Por Cledis Candelaresi
La Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales informó ayer su intención de transferir el
92,7 por ciento de acciones de Aerolíneas Argentinas y el 90 por
ciento de Austral al operador turístico hispano Marsans, firma
privada que se alzará con la línea de bandera prácticamente
sin desembolsar dinero. Los nuevos accionistas españoles prometen
garantizar la estabilidad del personal por dos años, salvo
acuerdo en contrario con los gremios, y según confió
una fuente del grupo privado a Página/12 aumentar la productividad
mediante la revisión de desventajosos contratos que habría
celebrado la vendedora. Pero esas promesas no consiguieron seducir a los
gremios, que ayer se resistían al cambio de manos con argumentos
semejantes a los del empresario Eduardo Eurnekian, frustrado comprador.
Hubiera sido mejor un accionista argentino, que desarrollara una
estrategia local, se lamentó ayer ante este diario el dueño
de Lapa y adjudicatario de los aeropuertos.
El único y firme apoyo al anunciado cambio accionario vino de parte
del ministro de Infraestructura, quien arremetió con declaraciones
rebosantes de optimismo: la remozada Aerolíneas incorporaría
nada menos que 3000 empleados nuevos, promesa que ninguna fuente ligada
al oferente elegido ratificó ayer. Carlos Bastos también
consideró muy auspicioso el interés empresario
manifestado en lo que queda de Aerolíneas y su controlada Austral,
no sólo atento a la aguda recesión argentina, sino a la
crisis que desató el terrorismo en el mercado internacional de
aeronavegación.
Este contexto adverso alimenta las dudas acerca del propósito del
grupo español privado. Según una hipótesis optimista,
Aerolíneas le serviría a Marsans como cabecera de playa
para desarrollar su negocio turístico en Sudamérica, potencialmente
más vendible desde que los atentados a las Torres Gemelas transformaron
el Hemisferio Norte en un lugar de riesgo. De acuerdo a la visión
más apocalíptica, la cesión de acciones a un grupo
privado es sólo una transición hacia una ineludible quiebra,
en la que el Estado español quedaría libre de culpas.
Lo cierto es que Marsans se erigió en favorito de la SEPI con un
esquema similar al que habían previsto otros interesados y que
permite comprar sin dinero.
El grupo privado asumiría cerca de la mitad del pasivo de Aerolíneas,
fundamentalmente las deudas contraídas con proveedores, entre los
que se incluyen la también española Repsol. Fuentes de la
empresa eludieron precisar ítems y montos, pero es sabido que éstos
sufrirán una reducción durante el concurso de acreedores.
Quizás esta previsible quita haga más digerible esas obligaciones
que, a su vez, tendrán plazos de cancelación mayores.
Marsans también asume el compromiso de aportar en un futuro cercano,
quizás dos o tres meses, 50 millones de dólares como ampliación
de capital. La SEPI, a su vez, se obligó a aportar la semana próxima
los fondos necesarios para pagar los salarios de agosto y septiembre,
de los que el personal sólo cobró un módico anticipo.
Pero quienes conocen la intimidad de Aerolíneas, estiman que se
necesitan por lo menos 200 millones de dólares para que ésta
recupere la operatividad que tenía antes de que se desatara la
última gran crisis.
El inminente dueño de AA aseguró a través de un comunicado
su intención de mantener la estabilidad de los casi 7000 trabajadores
por dos años, aunque con la salvedad de que el plantel podría
reducirse si hubiera acuerdo con los gremios. La renegociación
de convenios, uno de los puntos del cuestionado plan director que impulsaba
la SEPI, seguramente será otra consigna empresaria. Sin embargo,
una alta fuente de Marsans Argentina aseguró anoche que la depuración
de costos será intentada mediante la revisión de contratos
desventajosos para Aerolíneas y no necesariamente mediante la temida
reducción de la plantilla. El plan operativo parece modesto: recuperar
gradualmente la menguada operatividad de Aerolíneas, prácticamente
con la flota actual, a la que consideran en muy buenas condiciones.
La responsable de esa operación será la sociedad que el
operador turístico ibérico seguirá conformando con
el Estado argentino, dueño del 5 por ciento, y los trabajadores,
que tienen un 2 por ciento por el Programa de Propiedad Participada. Este
porcentaje podría ser acrecentado en un futuro, a través
de un mecanismo similar al que había intentado sin éxito
instrumentar la SEPI: los empleados podrían recibir acciones como
premio por una mayor productividad. Otra idea a instrumentar en un futuro
próximo, es la apertura de hasta el 15 por ciento del capital accionario
a nuevos inversores instituciones, mediante la oferta pública en
Bolsa.
