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�Las claves son presión, inteligencia y celeridad�

El contraalmirante británico Richard Cobbolds, director del Royal United Service Institute, explica a Página/12 en entrevista exclusiva cuáles son las claves para ganar la menos convencional de las guerras.

El regimiento de Lanceros británico en la operación Swift Sword en el desierto de Omán.

Por Marcelo Justo
Desde Londres

El consenso es que la doctrina clásica militar no sirve para planear la posible intervención en Afganistán y la guerra contra el terrorismo. En diálogo con Página/12, el contraalmirante Richard Cobbolds, director del prestigioso Royal United Service Institute, una craneoteca de temas estratégicos y militares, indicó que esto implica una reevaluación de los manuales de historia militar. “La guerra consistirá en operativos cortos, seguidos de actividad diplomática y presión económica. El principal problema a evaluar hoy no es la resistencia militar que pueda oponer el enemigo sino el rol fundamental de la inteligencia para realizar ataques muy precisos que permitan ganar la batalla diplomática”, indicó Cobbolds a Página/12.
–¿Qué fuerzas enfrentará el operativo militar estadounidense?
–Tenemos las fuerzas del gobierno talibán y las de Osama bin Laden que están vinculadas pero que no son lo mismo. No todos los hombres del Talibán forman parte de la red de Bin Laden y no todos los hombres de Bin Laden forman parte del gobierno afgano. En el caso de este último podemos asumir que tiene armamento pesado, la mayor parte estadounidense, bastante viejo, y el resto capturado a la Alianza del Norte, que tenían material bélico soviético. El nivel de armamento antiaéreo que tienen es muy rudimentario. Quizás aún tengan misiles Stinger, que puede ser desviado por “decoys”, por armas falsas, de utilería. Pero creo que es muy posible que la intervención militar no siga la doctrina convencional, que es deshacerse primero del sistema integrado de defensa antiaérea y sólo después buscar los blancos que se quieren alcanzar. El problema fundamental es tener la inteligencia precisa en el espacio y el tiempo como para poder pasar de la ubicación del blanco al golpe concreto contra las unidades enemigas.
–En el caso de Osama bin Laden, según fuentes de inteligencia rusa citadas por la prensa tendría unas 55 bases y unos 13.000 combatientes.
–Es posible. Pero sería un error prestar demasiada atención a esta cuestión numérica. Cuando los rusos hablan de 55 bases, el término tiene algo engañoso, porque no se trata de bases en el sentido usual de la palabra. Yo prefiero hablar de redes que tiene Bin Laden y que por supuesto van más allá de los límites de Afganistán y están compuestas por ramas militares, financieras, logísticas. Lo mismo sucede con el número de efectivos de Bin Laden. No se trata de una fuerza militar en el sentido clásico. No está en formación, no ataca o se defiende en bloque. Estamos hablando de fuerzas que tienen gran movilidad y que muchas veces serán unidades de no más de cuatro personas. A diferencia del gobierno talibán, las fuerzas de Bin Laden no tienen armamento pesado, como tanques. Es esencialmente una fuerza guerrillera.
–Contando con estas fuerzas enfrente, ¿qué objetivos inmediatos se debe plantear una intervención militar?
–El primer objetivo es alcanzar los blancos sin sufrir daño colateral. Estados Unidos es bien consciente de los peligros que esto representaría para una alianza antiterrorista en Medio Oriente. Saben que un grave error de este tipo podría agravar al máximo la situación. La primera fase será seguramente un ataque aéreo, apoyado luego por misiles de alta precisión que pueden ser lanzados desde el aire o desde el mar. Creo que se prestará mucha atención a las diferentes armas de la guerra: tanto a lo militar como lo diplomático. Con lo que veremos una progresión que se decidirá sobre la marcha: es decir un operativo militar que, de acuerdo con su resultado, será seguido de un tipo de acción diplomática. Es posible, porejemplo, que surja un distanciamiento entre Osama Bin Laden y el gobierno afgano. O que la Alianza del Norte pase a tener más influencia gracias al apoyo ruso. Esto reestructurará la estrategia militar.
–¿Le parece que el objetivo actual es derrocar el gobierno talibán?
–Es difícil de saber. Nadie va a lamentar si el gobierno talibán desaparece. El problema concreto es encontrar con quién reemplazarlo. Lo más posible es que se lo sustituya con la Alianza del Norte que no es una fuerza muy adecuada porque es muy pequeña, no ha demostrado una gran capacidad combatiente y no tiene la capacidad de formar un gobierno que, en la situación actual de Afganistán, tendría una tarea mayúscula por delante.

 

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