Por Susana Viau
y Victoria Ginzberg
En coincidencia con su colega,
el juez federal Gabriel Cavallo, Claudio Bonadío sustentó
la inconstitucionalidad e invalidez de las leyes de Obediencia Debida
y Punto Final al procesar y dictar el embargo de bienes a los ex miembros
del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)
Juan Carlos Rolón, Jorge Carlos Radice, Jorge Eduardo Acosta y
Francis Whamond; el cuidador de caballos Aldo Roberto Maver y el dictador
Emilio Eduardo Massera. Bonadío consideró que, encabezados
por el ex almirante, los represores de la ESMA formaron una asociación
ilícita destinada a secuestrar y desapoderar de sus bienes a un
grupo de desaparecidos. Página/12 reveló hace casi tres
años que valiosas tierras de Chacras de Coria, propiedad del empresario
Victorio Cerutti, el contador Horacio Palma y el abogado Conrado Gómez
habían sido transferidas a una cadena de sociedades ficticias,
en cuyo extremo estaba Misa Chico, integrada por el hermano y el hijo
de Massera.
Para declarar la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida
y Punto Final el magistrado se basó en argumentos similares a los
elaborados por Cavallo al citar a declarar a Julio Simón (El Turco
Julián) y Juan Antonio del Cerro (Colores) por la desaparición
de la familia Poblete. Es decir, la supremacía de los pactos internacionales
de derechos humanos sobre el derecho interno y el derecho de gentes consagrado
en la Constitución. Bonadío consideró que las leyes
eran incompatibles con la Convención Americana de Derechos Humanos,
la Declaración Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos. También citó el
artículo 29 de la Constitución que considera infames
traidores a la patria a quienes formulen, consientan o firmen
el otorgamiento de facultades extraordinarias al Ejecutivo o a otros poderes
del Estado y establece que estos actos deben ser declarados nulos.
Esta causa se inició a raíz de las declaraciones formuladas
por el ex marino Alfredo Astiz a la revista trespuntos en enero de 1998.
Federico Gómez, hijo de Conrado Gómez, acusó al represor
por la desaparición de su padre y pidió que el expediente
fuera caratulado como genocidio. Su abogado, Eduardo Barcesat,
reclamó la anulación de las leyes de impunidad pero su planteo
fue desestimado por el juez que estaba a cargo de la causa, Gustavo Literas.
Barcesat había argumentado que el nacimiento de una ley de
la nación no puede ser la consumación de un delito
y que estas normas fueron sancionadas a punta de pistola.
A raíz de esa presentación, en mayo del año pasado
la Cámara Federal aportó el primer indicio de que las llamadas
leyes de impunidad podían ser invalidadas. Los jueces Horacio Cattani,
Eduardo Luraschi y Martín Irurzun consideraron que las normas no
eran de cumplimiento obligatorio. Luego de este fallo, el Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS) reclamó ante Cavallo la inconstitucionalidad
de la Obediencia Debida y Punto Final, que fue proclamada en marzo por
ese magistrado. Como en el caso Poblete, que se inició por la apropiación
de una menor, este expediente avanzó porque existía un delito
no amparado por las leyes de impunidad: el desapoderamiento de bienes.
Pero ayer, Bonadío procesó a los cinco ex miembros del grupo
de tareas de la ESMA por la privación ilegítima de la libertad
de Gómez. Es una batalla más contra las inmundas leyes
contra las que trabajamos durante catorce años, afirmó
Barcesat luego de conocer la decisión de Bonadío.
Asesinos S.A.
En enero de 1977, los integrantes de los grupos de tareas de la Escuela
de Mecánica de la Armada realizaron tres allanamientos casi simultáneos
en Mendoza, provincia de Buenos Aires y Capital Federal. En el primero
secuestraron al casi octogenario Cerutti y a su yerno, Omar Masera Pincolini;
en el segundo, en la localidad de Hurlingham, al contador Palma; en el
tercero, en la avenida Santa Fe, al abogado Conrado Gómez. En el
departamento de Gómez montarían una ratonera en la que cayeron
buena parte de los integrantes del área de finanzas de Montoneros.
