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�Estimado
Maestro�
Por Juan Gelman
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Es una historia bastante singular. El gran compositor checo Leos
Janácek supo enamorarse de Kamila Stosslová. El tenía
63 años y ella 26 cuando se conocieron, pero estas cosas pueden
ocurrir. Ella estaba casada y él separado de una esposa que lo
merodeó toda su vida, pero tampoco esto es desusado. Lo distintivo
es la energía con que el músico construyó los contornos
de una pasión no retribuida que sin duda alimentó
la creatividad casi paroxística de sus últimos años.
Se percibe en la correspondencia que mantuvieron y que el Museo Nacional
de Moravia archivó celosamente. Este ejercicio de gazmoñería
no impidió a la especialista Svatava Privánova compilarla,
publicarla en Praga en 1990 y difundirla luego en Occidente.
En sus primeras cartas a Kamila, que le fue presentada en 1917, Leos recurre
a la autocompasión: Me veo a mí mismo como uno de
los seres más infelices. Explica que al no encontrar consuelo
en el mundo físico, obligado a olvidar al hombre
que alentaba en él, al menos podía soñar un mundo
para sí y acuñar una felicidad puramente inventada.
La señora Stoss, regordeta, no muy culta y con escaso interés
por lo que sucedía fuera de su hogar, debe de haber experimentado
cierto trastorno al recibir esas cartas, cuya intensidad y frecuencia
aumentaban con los días. Las pocas respuestas que se conservan
de ella son amistosas, pero mesuradas y convencionales. En sus raros encuentros
casi siempre estaba el señor Stoss y a veces también la
insistente esposa de Janácek, el cual parecía no tener ojos
más que para su querida, apasionadamente amada Kamila.
Estimado Maestro encabeza ella sus cartas, y apenas en contadas
ocasiones, después de ser rogada mucho, sustituye el atentamente
de la despedida por un tu Kamila que introduce al destinatario
en lucubraciones febriles acerca de cómo vivirían juntos
en una vivienda que Janácek había agregado a su casa de
campo con ese soñado propósito. Sólo 10 años
después de conocerla y uno antes de morir ya la tierra había
temblado cuando le confesó su amor se atrevió
a tutearla. El paso del tiempo no fue piadoso con Kamila: engordó
sin prever que Janácek iba a alucinar que estaba embarazada de
él. Una fotografía tomada en el Museo Mozart de Praga reúne
al matrimonio Stoss, al director de la Sociedad Mozartiana y al persistente
enamorado. Esa visita es tema de muchas cartas del compositor; en una
comenta que sólo ella y él llevaban el sombrero puesto,
lo que indicaba que está claro quién está con
quién.
Janácek había ganado fama internacional con su ópera
Jenufa (1904) y obras instrumentales y corales enraizadas en el folklore
checo. Con más riqueza melódica y tal vez menos maestría
técnica que sus compatriotas Dvorak y Smetana, es notable y notoria
su capacidad de apresar en su fraseo musical el ritmo del habla de la
Moravia donde había nacido. Operas como Káta Kabanová
(1921), El caso Makrópoulos (1926) y De la casa de los muertos
(estrenada póstumamente en 1930), óperas satíricas
como La excursión a la luna del Sr. Broucek, La excursión
del Sr. Broucek al siglo XV (1920) y La arpía astuta (1924), rapsodias
como Taras Bulba (1918) y obras corales y orquestales como la Misa glagolítica
(1926), dan cuenta de la fecundidad de escritura que acompañó
la obsesión sentimental de quien supo decir: Desato mi pasión
en la música.
Una sola vez Kamila visitó a Janácek en su casa. Fue con
su marido y el hijo menor, causante involuntario de la muerte del músico,
que consiguió una neumonía buscando al niño perdido
durante un paseo en el bosque próximo. En el hospital, con Kamila
junto a la cabecera de su cama, alcanzó a inscribir una última
observación en el álbum que registraba sus encuentros: Y
te besé. Y estás sentada a mi lado y me siento feliz y en
paz. Así deben transcurrir los días de los ángeles.
En estas cartas llenas de extraordinarios estallidos de pasión
asoman, sin embargo, las notas de un destino que se acerca inexorablemente
a su final. Janácek se había fabricado un ídolo y
también su imposibilidad. Quizá quiso reunir en una sola
dos clases de imposibilidades: las de la vida, las del arte.
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