El
viernes pasado, el rey Abdullah II de Jordania se había reunido
con el presidente norteamericano George Bush en la Casa Blanca. Ayer,
Abdullah declaró en una visita a un batallón del ejército
jordano que Bush le prometió que no habrá ataques
contra Irak u otro país árabe. El canciller egipcio
Ahmed Maher había dicho lo mismo al diario de El Cairo Al Ahram.
Pero el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, desmintió rotundamente
que Bush haya hecho esta promesa.
La posibilidad de que la guerra contra el terrorismo empiece,
y sólo empiece, en Afganistán, para continuar en otros países
árabes, particularmente en Irak, fue evocada por varios analistas
norteamericanos. Varias versiones indican que es motivo de discusión
cotidiano dentro del gabinete de guerra de George Bush, compuesto por
el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, la consejera de Seguridad Nacional,
Condoleezza Rice, el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y el
secretario de Estado, Colin Powell.
La declaración de Abdullah intentaba frenar un poco estas especulaciones.
De hecho, una extensión de la ofensiva a quienes la Casa Blanca
consideran sponsors del terrorismo internacional, como el régimen
de Saddam Hussein, chocaría con la necesidad de repetir una coalición
de guerra que incluya a países árabes como la que justamente
logró construir en la Guerra del Golfo contra Irak en 1991. Sin
embargo, la Casa Blanca desmintió que Bush haya prometido una cosa
semejante. Bush nunca dijo eso. Esa información es incorrecta,
señaló Fleischer.
El rey jordano Abdullah fue el primer jefe de Estado árabe que
se reúne con Bush desde los ataques del 11 de septiembre. Jordania
es uno de los países árabes más moderados y es, junto
con Egipto, quienes firmaron acuerdos de paz con Israel. En este sentido,
poco después de los ataques, Abdullah II había declarado
que no habrían ocurrido si los problemas de Medio Oriente,
sobre todo el conflicto israelo-palestino, estuvieran solucionados.
Abdullah prometió que la mayoría de los árabes
y musulmanes se unirán a la comunidad internacional para poner
fin al terrorismo. Lo que esas personas representan es totalmente contrario
a los principios del Islam. Y reiteró también su apoyo
inequívoco al pueblo estadounidense.
UN
COCHE BOMBA EN JERUSALEN
Tregua
de nunca empezar
Por
Ferrán Sales *
Desde Jerusalén
Los
fundamentalistas palestinos han roto el silencio. Tras una tregua aparente
de tres semanas, la organización fundamentalista Jihad Islámica
puso un coche bomba en Jerusalén. El atentado no dejó muertos
ni heridos, pero la operación supone un desafío claro a
la política de pacificación del gobierno de Yasser Arafat,
quien trata de consolidar un alto el fuego mientras gravita sobre un ultimátum
de 48 horas establecido anteayer por el gobierno de Sharon para que ponga
fin a la espiral de violencia.
El coche bomba, cargado de munición y de tornillos, estalló
en el barrio comercial de Talpiot en Jerusalén Occidental, a poco
menos de dos kilómetros del centro de la ciudad. Jihad Islámica
envió una nota a la cadena de televisión Al Jazeera, en
Qatar: Esta operación heroica, que prueba que nuestros valientes
combatientes pueden franquear las barreras de seguridad sionista. Es una
respuesta a los crímenes del enemigo y las masacres cometidas contra
nuestro pueblo. Jihad Islámica, que es junto con Hamas la
organización fundamentalista más importante de los territorios
autónomos palestinos, ha venido en los últimos días
anunciando su oposición al alto el fuego pactado entre Sharon y
Arafat y su determinación a continuar con los ataques contra Israel
hasta conseguir la salida del Ejército ocupante y de los
colonos.
El ataque se produjo 24 horas después de que el gobierno de Israel
diera un ultimátum de dos días al gobierno de Yasser Arafat
para que aplique con todo rigor el alto el fuego pactado el pasado 13
de setiembre y ratificado el 28 en una reunión que el líder
palestino celebró con el canciller israelí Shimon Peres
en Gaza. El clamor e indignación provocado por el atentado entre
los sectores radicales del gobierno de Ariel Sharon pone en peligro la
aplicación del programa de pacificación, que de manera tenue
empezó a aplicarse sobre el terreno. Es evidente que la Autoridad
Nacional Palestina no hace lo suficiente, o nada para detener la violencia.
Nosotros no vemos el alto el fuego por ninguna parte; sólo la continuidad
de la violencia, aseguró ayer Avi Pazner, uno de los asesores
de Sharon. Peres se reunirá mañana con el jefe del Estado
Mayor israelí, general Shaul Mofaz, para calmar los ánimos
un tanto caldeados entre ambos, luego de que Peres dijera que el Ejército
conspiraba contra las negociaciones de paz.
Además del coche bomba en Jerusalén, hubo otros incidentes
en Erez, franja de Gaza, donde palestinos lanzaron obuses y granadas contra
el Ejército israelí, que respondió, aunque no se
conoce el saldo de los enfrentamientos. Ayer, también, hubieron
importantes manifestaciones en el norte de Israel, en la región
de Galilea, protagonizadas por la comunidad árabe-israelí
18,6 por ciento de la población, en recuerdo de la
revuelta producida hace un año que se saldó con 13 muertos
por disparos de la policía israelí. Las manifestaciones
derivaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad especialmente
en Um el Fahem y en Nazaret.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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