Claro que para que todo ese plan se ponga en marcha es necesario, previamente,
que el oferente salve la restricción legal de ser una firma extranjera:
la SEPI fue exceptuada del requisito de nacionalidad que impone la ley
a una empresa que pretenda operar un servicio de cabotaje y con status
de aerolínea de bandera, pero este condicionamiento ahora rige
a pleno.
Para salvar ese obstáculo, Marsans podría buscar amparo
en su propia y compleja red societaria. Esta operadora turística
es propietaria del 80 por ciento de la local Air Plus, línea de
charters al Caribe. El 20 por ciento restante corresponde al argentino
Luis Lupori, presidente y cara visible de esa línea. Marsans, a
su vez, pertenece mayoritariamente a la chartera europea Air Comet y al
español Antonio Mata.
El encargado legal de Air Plus es Fernando Doso, ex director de Transporte
Aerocomercial del menemismo en la época de la privatización
de Aerolíneas
y ex gerente de política aérea de Aerolíneas Argentinas
hasta hace meses, presuntamente marginado de la compañía
por su sincera defensa de los cielos abiertos.
La maraña empresaria hasta deja resquicio para que Rodolfo Terragno
cumpla su sueño. Marsans es también propietaria del 51 por
ciento de Spanair, sindicada como la segunda aerolínea de España,
en sociedad con la escandinava SAS, a la que el dirigente radical soñaba
hace más de una década entregar Aerolíneas Argentinas.
Claves
- El grupo español Marsans, cuyos principal negocio es
el turismo, se quedó con Aerolíneas Argentinas.
- La española SEPI, que controlaba AA, eligió esa
oferta al considerarla que es la que genera una mayor estabilidad
laboral.
- Los nuevos accionistas prometen garantizar la estabilidad del
personal por dos años.
- Marsans asumió el compromiso de aportar, quizás
en dos o tres meses, 50 millones de dólares como ampliación
de capital.
- El plan operativo parece modesto: recuperar gradualmente la menguada
operatividad de Aerolíneas, prácticamente con la flota
actual, a la que consideran en muy buenas condiciones.
- Los gremios no ocultan su rencor con la SEPI y expresan su desconfianza
hacia Marsans.
- Eduardo Eurnekian, frustrado comprador: Hubiera sido mejor
un accionista argentino, que desarrollara una estrategia local,
se lamentó.
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Quién
es el grupo ganador
El flamante dueño
y operador de Aerolíneas fue fundado en 1908 en Barcelona, como
empresa de viajes y turismo. Actualmente factura 2000 millones de dólares
anuales, ocupa a más de 11.000 empleados y tiene presencia en España,
Francia, Italia, Brasil, México, Venezuela y Argentina. El Grupo
esta conformado por empresas dedicadas a la industria del turismo, entre
ellas las más importantes son:
- Viajes Marsans (creada en 1910), especializada en la venta de paquetes
turísticos.
- VIE Viajes, dedicada básicamente al área del business
travel.
- Spanair, una compañía de transporte aéreo creada
en 1988 que inició su actividad en el rubro del charter y, a partir
de 1993, aumentó su actividad a vuelos regulares. El capital social
de la compañía pertenece 51 por ciento al Grupo Marsans
y 49 por ciento a la aerolínea escandinava SAS.
- Air Plus Comet, es una compañía creada en 1996 en la que
el grupo controla 70 por ciento y se especializa en vuelos charter. Con
filiales en Buenos Aires y Nueva York, opera con una flota de 6 Airbus
310/300.
- Trapsatur, es una empresa mayorista de turismo especializada en circuitos
por España y Europa occidental.
- Pullmantur. Operador mayorista de turismo que combina vuelos regulares
y charters con circuitos terrestres por Marruecos, Portugal, España,
el resto de Europa occidental y Oriente Medio.
- Club de Vacaciones, es una empresa mayorista cuyo capital pertenece
en su totalidad a Spanair.
En la Argentina el grupo opera desde hace 30 años y es propietario
de varias empresas ligadas al sector, entre ellas la línea aérea
Air Plus Argentina.
