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DINAR LINEAS AEREAS

CON LA ECONOMIA EN EL TOBOGAN, SE EXTINGUEN LAS OPCIONES DEL MINGO
Números rojos y tarjeta naranja para Cavallo

El derrumbe del mercado automotor el mismo mes en que la recaudación derrapó 14 por ciento, pone al equipo económico un paso más cerca de la puerta de salida. La Bolsa cayó ayer 7 por ciento y el riesgo país voló a 1754 puntos, por si hacían falta más datos para sellar la suerte de los mediterráneos.

Por Julio Nudler

La economía argentina descendió ayer un peldaño más. El nuevo empellón se lo propinó la industria automotriz al difundir sus resultados de septiembre, con caídas estruendosas: 46,5 por ciento de descenso en la producción (contra igual mes del 2000) y 47,4 por ciento en las ventas. Estos signos de parálisis condicen con una medición divulgada por la Fundación Mercado, mostrando que el índice de confianza de los consumidores está ya por debajo incluso del magro nivel que marcó, un año atrás, tras la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez a la vicepresidencia. La Bolsa expresó el clima de absoluto desánimo con una nueva zambullida del MerVal, esta vez de un estrepitoso 7 por ciento, mientras el riesgo país proseguía su escalada hasta alcanzar los 1754 puntos, un nivel que confirma el absoluto cierre de los mercados para el país. Como un cruel sarcasmo, este indicador confirma la inevitabilidad del déficit cero, al menos en términos de caja, ya que no existe fuente alguna de crédito voluntario. Salvo que, a pesar de que lo prohíbe la convertibilidad, se emitan medios de pago –como ya ha hecho La Plata con el patacón– para cubrir gastos que no puedan solventarse con recursos genuinos. En cualquier caso, el extremo desgaste de Domingo Cavallo y su equipo siguió dando pábulo a versiones sobre su renuncia o su remoción inmediatamente después de las elecciones legislativas del domingo 14. Los cuestionamientos a Cavallo ya no se refieren sólo a posibles errores en la arquitectura de su programa, sino también a torpezas y chapuzas, que revelarían la baja calificación técnica de algunos miembros de su equipo -por ejemplo en el área impositiva– y la soberbia del propio ministro, cuyas ideas, por impracticables o contraproducentes que sean, no deben ser discutidas por ningún colaborador.
La percepción recesiva es tal que el anuncio de una reducción de un décimo (0,1 por ciento) en el índice los precios al consumidor durante septiembre, acumulando un decremento de 1,1 por ciento en los últimos doce meses, no resulta una demostración de la flexibilidad de los precios sino de su rigidez, ya que el desplome de la demanda –una de cuyas claves es la baja acelerada de los salarios– debería haber provocado una deflación claramente más intensa. Sin embargo, la inflexibilidad de las tarifas de los servicios públicos retiene el ajuste de los precios, con lo que la pérdida se descarga sobre los salarios y el nivel de actividad.
La catastrófica caída de 14 por ciento en la recaudación tributaria durante septiembre confirmó a su vez el círculo vicioso de la política de ajuste. Como toda la estrategia económica quedó reducida a equilibrar la caja, al volverse imprevisibles los recursos impositivos y no existir ni el menor indicio de reactivación, cualquier planificación del gasto futuro pierde seriedad. Por ahora se sabe que, por encima de todo el ajuste realizado, habrá que cortar 900 millones más en las erogaciones del cuarto trimestre ya en curso, pero ésta no es por supuesto la última palabra.
Lo que sí queda claro a esta altura es que el constante manoseo al que fue sometido el régimen tributario por Cavallo logró que la AFIP perdiera el poco control que ostentaba sobre el sistema. Fuentes de la DGI, ahora conducida por Horacio Rodríguez Larreta, confiesan por ejemplo que la Dirección no está en condiciones de evitar que se acojan a las desagravaciones de los planes de competitividad empresas ajenas a los sectores beneficiarios, debido a que los códigos de actividad con que se maneja Impositiva son muy imperfectos.
En medio de permanentes toques y retoques a las normas tributarias, que confunden y ahuyentan al contribuyente (“ante la duda no paga”, como describe Leonel Massad), vuelve ahora a especularse con nuevas ventajas fiscales para estimular la demanda de consumo. Además de irreal, el planteo es absurdo, porque si el arma impositiva fuera eficaz para reactivar, el desplome de la recaudación, que es como una reducción de hecho en la presión tributaria, ya tendría que haber terminado con la recesión. Pero no ha ocurrido eso sino lo contrario. Ahora Cavallo parece crecientemente afligido por un efecto lateral e indeseado de su torniquete a las provincias. Mediante una sucesión de medidas –la aceptación de bonos de la deuda para el pago de impuestos nacionales, o el cómputo de recursos no coparticipables (el impuesto a las cuentas corrientes o los aportes patronales) como pago a cuenta de tributos coparticipables (IVA y Ganancias)–, sin contar el derrape mismo de la recaudación global, Economía ha venido vaciando de fondos a la coparticipación. Con esto, afecta la garantía empeñada por las provincias al tomar financiación de los bancos, y podría terminar arrastrando a los que se mostraron más activos en este jugoso negocio. Preocupado por esta posibilidad, el ministro les ofrece a los gobernadores sustituir la garantía, poniendo la recaudación del ITF (impuesto a las cuentas corrientes) en el lugar de la coparticipación. Promete, como siempre, que ello les abaratará la deuda, pero no hay razón alguna para creerle.
Dentro del lóbrego panorama que se le presenta, Cavallo puede consolarse con el lento retorno de depósitos al sistema bancario, fruto de la confianza inducida por los 6000 millones de dólares que inyectó el FMI el 10 de septiembre. Los atentados del día siguiente no afectaron el parsimonioso regreso. Pero según Greg Bauer, director de la división bancaria para Latinoamérica de la agencia Moody’s, “los problemas financieros (de la Argentina) aún son graves... El sistema bancario no es inmune a una retirada masiva de dinero.” Obviamente, una reiniciación de la fuga sería el tiro de gracia para esta penosa rentrée mediterránea.

