Por
Silvina Friera
El
espíritu festivo de actores, dramaturgos, directores, escenógrafos,
coreógrafos, productores, músicos, estudiantes de teatro
y las Abuelas de Plaza de Mayo, que desbordaron el salón auditorio
del Centro Cultural Recoleta, presidió una de las actividades más
participativas del Festival Internacional, la presentación del
libro que recopila las obras que se presentaron en el ciclo Teatro por
la identidad. El actor y director Daniel Fanego, alma máter de
este movimiento, eligió Rebeldías por la diferencia, un
texto de Patricia Zangaro, autora de A propósito de la duda, para
explicar el camino transitado por ese puñado de artistas dispuestos
a sembrar la duda en los 500 chicos que todavía viven con la identidad
falseada. La noción de identidad como la historia de la cual
se apropia el sujeto para escribir su diferencia es altamente reducido
en el paisaje de la globalización, de la muerte del sujeto y del
fin de la historia que celebra el posmodernismo. Esta glorificación
de un presente ahistórico y acrítico, es la expresión
cultural del capitalismo tardío. Las luchas por la identidad, por
la reinscripción de la historia, por la recuperación de
un lugar jurídico y de transformación para el sujeto, constituyen
la forma más radical de rebelión y resistencia, leyó
durante la presentación. Publicado por Eudeba, con una ilustración
de Rep en la tapa, el libro recopila las 41 piezas teatrales que formaron
parte del ciclo 2001.
El dramaturgo Mauricio Kartún, responsable del prólogo,
recordó la gestación del movimiento Teatro Abierto. Corre
el fin de la dictadura militar en Buenos Aires. Una banda de dramaturgos
rabiosos pone toda su leche en veinte textos cortos. ¿Cómo
convertir 300 carillas en un acontecimiento político capaz de conmoverle
las tripas al poder? Un par de meses después el público
hace cola en horarios insólitos para sumarse desde su lugar el
único que le da sentido a aquel ya mítico Teatro Abierto.
En la platea escuchaban Estela Carlotto, Alba Lanzilotto junto a otras
Abuelas, los actores Eduardo Blanco, Vita Escardó, Marcela Ferradás,
y los dramaturgos Roberto Perinelli, Hugo Men, Marta Betoldi, Cecilia
Propato, entre otros. Se juntan unas pocas voluntades lúcidas
con la intención solidaria de colaborar desde el arte con la búsqueda
inclaudicable de las Abuelas de Plaza de Mayo. Con sabiduría y
modestia le pasan el desafío al teatro. Abren el juego a la comunidad
teatral. Talía, musa fané, le da un pie para subir al proscenio,
y el viejo teatro, tan alejado en los últimos años de toda
función política, se reinventa a sí mismo.
Ferradás leyó un texto de Luis Rivera López (autor
de Murga de la identidad, que fue cantada en la apertura del ciclo 2001.
Un libro es un intento de escapar de lo inmediato, de apostar a
la perdurabilidad del papel, la memoria de la tinta, al polvo acumulado
en los anaqueles de las bibliotecas, al tiempo encerrado entre dos tapas
de cartón. Es un esfuerzo por atrapar esas imágenes, esas
lágrimas, esos aplausos, esos increíbles instantes de rebeldía,
de lucha, de angustia y satisfacciones que transcurrieron mientras intentábamos
entre todos eso de Teatro por la Identidad.
Después de las reflexiones de Rivera López se representó
una de las obras del ciclo: La entrevista, escrita por el joven Bruno
Luciani. María José Gabín, dúctil para transitar
entre el humor y el drama, consiguió generar un clima de fuerte
tensión dramática, sin dejar de provocar risas en el público.
Hay momentos sublimes en la vida y éste es uno de esos",
aseguró Carlotto, presidenta de Abuelas. "Pronto vamos a cumplir
24 años de lucha, de trabajo intenso, de abrir caminos. No hay
tiempo, no hay edad para una lucha justa y es la que estamos dando, no
sólo las Abuelas sino todo el pueblo argentino. En la misma
línea, Lanzilotto cuestionó la actitud del Gobierno argentino
frente a la guerra que parece avecinarse.El pueblo argentino sólo
puede ser involucrado en la guerra contra la miseria, la desocupación,
el hambre, en ninguna otra guerra, subrayó.
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