Por Pedro Lipcovich

“Es una paradoja: el cine latinoamericano se ve en Europa y Estados Unidos pero no en Latinoamérica”, señala la directora del Centro de Investigación y Nuevos Estudios sobre el Cine de la UBA, que, desde mañana, se propone rectificar esa paradoja. Es que mañana empieza la Semana de Operas Primas Latinoamericanas –en el Village Recoleta–, que incluirá 13 largometrajes y 16 cortos de México, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela, Cuba y la Argentina. La mayoría no serán exhibidas comercialmente y, según los organizadores, trazan un panorama válido sobre las tendencias de una cinematografía que, como el subcontinente que le da origen, ofrece las virtudes y las dificultades de lo marginal.
“Nos propusimos presentar películas no estrenadas comercialmente en nuestro medio”, destaca Ana Laura Lusnich, directora del Centro de Investigación y Nuevos Estudios sobre Cine (CIyNE), integrante del Instituto de Historia del Arte Argentino y Latinoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. De las del ciclo, sólo la argentina La libertad accedió a un par de semanas de exhibición comercial. “En el mejor de los casos, las películas latinoamericanas acceden a una o dos semanas de exhibición. Los exhibidores aducen que no logran recaudación, pero también es cierto que, al no sostenerse una oferta, no se consolida una cultura o tradición de ver cine latinoamericano. Y, como los capitales norteamericanos que sostienen las cadenas de salas se vinculan con los que distribuyen las películas, el cine sólo viene de Estados Unidos; tampoco llega la producción reciente directores europeos como Peter Greenaway”, observa Lusnich.
Sin embargo, “en los festivales, las películas latinoamericanas tienen público. Así pasó en el último de Mar del Plata, que incluyó una sección de cine latinoamericano. Incluso, en los últimos años se fue armando un circuito internacional de festivales de cine latinoamericano: Trieste, Toulouse, Chicago, Londres, vinculados de modo que las películas puedan circular entre ellos. La paradoja es que muchas películas, que alcanzan éxito en estos festivales, no pueden verse en Latinoamérica”, explica la titular del CIyNE.
Para la muestra que empieza el mañana, “procuramos que estuviera representado el cine independiente, que opera por fuera de los modelos institucionales legitimados, pero también incluimos películas que aspiran al circuito comercial”. De las argentinas, El regreso toma la estructura formal de un policial clásico para avanzar en una historia de pueblo chico con comisario viejo, comisario nuevo, mujer deseada y clima de asfixia. Tres pájaros es una road movie que reúne, en un hotel salteño a una prostituta y un yuppie.
En cuanto a La libertad, Noche en la terraza y Modelo 73, “siendo muy diferentes comparten un clima intimista, incluso minimalista”, según Lusnich. La primera narra, a través de acciones cotidianas, gestos, objetos, la vida de un hachero en el monte pampeano. Noche en la terraza, historia de un triángulo amoroso, ofrece el interés de un particular distanciamiento en el trabajo de cámaras. El modelo 73 es el de un viejo Chevy a cuyo alrededor gira una intriga en caleidoscopio, con tres jóvenes en un verano.
De México, dirigida por la argentina María Inés Roque Rodríguez, llega Papá Iván, que retoma la línea del testimonio político: con el trasfondo del exilio, examina la relación de una mujer con la memoria de su padre, montonero muerto en combate. Las uruguayas Mala racha y Una forma de bailar comparten un tono intimista que preserva la tradición del realismo rioplatense. La primera presenta cuatro historias de gente común con el denominador común de una “mala suerte”. La segunda narra el desconcierto de los montevideanos de hoy. En las dos hay tangos, vagabundeos y melancolía. En la puta vida narra un hecho real: en 1992, se descubrió enMilán una red de uruguayos que obligaba a mujeres a ejercer la prostitución.
La comedia O auto da compadecida, historia de dos jóvenes y un engaño en un pequeño pueblo, recibió los premios Mejor Director, Guión y Película en el Cinema Brazil Grand Prix. Bufo y Spallanzani, que se preestrenó en el Festival de Mar del Plata, es una policial con inteligentes referencias a los cultos afrobrasileños. La chilena Campo minado, en formato de película de aventuras, cuenta cómo dos amigos intentan robar un yacimiento de cobre. Mi famosa desconocida cuenta la relación de una niñera con sus patrones, nuevos ricos en Santiago de Chile.
La muestra se completa con una selección de cortometrajes: los argentinos fueron seleccionados entre más de 50, provenientes de escuelas de cine de Buenos Aires y Rosario. Hay también dos cortos cubanos y uno venezolano. La muestra, en su conjunto, apunta a “construir un espacio permanente donde se exhiba cine latinoamericano”, según la directora del CIyNE.

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