Por
Alfredo Grieco y Bavio
Imaginémonos
una Yugoslavia gigantesca, 100.000 kilómetros cuadrados más
grande que la provincia de Buenos Aires. También más desértica,
donde las tierras cultivables no llegan al 10 por ciento y donde el pastoreo
del ganado es la mayor actividad económica. Imaginémosla
debidamente balcanizada: en este territorio de 625.000 kilómetros
cuadrados, desde hace siglos, diez etnias están en pugna (ver recuadro).
Muchas de ellas, emparentadas lingüística y étnicamente,
se comportaron siempre como hermanos enemigos, cuyo poder relativo varía
u oscila con el tiempo. Ayer los talibanes admitieron cierta pérdida
de poder, al ofrecer compartirlo en tres regiones. Y al mismo tiempo,
la hipótesis de gobierno postalibán favorita de Occidente
ganaba concreción. Es la que consagraría al ex monarca Zahir
Shah como jefe de un gobierno de transición donde la antitalibana
Alianza del Norte ejercería todo su peso.
Los grupos etnolingüísticos de Pakistán se dividen
por su religión en musulmanes sunitas (la mayoría) y chiítas
(un 20 por ciento, principalmente los hazaras). Las dos lenguas oficiales
son el pashtún y el dari (variante dialectal del persa). Un peligro
adicional, para el futuro de Afganistán y para la seguridad regional,
es que nueve de esas etnias se extienden, más allá de los
límites territoriales, sobre las naciones vecinas.
La historia política reciente de Afganistán se deja resumir
en una serie de cambios cataclísmicos, y esos cambios implicaron
naturales desequilibrios en la distribución del poder entre las
etnias. La república establecida por Mohamed Daoud fue derrocada
por oficiales prosoviéticos que asesinaron a este príncipe-general
en 1978. En la Nochebuena del año siguiente las tropas soviéticas
invadieron el país, y se fueron recién en mayo de 1988,
después de una guerra sangrienta contra los mujaidines. Estos guerrilleros
islámicos de diversas etnias pero donde los tayikos ocupaban
un lugar importante habían sido apoyados a la vez por Estados
Unidos, Pakistán, China y Arabia Saudita. El régimen comunista
cayó en 1992, y desde entonces hasta 1996 las facciones rivales
de los mujaidines se disputaron el poder territorial, simbolizado en Kabul,
la ciudad capital, que era, según la secular expresión afgana,
el trono o la tumba.
De las luchas internas de los mujaidines salió triunfante alguien
exterior a ellos: los talibanes. La idea de favorecer a los talibanes
fue británica, la gestión norteamericana, el financiamiento
saudita: nosotros dimos el terreno de operaciones, explicó
con cinismo la ex premier pakistana Benazir Bhutto. Formados en las escuelas
coránicas de Pakistán, los estudiantes de teología
(talibán es el plural del persa y árabe taleb, estudiante)
establecieron un régimen islámico estricto.
Los mujaidines desplazados formaron el núcleo de la Alianza del
Norte, que desde principios de 2001 cambió oficialmente su nombre
a Frente Nacional Islámico Unido para la Salvación de Afganistán.
Su gran líder era Ahmed Shah Massoud, quien murió asesinado
el 9 de setiembre, dos días antes de los atentados de Nueva York
y Washington. Según fuentes rusas, dominarían hasta un 15
por ciento del territorio afgano, pero ellos mismos estiman que tienen
un dominio mayor. Hoy su liderazgo es colegiado, a cargo de un concejo
de 11 notables.
Lo primero que hay que saber de esta Alianza o Frente es que es una coalición
de fuerzas heteróclitas. Massoud era un tayiko, como muchos de
sus compañeros de armas. Esta sería una desventaja a la
hora de enfrentarse con la formación de un gobierno en Kabul, y
aun de una forma transicional. Porque la mayoría de la población
en Afganistán en general y en el sur en especial es
de la etnia pashtún.
Ni siquiera tiene la homogeneidad interna que desearían ofrecer
a las miradas de Occidente. Lo único que la une es su lucha contra
los talibanes. Después de la toma de Kabul en 1992, las diversas
fuerzas secombatieron entre ellas, siendo notables los combates entre
Massud y los Hazaras.