Los tres hombres fueron trasladados a los sótanos de la ESMA y
allí comenzó el salto en calidad de lo que hasta entonces
no había sido sino rapiña. Los marinos, alborozados, creían
haber dado con una parte sustancial del dinero pagado por los hermanos
Juan y Jorge Born en calidad de rescate. No fue así, pese a que
en la caja fuerte de Gómez hallaron una elevadísima suma
de su propiedad. También encontraron los títulos de propiedad
de Cerro Largo, la sociedad que Cerutti había formado con Palma
cuando las finanzas de sus negocios vitivinícolas empezaron a andar
mal. Gómez era el asesor de Cerro Largo, que administraba veinticinco
hectáreas en Chacras de Coria, la zona más residencial y
cara de la provincia. Las tierras tenían una valuación que
rondaba los veinte millones de dólares.
Con prolijidad, los oficiales de la ESMA se llevaron del departamento
de la avenida Santa Fe todo lo que encontraron a mano, hasta el azúcar
y la yerba. En ese lote entró, incluso, el Ford Farlaine de Gómez
a cuyo volante el represor arrepentido Adolfo Scilingo confesaría
haber visto luego al oficial Berrone. A Gómez le serían
robados también los caballos de carrera que lo apasionaban y pasaron
primero a manos de un inexistente Juan Héctor Ríos que,
ahora se ha venido a saber, era la falsa identidad usada por el teniente
Jorge Radice, encargado de los temas financieros del ex almirante.
En una segunda instancia, la titularidad de los caballos fue a parar al
cuidador Aldo Maver, un hombre conocido en el ambiente turfístico.
Juan Héctor Ríos, otro individuo tan fantasmagórico
como él, Federico Williams nombre que, se ha probado, encubría
al capitán Francis William Wahmond y el mendocino Manuel
Campoy, con la complicidad de los escribanos Manuel Campoy padre y Ariel
Sosa Moliné fraguaron la documentación que les traspasaba
la sociedad y las tierras de Chacras de Coria y rebautizaron como Wil-ri,
la versión apocopada de Williams y Ríos. La actual jueza
en lo contencioso administrativo federal Emilia Martha García fue
sucesivamente síndico suplente, síndico titular y accionista
minoritaria del engendro.
Wil-ri se presentó en Mendoza como inmobiliaria y con bombos y
platillos celebró el inicio de un proyecto de urbanización
de las tierras, cuyas calles llevaron identificaciones de puro cuño
castrense: Honor, Dignidad, y así seguían. Poco tiempo más
tarde, Wil-ri cedería las propiedades a Misa Chico, la sociedad
que, tal como revelara este diario en febrero de 1998, formaban Carlos
Massera y Eduardo Massera hijo. Por esos hechos han sido procesados y
embargados ahora Juan Carlos Rolón, Jorge Perren, Francis Wahmond,
Jorge El Tigre Acosta, Emilio Eduardo Massera y Jorge Radice,
quien se dedica febrilmente a escribir, vaya a saber qué, en la
base naval de Zárate, convertida en prisión de este puñado
de valientes muchachos de la Armada.
Los cargos y embargos
|
Los siguientes son los cargos y los embargos que la Justicia dictó
contra seis ex oficiales de la ESMA y un civil, al declarar la inconstitucionalidad
y nulidad insanable de las leyes de Obediencia Debida
y Punto Final.
-Emilio Eduardo Massera: Jefe de una asociación ilícita.
Embargo por un millón de pesos.
-Jorge Tigre Acosta: Organizador de una asociación
ilícita. Privación ilegal de la libertad agravada por
haberse cometido con violencia o amenazas. Extorsión en forma
reiterada (seis hechos). Embargo por 500.000 pesos.
-Juan Carlos Rolón: Integrante de una asociación ilícita.
Privación ilegal de la libertad agravada por haberse cometido
con violencia o amenazas. Extorsión en forma reiterada (cinco
hechos) en calidad de partícipe necesario. Embargo de 50.000
pesos.
-Jorge Rádice: Integrante de una asociación ilícita.
Privación ilegal de la libertad agravada. Extorsión
en forma reiterada (seis hechos). Falsificación de documento
público. Embargo por 500.000 pesos.
-Francis Wahmond: Integrante de una asociación ilícita.
Privación ilegal de la libertad agravada. Falsificación
de documento público. Extorsión. Embargo por 250.000
pesos.
-Jorge Perrén: Integrante de una asociación ilícita.
Privación ilegal de la libertad agravada. Extorsión
en forma reiterada (cinco hechos) en calidad de partícipe necesario.
