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BEATRIZ RAIJER, LA NUEVA LEY DE INTELIGENCIA Y EL PELIGRO DE RETROCESO DEMOCRATICO
“La paranoia no está solo en el diván de los analistas”

La senadora que preside la comisión de control sobre la inteligencia advierte contra que �el pánico instale una política regresiva en Defensa�, pero confía en que la nueva ley de inteligencia respetará el consenso democrático al que llegaron los legisladores.

Por Martín Granovsky

Senadora justicialista, la cordobesa Beatriz Raijer preside un organismo parlamentario de nombre rimbombante: Comisión de Control y Fiscalización de los Organos y Organismos de Seguridad Interior y de Inteligencia. Pero su actividad de estos días tiene una explicación más sencilla, porque Raijer está a cargo de terminar el proceso de consenso de los distintos proyectos sobre inteligencia presentados en ambas cámaras, que debería rematar en una Ley de Inteligencia. Al contrario de lo que sugirieron algunos jefes militares y el ministro Horacio Jaunarena, Raijer dijo tener confianza en que el proyecto no variará su espíritu, que deja a las Fuerzas Armadas fuera de la inteligencia interna.
–Parto de un principio: el pánico no debe hacer que se instale una política regresiva en defensa –afirmó ayer a Página/12–. Dicho esto, no hay duda de que la violencia terrorista se ha globalizado, y eso impone coordinar las tareas de los servicios de inteligencia.
–¿Habla de la coordinación con otros países?
–Sí, y con todos. La coordinación condiciona la eficacia. ¿Cómo no vamos a coordinar esfuerzos si ni siquiera se sabe qué cosa está en cada país? Frente a la situación de terrorismo internacional no podemos quedar afuera.
–¿Por qué usa la expresión “terrorismo internacional”?
–Porque lo es, por los indicios que hay hasta ahora.
–Sin embargo la ETA, por ejemplo, es terrorista pero no internacional. Que se sepa, no actúa fuera del territorio español.
–El terrorismo –todo el terrorismo– afecta a la seguridad del Estado y de la gente. Provoca situaciones que no tienen respuestas claras. El que es terrorismo internacional, y el que no lo es. Coincido con usted en que hay diferencias de origen, aunque no en cuanto a su peligrosidad.
–¿Qué nivel de participación debe tener la Argentina en la lucha contra los terroristas?
–Primer punto: es necesario participar. Pero, ¿dónde? ¿Cómo? Con la cabeza, y no con el alma, el corazón y la vida, con nuestros soldados al frente de la pelea.
–¿Por qué opina que no?
–Porque no está definido cuál es el enemigo, cómo es, y ni siquiera qué estrategia tienen los Estados Unidos. Por eso, antes de cualquier cosa tenemos que alcanzar consensos regionales e internacionales. Si no quedaremos solos como país, poniendo nosotros los soldados y el resto las estrategias, justo cuando el centro del debate internacional está dejando de ser la economía y hoy pasa a ser ocupado por la seguridad y la inteligencia. Los gobiernos tienen que implementar estrategias de prevención y ser realistas, porque el nazismo comenzó de esa manera y nadie pensó que iba a llegar a tanto.
–¿Por qué establece una relación entre el terrorismo actual y Adolfo Hitler?
–Este terrorismo quiere conquistar a los países donde predomina el Islam, porque está claro que no todos los que profesan el Islam son terroristas, ni mucho menos. Por eso es importante que los Estados Unidos no actúen unilateralmente y busquen acuerdos con otros países. La paranoia y la esquizofrenia no están solo en el diván de los analistas. También pueden estar en las mentes enfermas de algunos que manejan poder y creen que con la locura pueden cambiar el mundo.
–¿De quiénes habla?
–Aparte de los terroristas hay que tener en cuenta el peligro de algunos dirigentes políticos que confunden la realidad.
–¿Se refiere al presidente George Bush?
–No, no me refiero a Bush. Pero prefiero hablar en general: hay que tener mucha objetividad y mucha cordura. Sin claridad se puede caer en situaciones enfermas. Y militarizando la inteligencia corremos el riesgode vulnerar derechos y garantías y de llegar a respuestas violentas, que es justo lo que buscan los terroristas.
–¿Qué es militarizar la inteligencia?
–Que los militares hagan inteligencia interior. Los militares no deberían participar en ella porque eso es un retroceso para nuestro país. El ministro de Defensa, con las declaraciones que hizo, pretende que los militares se queden con la conducción del sistema de inteligencia. Pero la ley de inteligencia que estamos discutiendo en el Senado de la Nación dispone de un sistema funcional donde cada uno tiene su rol y su lugar. La conducción es política. El sistema nacional estaría coordinado por la Secretaría de Inteligencia, que nombra el Presidente. Los militares harán solo inteligencia estratégica militar.
–¿En qué consiste?
–En conocer las capacidades y las debilidades del potencial militar de otros países, que a nosotros nos puedan interesar desde el punto de vista de la defensa nacional. También lugares geográficos y áreas operacionales.
–¿La Argentina está desguarnecida frente al terrorismo?
–No por razones legales. Tengamos en cuenta, además, que el terrorismo es una amenaza de naturaleza no convencional y que no hay mundos y países acostumbrados al terrorismo. A lo mejor habría que discutir una ley antiterrorista, pero no decir que este proyecto de ley de inteligencia que tiene el Senado debe ser cambiado. Yo sé que a los pueblos y a la gente les cuesta mucho soportar el dolor. En general frente al dolor hay respuestas destructivas. Destructivas hacia el otro, o hacia uno mismo. Por eso ahora la dirigencia política internacional necesita objetividad y frialdad para preservar la vida.
–No me contestó si la Argentina está desguarnecida.
–No, y menos por el proyecto de inteligencia en que estamos trabajando. Previmos los riesgos externos e internos. Es una ley de avanzada porque por primera vez el país tendría una ley pública. Ahora se maneja con decretos secretos de la dictadura militar. Se penalizarán las escuchas telefónicas, se controlarían los gastos de la SIDE, el Legislativo tendrá poder real y podrá recibir denuncias, contará con los montos asignados a las tareas secretas de inteligencia, no habrá inteligencia por raza, actividad política o social. El dictamen es inminente. Llevamos muchos meses trabajando.
–¿Por qué la ley no estuvo lista antes?
–Por sectores ponían trabas.
–¿Qué sectores?
–Los afectados por el régimen futuro. Fíjese un ejemplo: no podrán participar del sistema de inteligencia personas que estuvieron involucradas en la violación de los derechos humanos. La inteligencia es un problema de Estado y la seguridad un problema que atañe más a la gente, pero hoy a la gente también le interesa saber qué es la inteligencia. Por eso la ley tiene consenso, y ese consenso alcanza a las dos cámaras, porque hemos trabajado con los proyectos presentados por senadores y por diputados.
–¿Se mantendrá el consenso de dejar fuera de la inteligencia interna, y de la inteligencia no militar, a las Fuerzas Armadas?
–Los militares tienen su rol, que el sistema democrático ya definió. Con la nueva ley las tareas de inteligencia van a estar muy bien delimitadas. Participarán la SIDE, una dirección nacional de inteligencia criminal y otra dirección de inteligencia estratégica, y el Presidente podrá convocar a una reunión interministerial, si lo cree necesario, y a cualquier especialista que quiera. El nuevo régimen le alcanza.

 

 

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