Por Gabriel A.
Uriarte
Desde
Washington
Algunos en Washington se preparan
para lo peor. Otros, por motivos que consideran igualmente legítimos,
insisten en afirmar que ya pasó. Es por eso que el refuerzo de
la seguridad que se vive en la capital norteamericana es muy desigual.
A veces, los dos bandos se ponen de acuerdo, como en reabrir ayer el Aeropuerto
Nacional Ronald Reagan, cerrado desde el 11 de setiembre. Pero son excepciones.
Cuando salen los empleados de edificios federales, se pueden oír
interminables variaciones de la misma queja: más puestos de control
y más zonas restringidas dentro de los edificios. Pero hay huecos
muy visibles en este atrincheramiento. El edificio del Congreso, por ejemplo,
está en lo que varios expertos de seguridad consideran una posición
muy peligrosa, con dos avenidas muy concurridas, la Constitution e Independence,
a menos de 100 metros de distancia a cada lado. Las comisiones federales
de seguridad quieren cerrar estas avenidas, pero las autoridades municipales
se resisten ya que más de 26.000 automóviles las usan a
diario. ¿Por qué cree que queremos cerrarlas?,
disparó un agente apostado afuera del edificio.
Este es sólo el ejemplo más vistoso de los varios puntos
que han sido dejados casi sin protección aún después
de la destrucción de las Torres Gemelas el 11 de setiembre, y con
la perspectiva actual de una represalia militar inminente contra Afganistán.
Son puntos cuyo valor como objetivo terrorista es proporcional, si no
idéntico, a su valor turístico o comercial. Las agencias
federales miran al primer aspecto de la ecuación; los dirigentes
de la municipalidad de Washington D.C. y los congresistas locales, el
segundo. El presidente está muy preocupado por la seguridad,
pero también entiende la importancia de volver a la normalidad
para salvar la economía del país, enfatizó
ayer el representante James Gilmore de Virginia. Salía de reunirse
con Bush para presentarle sus cálculos de que el cierre del aeropuerto
Reagan infligieron una pérdida de 10 millones de dólares
por día a las industrias del turismo, y que en total el gobierno
local del Distrito de Columbia habrá perdido unos 80 millones de
dólares en impuestos. Respecto al aeropuerto, los congresistas
y Bush llegaron a un acuerdo. Pero en general cada autoridad actúa
como quiere en su propia jurisdicción.
En efecto, se puede adivinar cuál edificio está bajo el
gobierno federal y cuál bajo las autoridades locales simplemente
midiendo el nivel de seguridad. Los primeros son casi fortalezas. El Departamento
de Justicia, sin ir más lejos, tiene múltiples barreras
de hormigón colocadas de forma angular para detener cualquier coche
bomba. También forzó a sus cientos de empleados a usar solamente
una entrada en todo el edificio, y colocó patrullas constantes
en las calles exteriores para vigilar paquetes o personas sospechosas.
En general, los complejos federales dejaron de ser complejos
y se transformaron en campos fortificados unificados. Todo resquicio está
sellado. La calle 6 entre la Corte Suprema de Justicia y el edificio federal
John Adams, por ejemplo, está barricada con macetones de hormigón
y un destacamento policial en cada punta que impide la entrada de cualquier
peatón que no trabaje dentro de esos edificios. Sobra decir que
los tours dentro de estos edificios están cancelados hasta
nuevo aviso.
Pero a sólo algunas cuadras de distancia el cuadro puede invertirse
abruptamente. Como en el famoso Museo Smithsoniano de Aire y Espacio.
