA, la SIDE y la local Secretaría de Gobernación,
para proteger al desertor de los servicios iraníes.
Reveló entonces que agentes del servicio de información
de los Pasdaran llegó a la Argentina en 1986, alentados por un
informe del encargado cultural de la embajada, Hossein Joseini, del cual
surgía que la clase alta de la política argentina
tenía ideas antijudías, antisemitas. En 1986 ese grupo
de agentes se habría acercado a Carlos Menem (a la sazón
gobernador de La Rioja). Menem dice C les
presemntó a una firma privada cuya denominación es algo
parecido a TRES FROMTRAS o TRES FERMTRAS. Que era como le sonaba
al testigo al oír una frase argentina con acento persa. Menem
prosigue les expresó que con dicha empresa podrían
realizar cualquier actividad comercial como así también
conectarse con él.
En el informe del agregado cultural Joseini al que C
tuvo acceso porque era el responsable de la diplomacia secreta se
decía que MENEM era más antisemita que los iraníes.
Allí también se hablaba de hombres del entorno, pero C
no recordó sus nombres. Si registró que uno de ellos viajó
cuatro veces a Irán después del atentado de 1994 y trabajaba
en una oficina de la Presidencia de la Nación.
Ese personaje, al que C describe como un cincuentón barbudo, de
tez trigueña y más alto que el deponente, fue
mandado por MENEM para informar sobre todo lo que la justicia argentina
había encontrado. Y también para que Irán disminuyera
su perfil público en la Argentina mientras incrementaba su actividad
comercial. Tanto para este hombre que trabajaba en el gabinete presidencial
como para los dueños de casa, era evidente que el atentado
había sido perpetrado por Irán. Por su parte, Carlos
MENEM trataba de no dar motivo a la justicia para que no supieran que
había conexión entre él e Irán.
Una conexión que según el declarante le había resultado
muy favorable cuando era un candidato en campaña: Expresa
el testigo que desea agregaralgo más sobre MENEM para que quede
claro lo antes expresado. Que Irán apoyaba a MENEM desde tres zonas
que son lo financiero, lo social y lo político. Las compañías
que trabajaban para la propaganda de MENEM vendían sus productos
caros a Irán, quiien aceptaba esos precios porque sabía
adonde iba ese alto precio que pagaba. Aclara que habla de muchísimo
dinero que entraba en las compañías que apoyaban la campaña
de MENEM. Había apoyo político que según C
se expresaría después en la diplomacia, cuando el riojano
ya había llegado al gobierno. En lo social el apoyo era a
través de las asociaciones islámicas argentinas. Especialmente,
dice C, la asociación islámica shiíta.
Luego vino la acusación que figura a la cabeza de esta nota. Cuando
el juez Galeano le preguntó si le constaba el pago de 10 millones
de dólares dijo textualmente que su fuente era el hermano
de la mujer del secretario de la oficina de Jomeini, que se llama MOHAMAD
ALI ANSARI. También agregó que tanto el hijo de Jomeini
como el presidente de Irán en aquella época tenían
cuentas en el Banco de Luxemburgo en Ginebra.
Cuando le preguntaron si Hamid Nagashan, el presunto encargado de la logística
terrorista tenía contactos con las autoridades argentinas, dijo
que una cosa es en cuanto al atentado y otra en cuanto a la compra
o tráfico de armas. Que en Argentina hay intermediarios para la
venta de armas a Irán. Que Nagashan compró armamentos a
través de personas encubiertas trabajando para el gobierno iraní.
Que Irán estaba bajo un embargo y por eso se triangulaba el armamento,
aunque Irán era el destinatario final. Un párrafo
que remite inmediatamente a la Causa Armas por la que el ex presidente
está en arresto domiciliario.
En la segunda declaración, el testigo cometió algunas contradicciones
con respecto a la primera, especialmente en lo referido al transporte
de los explosivos, que en esta nueva versión habrían procedido
de Venezuela y no de Brasil como dijo con anterioridad. Atribuyó
el cambio de versión a problemas de traducción.
En esta segunda exposición aseguró que en el atentado participó
un grupo libanés, conducido por un tal Ahad.
La orden, la famosa Fatwa, se la habría dado directamente
el líder religioso Alí Jamenei, sucesor de Jomeini, al jefe
de la operación Fallahian.
En la segunda audiencia debió reconocer documentos y nombres de
personas que aparecían fotografiadas, por ejemplo, en la Triple
Frontera. Y aportó datos sobre ciertas pautas de organización.
Como el papel protagónico que juegan los agregados culturales como
Rabbani, en función de un objetivo estratégico: imbuir de
la mentalidad de la revolución islámica a la comunidad musulmana.
En general, las personas que realizan estos informes (de inteligencia)
lo hacen bajo la cobertura de la oficina cultural de la embajada bajo
la órbita del Ministerio de Cultura y Guía Islámica
(Ershad) aunque la realidad es que forman parte de la Organización
de Propaganda Islámica.
Preguntado si podría darnos algunas pautas para establecer
la ruta del dinero en el caso del atentado en la Argentina, dice que por
experiencia personal el dinero se manda en efectivo por correo diplomático.
(...) El dinero casi siempre es en dólares americanos y se envía
protegido de suerte tal que no pueda ser identificado a través
de una inspección de rayos X. Está envuelto en papel anti
rayos X. Si uno busca los números de los billetes para establecer
el origen, nunca se llegaría a Irán porque nunca se trata
de dinero que Estados Unidos envíe a Irán. Que en el caso
que la policía los encuentre, nunca llegará a Irán
porque ese dinero provino de Grecia, Emiratos Arabes, etc.
A los encargados de manejarlo, no se les pide recibo. En el
caso específico del atentado contra la AMIA, Nagashan y el libanés
Ahad tenían mucho dinero, acceso ilimitado
a dinero en diversas partes del mundo.
Los fiscales Mullen y Barbacchia le presentaron después un listado
de empresas iraníes y le preguntaron como jugaban en la logística
de losatentados. Así pudieron saber, por ejemplo, que la Iran Shipping
Line era una empresa de los Pasdarans. Sus datos sobre la
Triple Frontera no fueron decisivas, pero reconoció a personajes
fotografiados por la SIDE, a la que en cambio criticó las evidentes
exageraciones de uno de sus informes.
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