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Una intoxicación masiva de presos y guardias en la cárcel de Ezeiza

Ocurrió en el Complejo Penitenciario 1 y es la tercera vez que pasa. �Tractorcito� se salvó porque está en huelga de hambre.

Por Carlos Rodríguez

Este fin de semana, la crema de bismuto –el antidiarreico más popular y casero– fue la bebida oficial de consumo en el Complejo Penitenciario Uno de Ezeiza, donde 175 internos sufrieron las consecuencias naturales de una fuerte intoxicación masiva que puso bajo sospecha al servicio de comida privatizado que alimenta a los 1514 presos y a parte del personal del Servicio Penitenciario Federal (SPF) que cumple funciones allí. El subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno, confirmó el problema, aunque aclaró que “sólo cuatro de los casos fueron graves y requirieron asistencia con suero” por presentar cuadros de deshidratación. Esta es la tercera intoxicación masiva que se produce en el CP1 en menos de dos años y afectó, sobre todo, a tres pabellones del sector ingreso. En uno de ellos está Daniel “Tractorcito” Cabrera, famoso por su fuga del Departamento Central de Policía, quien se salvó porque desde hace una semana viene realizando una huelga de hambre para protestar por las condiciones de detención en la que se encuentra.
Ruiz Moreno, en diálogo con Página/12, admitió que la intoxicación comenzó a manifestarse “después de la cena del jueves”, cuando la empresa concesionaria envió cerca de dos mil raciones de cordero con puré. Claro que también están bajo análisis los tres platos siguientes, los dos del viernes y el almuerzo del sábado: pastel de papa, cazuela de mondongo y escalope con puré. Una de las cuatro comidas provocó el problema y voceros de los detenidos apostaron en contra del mondongo, acusado de “oler muy mal”. El subsecretario de Asuntos Penitenciarios dijo que enviaron muestras de las cuatro viandas a otros tantos organismos oficiales para realizar “las pruebas y contrapruebas bromatológicas que determinará en forma fehaciente cuál ha sido la causa del problema”.
El funcionario dijo que todavía “no se abrió ningún sumario en contra de la empresa que tiene la concesión”, Integralco S.A., pero dejó sentado que “se harán todas las actuaciones que fueran necesarias en caso de confirmarse que la causa fue la comida”. La otra posibilidad que se maneja es el consumo de agua contaminada, motivo por el cual “también se están haciendo los análisis”, que en todos los casos se conocerán el lunes. Desde que Integralco ganó la licitación, en octubre del año pasado, ya se produjeron “dos casos de intoxicaciones masivas” en el CP1, recordó ayer una fuente de la Procuración Penitenciaria. Hubo una tercera en la misma cárcel, inaugurada a fines de 1999 por el ex presidente Carlos Menem, pero en esa ocasión la empresa nada tuvo que ver. Ruiz Moreno dijo que de los cuatro internos que estaban con suero “hoy sólo queda uno, Osvaldo Saetone” y admitió que también se produjeron “algunos casos de intoxicación entre el personal penitenciario”.
Según Ruiz Moreno, ninguno de los afectados tuvo que ser internado, aunque otras fuentes consultadas por este diario sostuvieron lo contrario: “Por lo menos tres detenidos tuvieron que ser llevados al Hospital de Ezeiza”. El subsecretario dijo que la atención de los intoxicados corre por cuenta del plantel médico estable del CP1, encabezado por los doctores Donato Motta y Miguel Parreño. Las nutricionistas del SPF Susana Ramos y María Daniela Grassini, que fueron las primeras en tomar conocimiento del problema, estimaron en su informe que se trataría de una intoxicación producida por los alimentos sólidos.
Los presos afectados son 175, según lo dicho por Ruiz Moreno, aunque otras estimaciones hablan de “más de 200”, entre ellos algunos guardias e incluso miembros del Grupo de Acción Rápida (GAR), el cuerpo de elite antimotines recientemente creado en la órbita del Servicio Penitenciario Federal. Los análisis bromatológicos serán realizados en laboratorios de los ministerios de la Salud de la Nación y de la provincia de Buenos Aires y de la Municipalidad de Ezeiza.
Daniel “Tractorcito” Cabrera se encuentra desde hace meses en el pabellón uno del sector ingreso del CP1, uno de los más afectados por laintoxicación masiva. Desde su celda viene realizando denuncias por las condiciones de detención que soporta desde que fue recapturado tras su fuga del Departamento Central, pero esta vez no tiene nada que decir: por casualidad o por intuición, desde hace una semana venía realizando una huelga de hambre que lo mantuvo a resguardo de la comida.

 

 

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