Anteayer el gobernador Ronnie Musgrove argumentó que el mayor
peligro para nuestros niños es que no puedan visitar Washington
D.C. para entender su pasado histórico: asumimos riesgos todos
los días cuando nos subimos a un auto, y éste es un riesgo
que vale la pena tomar. Entrar al museo en cuestión sugiere
que el riesgo es bastante mayor. No hay detectores de metales, y el chequeo
de bolsos es muy descuidado. Y, en todo caso, el personal policial es
muy escaso. Hay tres guardias en la entrada, todos de la Policía
Metropolitana de Washington, y unos 15 más dentro. Es muy poco
considerando que deben cubrir un edificio de más de 400 metros
de largo, con dos pisos y múltiples cuartos internos. La presencia
de niños entendiendo su pasado histórico era efectivamente
inexistente, pero había muchos turistas en grupos de 20 que bien
podían servir como rehenes o víctimas de un equipo terrorista
que tome el edificio armado con nada más que ametralladoras y revólveres.
La intersección más simbólica del conflicto de prioridades
entre los gobiernos federal y local se da en el Congreso. La división
es casi exacta. Dos calles, las que están en el frente y la parte
trasera del edificio, están cerradas, pero dos avenidas en los
lados siguen abiertas al tráfico. Sin embargo, el peligro de un
coche bomba en Constitution o Independence podría no ser el mayor.
Como su nombre lo indica, Capitol Hill es una colina, con varios desniveles
que serían difíciles de atravesar con auto aún en
tiempos normales, y mucho menos ahora que hay múltiples anillos
concéntricos de macetones y autos de la policía. Sin embargo,
caminando se puede llegar fácilmente, como lo comprobó Página/12,
a las ventanas laterales del edificio sin ser echado por varios minutos,
minutos que podrían ser cruciales en cualquier atentado. Estas
ventanas, dicho sea de paso, dan a las oficinas de muchos congresistas.
Saliendo a las 6 de la tarde del edificio, una empleada confesó:
Cada cinco minutos miro instintivamente por la ventana, y siempre
veo gente como ustedes, más lejos o más cerca... realmente
no sé qué pensar.
Reagan vuelve a volar
George W. Bush sigue haciendo gestos de que su país no
tiene ya ningún temor. Ayer autorizó la reapertura
del aeropuerto nacional de Washington Ronald Reagan, el único
que permanecía cerrado en Estados Unidos desde los atentados
del 11 de setiembre debido a su proximidad a la Casa Blanca, el
Congreso y el Pentágono. Tras una visita que hizo ayer por
la mañana, Bush advirtió que la terminal aérea
deberá reanudar sus actividades progresivamente a partir
de mañana, con normas de seguridad reforzadas. El (Reagan)
es muy importante para la economía local pero también
es un símbolo nacional. Y la reapertura de este aeropuerto
es el mejor símbolo de que Estados Unidos se normaliza,
proclamó Bush. Y siguió: El jueves, los vuelos
se reanudan. Estamos tomando las precauciones necesarias. pero ya
es hora de iniciar los vuelos de nuevo. Abriendo este aeropuerto
estamos enviando otra señal a los terroristas. Ustedes no
van a ganar, afirmó. Entusiasmado, Bush aseguró
que no sólo los aviones, sino también las ventanillas
de ventas de pasajes volverían a despegar.
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SCOTLAND
YARD TEME ATENTADOS CUANDO EMPIECE TODO
Cómo atacar a Bin Laden en Londres
Por Nick Hopkins
y Richard Norton-Taylor *
Desde Londres
La policía antiterrorista
y los servicios de seguridad saben de la existencia de hasta 200 partidarios
de Osama bin Laden establecidos en Gran Bretaña que han luchado
en conflictos en el extranjero y que pueden presentar una amenaza significativa
al Reino Unido si responden un llamado a las armas de su líder.
Aunque ninguno de ellos ha sido arrestado o interrogado como parte de
la investigación de las atrocidades terroristas del 11 de setiembre,
están siendo monitoreados por detectives y agentes que temen que
puedan ser hechos entrar en acción si y cuando la acción
militar liderada por Estados Unidos empiece.
