Por Horacio Cecchi
La decisión no fue fácil.
Algunos ya lo habían incluido en sus proyectos hace años,
antes de partir al exterior. Otros, no tanto. De un lado, se les abría
un abanico de horizontes y posibilidades de desarrollo, sin la preocupación
de llegar a fin de mes, ni la convertibilidad, ni mucho menos alguna medida
trasnochada de Economía. Del otro, la inmanejable e inclasificable
tentación del terruño. Nueve científicos argentinos
radicados en Estados Unidos y uno en Finlandia se dejaron llevar por esto
último, y volverán al país después de varios
años de investigaciones en los más importantes centros de
estudio internacionales para dedicarse a una tarea, la científica,
que por estos pagos implica cierta vocación a la incertidumbre.
Para paliarla, su repatriación forma parte de un programa de becas
del Ministerio de Salud: durante tres años, recibirán 30
mil dólares anuales para desarrollar una investigación en
instituciones públicas.
Mi idea original era irme por tres o cuatro años asegura
Andrea Gamarnik, 36 años, doctorada en Bioquímica en la
UBA, pero me quedé ocho. Fui a aprender nuevas tecnologías,
ampliar horizontes. Trabajo en virología molecular, un área
que no está muy desarrollada en Argentina y que me parece muy necesaria.
Mi intención es trabajar sobre el virus del dengue. Pero
Gamarnik no regresó después de los tres o cuatro años
que había pautado. Pero no fueron los sueldos ni las condiciones
de trabajo en la Universidad de California y en los últimos dos
años en la empresa Virologic Inc. los que la retuvieron allí.
Vivía en San Francisco, que es una ciudad hermosa. Mi situación
económica era inmejorable, la única limitación para
mis investigaciones era mi imaginación. Me decidía a hacer
algo y al día siguiente tenía todo lo necesario. Pero yo
soy de la idea de que los investigadores tienen que ir a prepararse y
volver. Me quedé porque no había forma, no había
inserción, en Argentina no hay impulso a la investigación.
Soy de una familia humilde y las razones económicas son un factor
decisivo. No todos pueden. Tengo amigos que quieren volver y no están
dadas las condiciones. Después de tomar la decisión
del regreso, Gamarnik ahorró para comprar un departamento. En
dos años junté la plata. Si dependía de un sueldo
del Conicet, no lo hubiera conseguido ni en veinte. Por suerte, está
la beca que me va a permitir ir armando mi laboratorio. Pero ya me estoy
presentando en otros subsidios porque si no no voy a tener forma de hacerlo.
Tres días antes de partir, el director de Virologic le ofreció
un suculento aumento. No vuelvo por cuestiones económicas,
aclaró el punto. Hace dos semanas, Gamarnik es una científica
repatriada.
Horacio De la Iglesia también es de la partida. Tanto mi
esposa como yo sabemos que profesionalmente, acá tenemos más
oportunidades. La palabrita acá, para De la Iglesia,
de 35 años, doctor en Neurociencias y Comportamiento una
especialidad de la Biología, tiene un significado relativo,
provisorio y diferente: se refiere a Massachusetts, donde vive dedicado
a la investigación y a la docencia. Y pese a la convicción
del matrimonio De la Iglesia, en febrero próximo estarán
de regreso en Argentina, de donde partieron hace nueve años buscando
un desarrollo impensable en su acá nativo. Durante
todo este tiempo tuve en mente volver. Si no lo hice antes fue porque
mi currículum aún no estaba sólido. Ahora sí,
hasta formé mi propio grupo de investigación. De la
Iglesia se dedicará a investigar el desarrollo del sistema nervioso,
una futura solución al tratamiento del mal de Alzheimer y de Parkinson.
Ariel Abel Teper, de 34 años, llegó a Nueva York después
de terminar su residencia en Pediatría en el Hospital Gutiérrez
en el 96. Fue contratado en el Mount Sinai Medical Center y ahora
es especialista en Neumonología Pediátrica. Buscaba
expandir mi capacidad, mejorar los conocimientos en investigación.
Allá tenés otros tiempos, podés dedicar tu cabeza
a tu especialidad. Las condiciones entre uno y otro país son muy
diferentes.Allá se invierte en la investigación, que crea
trabajos y oportunidades, mueve dinero. Acá hay que convencer al
Estado de que uno sirve.
Con De la Iglesia, Teper, y Gamarnik, otros siete científicos serán
repatriados entre el 1º de noviembre y fines de febrero: provienen
de Illinois, Nueva York, California, Pittsburgh y hasta de Finlandia.
Todos, convocados por una beca organizada por el Ministerio de Salud,
dirigida a científicos con residencia en el país o el exterior.
Se presentaron 645 concursantes señaló el subsecretario
de Salud, Ernesto Podestá. Se otorgan 208. De ellos, diez
son repatriados del exterior. La beca incluye el pasaje de regreso y 30
mil dólares anuales, durante tres años. Hoy a las
11, en la Academia Nacional de Medicina, se realizará la entrega.
LOMBARDO
RESPONDE A CRITICAS POR EL PAMI
No hay en juego ninguna vida
El ministro de Salud, Héctor
Lombardo, intentó ayer relativizar la crisis del PAMI. En respuesta
a las organizaciones que denunciaran que muchos pacientes no estaban recibiendo
la atención necesaria, el ministro aseguró ayer que no hay
que dramatizar la situación de la obra social ya que
acá no está en juego la vida de nadie y no
ha faltado ningún tipo de prestación. Lo único
que se ha sufrido es una postergación de enfermedades (sic) y de
acciones que tenían una programación y se postergaron,
trató de explicar.
El funcionario reconoció una deuda de 700 millones de pesos aunque
recalcó que pese al atraso en los pagos a proveedores no
faltaron medicamentos de sida ni oncológicos. Asimismo, destacó
que las urgencias se cubren sin demora. No ha faltado ningún
tipo de prestación. Una operación de cataratas se puede
hacer ahora o en una semana, justificó.
Sin embargo, la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Mendoza
(Aclisa) anunció el cese de servicios con excepción
de las urgencias para los 130.000 afiliados de la provincia, hasta
que no se regularicen los pagos. De esta manera, la provincia cuyana se
suma a la ya crítica situación de Córdoba y Rosario.
Además, el gremio ATE le exigió a De la Rúa
una rectificación pública por sus dichos de
la semana pasada, cuando sostuvo que el personal cobra sueldos altos que
no tienen por qué pagar los jubilados. Los estatales quieren
que el Presidente reconozca que los trabajadores de planta son irreemplazables
por su experiencia.
Por otra parte, la Red Solidaria pedirá a la Conferencia Episcopal
que interceda ante el Gobierno para que acerque una solución a
los beneficiarios que no reciben prestaciones. Tal como publicara hace
una semana Página/12, la Red había reclamado la inmediata
colaboración solidaria del Ministerio de Salud y del
interventor Raúl Pistorio para atender las 20 denuncias que recibió
de pacientes que necesitaban la continuidad de su medicación. Siete
días después, parece que los jubilados todavía no
reciben la atención de nadie.
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