 

Renuncia y versiones

El rumor circuló y muy pronto logró dominar la escena. Entre empresarios y aun en círculos políticos, la mención de la inminente renuncia de Cavallo corrió como el agua. Una versión –una de tantas– aseguraba que ayer De la Rúa había logrado torcer la voluntad de Adalberto Rodríguez Giavarini para que aceptara ser el ocupante del Palacio de Hacienda. Daniel Marx, el otro candidato en boga, no se alejaría sino que quedaría en un puesto de apoyo, no necesariamente el mismo que hoy ocupa. El recambio se produciría con posterioridad a las elecciones del 14 de octubre, e inmediatamente después del regreso de un viaje ya programado de De la Rúa a Valladolid, el día 15, se anunciaría el cambio de gabinete y un nuevo plan económico, con medidas de reactivación y apoyo a sectores carenciados. La especie asegura que el propio Cavallo está trabajando en ese plan, lo cual indicaría que el proceso se orienta a una salida consensuada. Pero en los ámbitos económicos y financieros la sola mención del recambio hizo correr un escalofrío por las espaldas. La sensación es de vacío de conducción en el área económica y pocos apuestan a que las fórmulas circulantes sirvan para llenarlo.

 

Mercosur

El próximo lunes, cuando se encuentren en San Pablo, los ministros de Economía y cancilleres de Argentina y Brasil buscarán una fórmula que permita controlar los desfasajes provocados por la devaluación del real frente al sistema de paridad fija de Argentina. Una de las alternativas en estudio, adelantadas por técnicos del Palacio de Hacienda, es un sistema de aranceles (sobre las importaciones desde Brasil) que se ajustaría mes a mes para compensar la devaluación del real, a partir de una paridad base que, según esos mismos técnicos, “no podría ser superior a 2,1 reales por dólar”. Otra alternativa es la fijación de cupos al ingreso de productos brasileños par compensar diferencias cambiarias, aunque admiten que sería “difícil de instrumentar”. Uruguay y Paraguay ya adelantaron su acuerdo con medidas compensatorias, que Brasil ya manifestó su voluntad de discutir.

 

AUNQUE SE REALICE UNA BRUTAL PODA NO SE LLEGARA AL DEFICIT CERO
Ni un ajuste inolvidable alcanzaría

