Página/12
en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Ismael Saadat vino a Londres en 1999. Antes viví todo: el
gobierno procomunista, la invasión soviética, la rebelión
armada y el gobierno mujaidín, el régimen talibán
y la guerra interna, comenta a Página/12. El futuro no parece
mucho más promisorio. En diálogo con este corresponsal,
Saadat analizó la estructura interna del gobierno talibán,
sus diferencias con Osama bin Laden y el futuro político de su
país, repentinamente crucial para la paz mundial.
¿Es el Talibán una organización monolítica
o existen divisiones internas?
Se puede diferenciar un ala pragmática y otra ideológica.
El Talibán es un movimiento muy grande que abarca a gente con pasados
muy diferentes. Muchos de ellos tienen fuertes desacuerdos con aspectos
de la política actual que sigue el régimen.
¿Cómo es su estructura de poder?
Es como una pirámide. Arriba está el mullah Mohammed
Omar, que es líder de los fieles. El tiene un poder
absoluto. Todo tiene que contar con su aprobación. Bajo suyo opera
un consejo de gobierno, cuyo número varía, y un gabinete
con una persona que lo preside. Pero el centro del poder es Omar.
¿Cuánta gente pertenece a Talibán?
Se mencionan muchas cifras en la prensa. Se habla de 30 mil, de
40 mil, pero lo cierto es que no hay ninguna estadística concreta
en la que apoyarse. La de los talibanes no es una fuerza regular que se
pueda medir con exactitud. Cuando hay conflictos, el consejo se pone en
contacto con los líderes tribales, para que les suministren combatientes.
De modo que las fuerzas aumentan o disminuyen de acuerdo a la situación
militar en que se encuentre el gobierno. Hay también una razón
muy práctica para que no haya una fuerza permanente: los talibanes
no podría alimentar a sus miembros.
¿Qué relación tiene con Osama bin Laden?
El estaba en Afganistán antes de que se formara el gobierno
talibán. Después de que los talibanes tomaron control de
Kabul, los hombres de Bin Laden pasaron a cumplir un papel muy importante
en el frente de guerra. Además de este rol militar, se piensa que
Osama bin Laden está financiando a los talibanes en su guerra contra
la oposición. Y hay un vínculo histórico: Bin Laden
fue uno de los protagonistas de la jihad islámica contra los soviéticos.
A esto se añade un concepto que es difícil de comprender
pero que tiene mucho peso en Afganistán: la hospitalidad. Osama
bin Laden es un huésped del gobierno. Hay una tradición
muy fuerte de acoger a las personas que piden asilo. En la Segunda Guerra
Mundial, no se entregó a soldados alemanes a los aliados, porque
eran considerados huéspedes a los que se había dado asilo.
En este caso, la obligación es obviamente más fuerte porque
los talibanes quieren representar al mundo musulmán y perdería
mucho prestigio si apareciera entregando a Bin Laden a Occidente.
Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de un enfrentamiento
entre el Talibán y Osama bin Laden ¿Es realmente posible?
Todo depende de la división entre sectores duros y moderados.
La relación entre ambas partes no está libres de conflictos.
Hay tensiones con los combatientes árabes que responden a Osama
bin Laden, a quienes muchos talibanes consideran como extranjeros. Hay
gente que piensa que no se puede sacrificar el futuro de una nación
por una persona. Pero para las altas esferas de los talibanes sigue siendo
un huésped y aliado. De modo que no me parece probable que haya
un enfrentamiento. A menos que los sectores moderados ganen poder o desplacen
a los que actualmente gobiernan, Bin Laden seguirá manteniendo
muy buenas relaciones con el poder.
La otra fuerza política que se menciona es la Alianza del
Norte. ¿Tiene suficiente poder como para convertirse con apoyo
occidental en una alternativa de gobierno?
Occidente comete un gran error si piensa que la Alianza del Norte
es el mesías, la salvadora de la actual situación. Esta
Alianza tuvo el poder desde 1992 hasta 1996 y destruyó ciudades,
robó, mató. Unas 60 mil personas murieron en esos años.
Esto no significa que el de los talibanes sea un gobierno maravilloso.
Es un régimen represivo, que prohíbe a las mujeres trabajar
y educarse, que prohíbe la música, que no respeta los derechos
humanos, que castiga con dos semanas de prisión a alguien que se
recorta la barba. Por eso hay mucha oposición al gobierno talibán,
pero hay que reconocerle que en su momento trajo paz, seguridad y terminó
con la guerra. Sin ellos, hubiéramos tenido una anarquía
total.
¿Cuál es entonces la alternativa?
Es obvio que uno de los problemas de Afganistán es que no
tiene líderes políticos. Se ha hablado del rey Mohammed
Zahir Shah como alternativa, pero vinculado a la Alianza del Norte. Si
esa es la única alianza que hace está a mi juicio terminado
políticamente. Otra posibilidad es que a través del rey
se organice una gran asamblea a nivel nacional, con una Loya Jirga
o Consejo, que abarque a todas las etnias y grupos del país, incluidas
la Alianza y el Talibán, para debatir el futuro de Afganistán.
No se debe dar el poder a una fracción de la guerra. Se necesita
forjar una legitimidad nacional mediante el debate de todos sobre el futuro.
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