Embargo por 50.000 pesos.
-Aldo Maver: Extorsión en forma reiterada (cinco hechos) en
calidad de partícipe necesario. Embargo por 50.000 pesos. |
OPINION
Por Horacio Verbitsky
|
El reloj de oro
El juez federal Claudio Bonadío declaró ayer inconstitucionales,
inválidas y nulas de nulidad insanable las leyes de punto
final y de obediencia debida, tal como ya había hecho hace
siete meses su colega Gabriel Cavallo. La causa se inició
por la denuncia del periodista Federico Gómez, hijo del detenido-desaparecido
Conrado Gómez, quien fue secuestrado y sus bienes saqueados.
El juez federal Gustavo Literas había rechazado la demanda
invocando las leyes de impunidad. Pero la sala II de la Cámara
Federal, el tribunal cuyas decisiones fueron desmontando uno a uno
los adefesios jurídicos que protegían a los ejecutores
del Estado Terrorista, dijo que no podía darse por sentado
que el despojo de las propiedades y hasta los caballos de carrera
de Gómez hubiera formado parte del alegado propósito
de reprimir el terrorismo y le ordenó que investigara
si no se trató de un desvío de poder, que ninguna
ley protege. Los camaristas Horacio Cattani, Martín Irurzun
y Eduardo Luraschi agregaron que, además del delito económico,
subsistía la desaparición de Gómez, quien fue
secuestrado el 10 de enero de 1977, fue visto en la ESMA y nunca
reapareció. Su desaparición forzada es un delito
de lesa humanidad y, como tal imprescriptible, de acuerdo
con el derecho internacional de gentes reconocido por la Constitución
y por la Corte Suprema de Justicia al conceder la extradición
del criminal nazi Erich Priebke, dijeron, en un obiter dictum de
enorme trascendencia. Fueron esas líneas las que decidieron
al CELS a solicitar la nulidad de las leyes, porque dejaron en claro
que no subsistían razones jurídicas, ni éticas,
ni políticas, ni internas ni internacionales que lo impidieran.
Así lo entendió Cavallo, quien el 6 de marzo firmó
su histórico fallo, y ahora Bonadío.
Los capitanes Juan Carlos Rolón y Jorge Perren admitieron
su participación en la guerra sucia y describieron con pretendida
ingenuidad el mecanismo de secuestro-tortura-delación-secuestro
que fue el método maestro de la inteligencia estructural
de la Armada. Una de sus víctimas, dijo Perren, entregó
una cantidad relevante de información, y se convirtió
en un elemento clave que facilitó la captura
de otras personas, que a su vez fueron secuestradas, entre ellas
Gómez. Es el modelo de la Batalla de Argelia, que el general
francés Paul Aussaresses acaba de describir en su libro Services
spéciaux, Algérie 1955-1957. Hace ya diez años,
el almirante Horacio Mayorga reconoció en un diálogo
estremecedor con la periodista estadounidense Tina Rosenberg que
en la ESMA habían torturado, pero, igual que Perren y Rolón
ahora, insistió en que no habían robado. Somos
oficiales de la Armada, no nos vamos a ensuciar por un reloj de
oro, reclamó. También dijo que si en un procedimiento
encontraban un maletín con medio millón de dólares,
entregaban hasta el último billete. Casi lo mismo declaró
Rolón ante Bonadío. Ni siquiera contó cuánto
había en el maletín, antes de entregarlo a sus jefes,
dijo.
Hasta hoy, estos marinos parecen creer que secuestrar, torturar
y asesinar fue una actividad generosa y lo único que les
preocupa es explicar que no se quedaron con los bienes de sus víctimas.
En este caso hay quienes hicieron una cosa y la otra. Proceder sólo
contra los rapiñadores y dejar a salvo a los meros secuestradores
y torturadores hubiera ido en contra de la rica jurisprudencia nacional
e internacional que descalifica ese artificio creado por las leyes
de impunidad. Por eso Bonadío dispuso la nulidad, invalidez
e inconstitucionalidad de esas disposiciones y junto con el ex dictador
Emilio Massera, Jorge Acosta, Jorge Radice y Francis Whamond también
procesó y dictó la prisión preventiva de Rolón
y Perren, los únicos a quienes la Armada hizo defender por
abogados navales. Hay algunos delitos más graves que quedarse
con un reloj de oro.
|
|