Las fuerzas norteamericanas buscan favorecer una solución de gobierno
que sea aceptable par el conjunto de las etnias. Para ello, la única
solución viable parece ser encontrar un pashtún. Y la más
viable de todas parece ser el regreso del rey Zahir Shah, depuesto en
1973... por su primo el príncipe Mohamed Daud, que abolió
la monarquía y estableció la república.
Ayer en Roma se anunció, al menos por lo que respecta al ex rey
y a la Alianza del Norte, un pacto por el que se formará un primer
gobierno de transición que convocará a una Gran Asamblea
tribal que, una vez reunida, será a su vez soberana. Esta solución
habría gozado del visto bueno de los congresistas norteamericanos
que visitaron al entorno de Zahir el domingo. La diplomacia pakistaní,
sin embargo, es la primera en alertar a Washington sobre el peligro de
desequilibrio étnico que se seguiría de favorecer en demasía
a la Alianza del Norte, si se la convierte en guardia de corps del rey
pashtún nacido en 1914.
EL
MAPA DE LAS GUERRAS CIVILES
Diez
etnias en pugna
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1.
Pashtunes. Son el grupo más numeroso, lo que no significa que
alcancen la mayoría absoluta. Según algunas estimaciones,
alcanzan apenas al 38 por ciento de una población total afgana
calculada en 15 millones de habitantes. Están distribuidos en semicírculo
en el este y el sur del país. Son estas tribus las que lograron
repeler las invasiones especialmente rusas y británicas
en los siglos XVIII y XIX y ganar una independencia interna que se convirtió
en reconocimiento internacional en 1921. A esta importancia histórica,
sumada a su peso demográfico, se debe en parte su reclamo de legitimidad.
Y aún hoy son los titulares del poder, si se atiende que la abrumadora
mayoría de los talibanes es étnicamente pashtún.
Su lengua es el pashtún, lengua indoeuropea pariente del persa.
Son musulmanes sunnitas. En Pakistán, el mismo grupo recibe el
nombre de patanes, y suman 12 millones.
2.
Tayikos. Son cuatro millones. Representan un 25 por ciento de la población.
Se ubican en Herat, en el oeste, y en las montañas del noroeste.
Son vecinos de sus hermanos étnicos de la ex república soviética
hoy independiente de Tayikistán. Paradójicamente,
en Tayikistán hay menos tayikos que en Afganistán: unos
3,2 millones. El comandante Massoud era tayiko. Su lengua es el tayiko,
un dialecto persa arcaico conocido en Afganistán como dari. Mayoritariamente,
son musulmanes sunnitas.
3.
Hazaras. Son 1,3 millones. Representan el 19 por ciento. Enclavados
en el centro del país, son el único grupo étnico
que no se extiende, por sobre las fronteras, en los países vecinos.
Fueron tratados como herejes por los pashtunes, porque son musulmanes
chiítas. Las tentativas de obtener algún grado de autonomía,
apoyados en su momento por las fuerzas de la Alianza del Norte, fueron
violenta y exitosamente reprimidas por los talibanes.
4,
5 y 6. Uzbekos, turkmenos y kirguizes. Pueden sumar 1,5 millones.
Están ubicados en la frontera con Uzbekistán. Hablan una
lengua turca. Son mayoritariamente sunnitas.
7.
Aimakos. Unos 750.000. Ubicados en la montañas alrededor de
Herat. De origen seminómade. Hablan dari. Sus costumbres, aunque
islámicas sunnitas, son percibidas como anormales: sus mujeres
no usan velo.
8
y 9. Beluchos y brauis. Dos etnias que se confundieron a lo largo
del tiempo. Son 300.000 en el sur de Kandahar, a lo largo de la frontera
con el Beluchistán paquistaní, donde son unos 3 millones.
En Irak suman 1,2 millones. Independiente en el siglo XVIII, el Beluchistán
fue partido en tres por los ingleses al final del siglo siguiente. En
la década del 70 surgió una guerrilla que busca recrear
un Gran Beluchistán. Hablan pashtún y urdu.
10.
Nuristanis. Fueron llamados kafir, infieles, hasta su conversión
forzada y tardía en el siglo XIX. Son unos 100.000 en las montañas
al noroeste de Kabul. Quedan varios miles de kafir en Pakistán.
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