Un
operador de clase turista
Por
Raúl Dellatorre
Cualquier consultor
mínimamente informado hubiera señalado al actual como el
peor momento para tratar de colocar una empresa aerocomercial. Si el negocio
ya se presentaba como ruinoso antes de las repercusiones de los atentados
del 11 de septiembre, hoy es prácticamente inconcebible la supervivencia
de una línea aérea que opere en el mercado internacional
sin respaldo de fondos oficiales. En ese marco, extrañamente, aparece
la compra de Aerolíneas Argentinas por el grupo Marsans, operador
de otra actividad que padece la crisis originada en el pánico irradiado
por el impacto de dos aviones de línea contra las Torres Gemelas:
el turismo.
Reducción de venta de pasajes, levantamiento de rutas, suspensiones
y despidos de personal en compañías aéreas y quebrantos
multimillonarios en las mismas empresas son los condimentos del actual
panorama aerocomercial. Casi como un símbolo, ayer la otrora poderosa
Swissair anunció la suspensión en forma indefinida de sus
vuelos, ante la imposibilidad de afrontar el pago del combu stible de
sus aviones. Más cercana geográficamente, Lan Chile anunció
una reducción del 10 por ciento en sus operaciones (abandonará
una decena de rutas) y el 5 por ciento del personal (650 despidos). Según
justificó la empresa trasandina, la aviación comercial vive
la crisis más grave en su historia, un diagnóstico
seguramente compartido por cualquier otra aerolínea del mundo.
A través de la optimización de la gestión empresarial,
haciendo sinergia entre sus distintos negocios y aprovechando las vetas
que dejaría el contexto de crisis, Marsans debería convertir
en rentable una empresa hoy endeudada, deficitaria y ahogada por la competencia.
Quienes desde posiciones muy próximas al grupo turístico
aseguran que ello es posible, destacan que Aerolíneas ya estaba
en plena reestructuración al momento del ataque a las Torres Gemelas,
y la crisis que ahora se generalizó podría abrirle el paso
para encontrar una oportunidad. Mencionan, como ejemplo, las nuevas facilidades
que tendrá para recuperar rutas, el menor costo para renovar flota
y hasta un mejoramiento en las condiciones de competencia frente a las
empresas norteamericanas, por la aprehensión a éstas tras
los atentados. Pero no se explica en cuánto afectará a Aerolíneas
la actual crisis internacional.
Aunque el destino de Aerolíneas en manos de Marsans, frente a las
actuales dificultades, aparece incierto, las autoridades nacionales no
ocultaron su satisfacción por la elección de la SEPI que
favoreció al operador turístico español. En los papeles,
las otras dos propuestas conocidas, cuyos titulares eran el ex administrador
Juan Carlos Pellegrini y el ex accionista de Austral Enrique Menotti Pescarmona,
aparecían incluso con menos sustento que la española. Otra
oferta, encabezada por un fondo inversor estadounidense, se mantuvo en
absoluta reserva y jamás llegó a conocerse su propuesta
ni titulares. Ninguna de las dos ofertas nacionales eran vistas con buenos
ojos por las autoridades, según se comentó ayer en la reunión
del gabinete nacional. Y en cambio, aseguran que la opción Marsans
no descarta una participación de capitales privados locales: algunos
miembros del gobierno aseguraron que existe una estrecha vinculación
entre los operadores turísticos españoles y Eduardo Eurnekian,
que recientemente adquirió LAPA para transformarle en ARGentina.
Las dudas para el futuro del mercado aerocomercial no son hoy distintas
a las existentes antes de la transferencia de Aerolíneas, aunque
cambien los actores: cuántas compañías lograrán
ser rentables, cuántas desaparecerán y cuáles se
verán obligadas a fusionarse. La ex LAPA, Southern Winds y Dinar
saben que ahora empieza a definirse su suerte, a partir de los pasos que
resuelva dar Marsans con Aerolíneas. El operador español,
a su vez, deberá decidir el futuro de sus dos compañíaspreexistentes,
Air Plus y Spanair: su continuidad o su integración esta
última, la alternativa más probable con Aerolíneas.
Según datos que trascendieron ayer, sólo por la primera
sufre un quebranto de 750 mil dólares. Y no hay demasiados argumentos
para sostener la idea de seguir operando, en paralelo, tres compañías
para atender sus paquetes turísticos.
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