Por
Irina Hauser
y Raúl Kollmann
Vamos a pedir que se anule el juicio, anunció uno de
los defensores de los ex policías acusados en la causa AMIA. No
será el único abogado que hará cuestionamientos.
Esta semana del juicio oral por el ataque a la mutual judía estará
plagado de pedidos de nulidades de todo tipo y esperas estratégicas.
Los imputados no van a hablar, al menos no lo harán los más
importantes. La mayoría coincide en dos cuestiones: no quieren
declarar hasta que los jueces y los fiscales terminen de recibir todas
las pruebas y pretenden que el tribunal oral exija que los testigos reservados
declaren a cara descubierta.
Los jueces del Tribunal Oral Número 3 Gerardo Larrambebere,
Miguel Guillermo Pons, y Guillermo Gordo no van a aceptar la nulidad
del juicio. Pero es posible que admitan algunas objeciones de los letrados.
El cronograma del debate oral, que comenzó la semana pasada, prevé
que hoy termine la lectura de las acusaciones. Después, deberían
comenzar las indagatorias a los 20 acusados, algo que no sucederá
instantáneamente.
El primero de la lista es el desarmador de autos Carlos Telleldín,
pero por el momento callará: su abogado Víctor Stinfale
quiere esperar a que lo hagan los ex policías, y que revelen su
juego. Tampoco quiere hablar de inmediato el ex comisario Juan José
Ribelli, octavo en nómina. El principal justificativo de su abogado,
José Manuel Ubeira, es que no debe hablar mientras no se conozcan
todas las pruebas en su contra. En principio, admitirían declarar
los personajes acusados de encubrimiento -que creen que están mucho
menos comprometidos y que ese delito prescribió- y, quizá
unos pocos ex policías.
Las principales objeciones algunas acompañadas de pedidos
de suspensión del juicio oral que se oirán esta semana
son:
u No voy a dejar que mi cliente declare hasta que termine la instrucción
suplementaria de la causa, dirán varios defensores. Todavía
están bajo investigación cuestiones como la explosión
y el papel del volquete. Si la bomba no estuvo en la camioneta,
para mi cliente el juicio terminó, reflexionó Ubeira.
Efectivamente el tribunal ordenó un peritaje para despejar sus
propias dudas estará listo recién en dos meses,
aunque los estudios de la Policía Federal, un perito de la Gendarmería
y los especialistas de Estados Unidos, Israel y Alemania coinciden en
que la matanza se perpetró con la Trafic. El juicio comenzó
igual con el argumento de que los hechos ya fueron descriptos y no variarán;
las pruebas sí pueden variar. En verdad, los acusados están
en su derecho de contestar preguntas cuando se les antoje a lo largo del
juicio. Mientras mantengan el silencio, se tendrán en cuenta sus
indagatorias de la etapa de instrucción.
u Si no nos dicen hasta cuándo se podrán seguir entregando
pruebas, imposible saber de qué se acusa a nuestros clientes y
eso restringe las posibilidades de una buena defensa, será
otro reclamo. A pesar de que las normas procesales establecen plazos para
presentar evidencia, la mayoría pidió prórrogas.
u Algunos abogados focalizarán: Nada de lo que haya hecho
el juez Juan José Galeano después de elevar la causa a juicio
oral unas 2000 fojas es válido.
u Queremos que los testigos de identidad reservada declaren a cara
descubierta y es un tema que aún el tribunal no resolvió.
¿Por qué los fiscales pueden saber quiénes son y
nosotros no? Si no sabemos con quién estamos lidiando no tenemos
posibilidades de armar un interrogatorio, aducirán.
Uno de los abogados de los ex policías señaló a Página/12
que además, los testigos encubiertos corren con ventaja;
por ejemplo, en el juicio de los carapintadas una de esas testigos terminó
procesada. En el expediente hay dos testigos de identidad reservada
que juegan un papel importante en la acusación: un vecino de Telleldín
vio a gente extraña dentro de un auto y se acercó a preguntar
qué hacía allí. Somos policías de Lanús
(la zona de Ribelli) y ya te vas a enterar por los diarios de algo importante.
Esto fue antes del atentado. El otro testigo clave es alguien que trabajó
con Ribelli y sostiene haberlo visto con una Trafic.
A los fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia, Alberto Nisman y Miguel
Angel Romero lo que más les preocupa es que quienes aportaron información
como testigos encubiertos estén resguardados por estrictas medidas
de seguridad. No ven con muy buenos ojos que se sepa quiénes son.
|