Según fuentes policiales, los 200 hombres no son figuras importantes
de la red Al Qaeda de Bin Laden, pero son conocidos como partidarios
radicalizados de su causa, que habían combatido en Bosnia,
Afganistán y Chechenia. Scotland Yard está mucho más
preocupado por terroristas individuales durmientes que están
operativos en el Reino Unido que en las actividades de fundamentalistas
de alto perfil como el jeque Omar Bakri Muhammad, líder del grupo
al-Muharijoun, que emitió recientemente una fatwa contra el presidente
de Pakistán, general Pervez Musharraf. Ayer, oficiales de la rama
antiterrorista de la Policía Metropolitana siguieron interrogando
a un hombre de 43 años, que usa el nombre Sulayman Bilal Zain-ul
Ibidin, sobre su participación en una firma de seguridad en el
sudeste de Londres que ofrece entrenamiento en armas a jóvenes
musulmanes. La compañía, Sakina Security Ltd., está
sospechada de recolección de fondos para el proscrito grupo terrorista
Jihad Islámica egipcia, uno de 21 que están prohibidos bajo
el Acta sobre Terrorismo.
Los detectives están investigando si el dinero reunido, del que
se sospecha que habría sido transferido a la organización
desde la cuenta de una sociedad de construcciones de Woolich, proviene
de ganancias generadas por los cursos que da la compañía.
Un curso, descripto como el Ultimo Desafío del Jihad,
incluye dos semanas en campos de tiro en Michigan, Virginia y Missouri.
Debido a la ley de armas de fuego en el Reino Unido, todos los entrenamientos
serios con armas de fuego deben hacerse en el exterior, explica
la empresa en su website. El acento del curso está puesto
en la práctica de entrenamiento de fuego real de tiro. Se le enseñará
los siguientes habilidades... puntería con fuego real... táctica
de emboscadas... combate con fuego real.
La policía también está tratando de establecer si
Sakina reunió dinero para los talibanes. El parlamentario laborista
Andrew Dismore, que le ha estado insistiendo a la policía y a la
Cancillería británica que investiguen a Sakina durante más
de un año, dijo ayer que se necesitaba una revisión de la
legislación anti terrorista con respecto a las empresas. Es
ilegal reunir dinero para ciertas organizaciones terroristas. Quizás,
ofrecer un paquete de vacaciones para enseñarle a la gente a matar
debería ser considerado una ofensa criminal. Sakina también
estuvo relacionada con el jeque Omar Bakri, que ayer se convirtió
en el foco de una nueva y amplia investigación de Scotland Yard.
El mes pasado, Bakri fue investigado por acusaciones de incitar el odio
racial en una entrevista de radio BBC en la que él supuestamente
pidió la muerte del presidente Musharraf, pero el servicio de la
Fiscalía de la Corona le pidió ahora a los funcionarios
a que le vigilen todo tipo de otras actividades.
El jeque negó ayer que su grupo al-Muharijoun tuviera algo que
ver con Sakina. Dijo que los oficiales de la policía lo habían
visto ayer a la mañana y el sábado, pero solo para ofrecerle
consejo sobre su propia seguridad. Fueron muy serviciales. Recibí
numerosas amenazas de muerte desde el 11 de septiembre y querían
darle consejos apropiados. En lo que concierne a Sakina, yo entendía
que dejó de funcionar el año pasado. Trató de reclutar
gente para los cursos, pero fracasó. No tiene nada que ver conmigo.
Dos hombres fueron arrestados la semana pasada en Leicester, Inglaterra,
y bajo el Acta sobre Terrorismo fueron entregados al servicio de inmigración
para interrogarlos sobre posibles ofensas de inmigración. Habían
sido interrogados sobre un complot para atacar la embajada de Estados
Unidos en París con un helicóptero. Un hombre de 36 años
que fue arrestado en el aeropuerto de Gatwick en Londres por las leyes
antiterroristas fue liberado. Había sido arrestado por la policía
mientras viajaba de Medio Oriente a Estados Unidos.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
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