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LAS SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
DE “GRAN HERMANO 2” Y EL FLAMANTE “REALITY REALITY”
Los pibes quieren ser famosos, los actores también

Mientras �Gran Hermano� se
desvive por despertar a los habitantes de la casa de su apatía, 18 actores se embarcaron el lunes en otra variante del juego del encierro que antes criticaban.

Gancho: El Gran Hermano
ya lo intentó todo para devolver el calor perdido a la casa y a sus ciclos parásitos. Y así y todo, el rating
no sube.

Silvina Luna (izq.) engordó visiblemente ante el público de “GH 2”.
A falta de conflictos, el programa recargó las tintas en su caso.

Por Julián Gorodischer

El duelo quedó declarado el lunes, con la llegada de los actores a la mansión de “Reality reality” (lunes a viernes a las 22, por Azul): las figuras conocidas ahora compiten con las personas comunes de igual a igual para garantizarse algo de presencia en la pantalla chica. Para comenzar, los 18 famosos elegidos por Enrique Estevanez respetaron las reglas que antes criticaron. “Tenemos prejuicios con este género”, había dicho alguien el viernes en la presentación y, sin embargo, acataron la emoción que corresponde al “buen ingreso”, la despedida sentida de los parientes y amigos, el brindis colectivo por lo que se viene y la mención al “aprendizaje” que llegará junto con la experiencia del encierro. Casi un “Gran Hermano”, aunque los nombres de pila, esta vez, lleven apellidos.
En el reality de las estrellas, el confesionario fue reemplazado por una cabina de teléfonos “bien british” .-según Ari Paluch, el conductor del ciclo–, donde los actores reciben consignas y dicen cómo se sienten. Para empezar, Emilia Mazer deberá fingir descuido personal y Fabián Mazzei fraguará una obsesión por la limpieza durante la primera semana, sólo para divertir a la teleplatea enterada del gag. Las intervenciones del guionista y el tiempo ocupado no difieren del nuevo “Gran Hermano”, donde el locutor propone bromas y elige “cronistas en la casa” que filman un video casero. La moda es la brutal intervención sobre las vidas reales. Que ya no se pasen las horas encerrados sólo para que alguien espíe la pura naturalidad. En “Reality...” los actores estarán sobreocupados: una clase de teatro, una falsa sesión de terapia de grupo, la representación de una tira dentro de la casa, y así todos los días, para que quede claro que ésta es una experiencia constructiva, la que derribará aquellos prejuicios.
Pero en el comienzo los participantes se muestran tan parecidos a los famosos repentinos, que podrían pasar fácilmente por ellos si no los precediera una carrera televisiva en tiras juveniles y telenovelas. Jessica y Gisella intentan cambiarse sin que se les vea nada, haciendo malabares con las batas y usando camisones como cortinas. El conductor festeja y anuncia escenas más osadas en el corto plazo. Varones y mujeres eligen sus cuartos y se distribuyen las camas. Emilia utiliza aceites esenciales “antiafrodisíacos”, y dice que “la lavanda baja la ansiedad, porque acá chicas hay que usar todo para bajar, bajar”. Un nuevo aplauso.
Los actores tienen la palabra bajo control: están entrenados para aparecer y medirse, para que nada se les escape. “Quiero actuar durante las 24 horas”, dice Emilio (Bardi), y la verdad es que a ninguno le sale mal ese papel. En el principio, nada sorprende ni llama la atención del voyeur, y es natural que eso ocurra a pocos minutos de haberse inaugurado la mansión, pero da la sensación de que nada lo hará de aquí en más, como si la condición de “cómodos, rentados y bajo control” que los actores ostentan, allí en la gigantesca mansión, los inhibiera de entrar en esa zona de riesgo que sobrevuela la escena de otros reality shows. O que sobrevolaba, en verdad, porque las segundas partes (en particular la del “Gran Hermano”) exhibe a los chicos sumidos en un tedio mayor, uno que no estimula la aparición de historias singulares, diálogos sobre cosas importantes o interés dramático.
El Gran Hermano ya lo intentó todo para devolver el calor perdido a la casa y a sus ciclos parásitos (“Gran Hermano: el debate” y “Maru a la tarde”): sugirió un embarazo que no fue para la expulsada Magalí (la Maga) e incentivó un romance inviable entre Gonzalo y Yazmín; ideó bromas pesadas (Pablo hizo creer a todos, por idea del GH, que era insomne) y alentó la aparición de un chivo (Carolina y Magalí), mediante la ya remanida acusación de “complot”. Y, así y todo, el rating no sube; araña los dos dígitos y se ve amenazado por la heterodoxia de un género que ahora busca nichos: parejas y buscadores de imágenes subidas (con”Confianza ciega”), adolescentes (con “Popstars”) y cholulos (con “Reality Reality”). Jugado a remarla como se pueda, el pionero entre los reality apuesta a explotar los defectos de sus conejillos, antes que seguir lamentando lo que prometieron y no ofrecen. Entonces, satirizan en un clip la gordura nueva de Silvina Luna (antes modelo) y la revista del programa la lleva a su tapa con el título “Luna llena”. También hay chistes que refieren a la ignorancia de Roberto (“Frases célebres”) y a la jerga que impera en la casa (un conjunto de “obvio”, “boludo” y “a full”).
A los actores nunca les sucedería tal degradación. Desde la fundación de “Reality...”, queda claro que conforman personal calificado. Reciben un sueldo por los servicios prestados, mucho mayor al viático que se concede, por reglamento, a las personas comunes. Los profesionales exigen un buen cachet, y merecen ese paisaje fastuoso porque “saben” apreciarlo. No se los conforma con una casa montada a las apuradas para la ocasión, sino que se les brinda un castillo de San Isidro, como se merecen las estrellas. La Argentina en crisis les exige el encierro y el trabajo de 24 horas para “poder actuar” .-según reclaman, insistentes–, pero al menos les reconoce su derecho al glamour. Por lo demás, como gente culta que son, debatirán los temas de los diarios por las mañanas e improvisarán “terapias de grupo” que suponen una básica noción de psicoanálisis. “Gran Hermano” nunca lo daría por hecho. Sus seres comunes no tienen por qué saber más que lo que el reglamento del juego les exige (si no, podrían ser acusados de complot) y el resto será la pura espontaneidad que pueda surgirles. Apenas la que les permita circular por los programas de Tinelli, Maru y Susana, una vez terminada la aventura. Y con eso sería suficiente.

 

“No son todos ‘linditos’”

Con el debut de “El bar 2”, el próximo lunes a las 23 por América (irá de lunes a viernes a esa hora, con resúmenes diarios a las 13.30 y 17), la pantalla de aire llevará a cinco la cuenta de realities. Según dijo su conductor Andy Kustnezoff, “no busquen educarse ni culturizarse viendo ‘El bar’, sino entretenerse un poco viendo a 14 pibes que juegan para ganar 100 mil dólares, y salir un poco de la difícil realidad en que estamos”. Para esta edición, unos 20.000 jóvenes enviaron solicitudes por internet: de los 40 seleccionados quedaron los 14 definitivos, que irán siendo expulsados semanalmente de la casa/bar. “Va a haber extranjeros, sorpresas distintas a las de ‘El bar’, pero será gente normal, que representan más al público, y no serán todos ‘linditos’”, señaló Kustnezoff.

 

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