Gringos Paula está enojadísima. ¡Maldito sea Bin Laden!, dice, una y otra vez. Néia está desolada y se lamenta: Ya no hay gringos. Agostinho, dueño de Cicciolina, uno de los tantos bares nocturnos ahora vacíos, calcula desolado que su negocio cayó más de un 30 por ciento. Es que setiembre y octubre son la temporada de turismo sexual en Río de Janeiro, que fue casi cancelada por los atentados en EE.UU. Como resumió Néia: Mis clientes fijos me llamaron desde Los Angeles para avisar que tienen miedo de que les secuestren los aviones.
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