Por Maximiliano Montenegro

Supongamos que, después de las elecciones, Domingo Cavallo aplica otro ajuste inolvidable; suspende el pago del Fondo de Incentivo Docente; elimina o prorratea en seis cuotas a partir de enero el aguinaldo de diciembre; congela todas las compras de bienes y servicios de la administración pública; y recorta 900 millones de los recursos que le corresponden por ley a las provincias hasta fin de año. Todas esas medidas se dan por descontadas como parte del ajuste que evalúan en Economía. Pero aún así, a menos que la recaudación aumentara notablemente, todavía estaría muy lejos de alcanzar el déficit cero en el último trimestre y cumplir con la meta anual acordada con el FMI. Si la recaudación siguiera cayendo, le faltarían 1500 millones de pesos, porque la cuenta de intereses a abonar en noviembre y diciembre viene saladita. Pero además, nadie pasa por alto el contexto en el que Cavallo analiza el próximo ajuste: la recesión más larga y más profunda, medida por la deflación de precios y salarios, desde la depresión de los años 30. En base a este cuadro de situación es que los grandes inversores financieros ya iniciaron una nueva fuga de capitales al exterior.
Aunque resulte engorroso, vale la pena repasar los números fiscales acordados con el Fondo Monetario y los que se manejan por estas horas tanto en despachos del Ministerio de Economía como de los principales bancos. Sólo así puede entenderse la distancia que media entre la realidad y el voluntarismo de Cavallo cuando asegura que el slogan de su gestión es “persevera y triunfarás”; slogan que, dado los objetivos que se fijó la política económica, podría traducirse como “ajusta y cumplirás”... con el Fondo.
El programa negociado recientemente con el FMI para conseguir el salvataje financiero tiene metas trimestrales y una meta anual. Las primeras sirven para autorizar los desembolsos; pero, a esta altura del año, la que importa es la segunda: cerrar el año con un déficit de 6500 millones de pesos. Para eso, en el último trimestre, el gobierno debe tener un leve superávit (100 millones) o cerrar con déficit cero.
Ahora bien, en el último trimestre del año pasado el déficit fiscal fue superior a los 2500 millones de pesos y, como se recordará, entonces José Luis Machinea ya era considerado campeón del ajuste. En noviembre y diciembre, las cuentas se ponen en rojo porque el peso de los vencimientos de los intereses de la deuda en el presupuesto se más que duplican.
El último acuerdo con el Fondo asumía la vigencia hasta fin de año del recorte del 13 por ciento a salarios y jubilaciones más, eventualmente, 900 millones de poda en las transferencias a provincias. En tanto, contemplaba metas de recaudación positivas; es decir, de aumento de los ingresos fiscales.
Así, el cálculo era llegar al déficit cero con un impresionante ajuste fiscal (de 900 a 1800 millones de dólares) más el aumento de la recaudación que produciría la tan esperada reactivación hacia los meses finales del año (de mínima, alrededor de 700 millones). Si la recaudación crecía más, entonces el ajuste sería menor y al revés. Por eso, el recorte a provincias quedaba supeditado, expresamente, a la marcha de los ingresos fiscales. Pero, en cualquier caso, se pensaba en un piso de aumento de la recaudación y en un máximo de ajuste de gasto, que hacían “realistas” los números.
Sin embargo, en septiembre la recaudación cayó 14 por ciento. Y nadie ve una recuperación en el horizonte, porque la actividad económica sigue en el tobogán. Y así no hay ajuste que alcance. Ni siquiera el que preparan en Economía para después de las elecciones:
- Además de seguir recortando las transferencias a las provincias, suspender el pago del Incentivo Docente en el último trimestre, lo que supondría un “ahorro” extra de 200 millones de pesos.
- No pagar nada del medio aguinaldo para empleados públicos y jubilados en diciembre, logrando así un “ahorro” de pocos más de 300 millones, que es el monto de aguinaldos para los sueldos más bajos, que habitualmente se erogaba en el último mes del año. Pero entonces, habría que afrontar un gasto de 900 millones en enero, por lo que en Economía analizan, o bien abonarlo en seis cuotas, o directamente eliminarlo.
- Continuar con la postergación en los pagos de jubilaciones superiores a 2000 pesos, pudiendo extender la medida a los sueldos.
Todo ese ajustazo solo alcanzaría para cumplir con el déficit cero si la recaudación en octubre y noviembre dejara de caer, y en diciembre diera un salto considerable. Sino, todavía quedaría un bache que ni siquiera podría cubrirse paralizando toda actividad de la administración pública en los dos últimos meses del año.

 


 

EN LA ROSADA ESTUDIAN QUE HACER CON EL MEDITERRANEO
Fantasmas que rodean a Cavallo

Por Alfredo Zaiat

En los pasillos del quinto piso del Palacio de Hacienda ven fantasmas por todos lados. Cavallo piensa que los bancos lo quieren voltear; que los industriales le juegan en contra; que los radicales lo odian y que en el Gabinete cada vez tiene menos amigos. El sabe que si tiene que abandonar ahora, antes o después de las elecciones, la poltrona principal de Economía, su capital político, lo poco que le queda, se terminará evaporando. Por ese motivo, admitió a este diario un estrecho colaborador del ministro en su estrategia política, no dará el portazo, aunque ganas no le faltan. En la intimidad, el mediterráneo echa culpas para todos lados, salvando a Fernando de la Rúa quien, en realidad, hoy se ha transformando en su solitario defensor.
Uno de los hombres de mayor confianza del Presidente, cuyo despacho está a metros de la de su jefe, dice que se equivocan aquellos que piensan que sólo hay dos escenarios probables para después de las elecciones: uno, con Cavallo fuera del Gobierno y, el otro, con el Mingo tirado por la borda. Ese funcionario, amigo de De la Rúa, sorprende a sus interlocutores diciendo que una de las opciones que está ganando espacio dentro de la Casa Rosada es una reestructuración general del gabinete, con Cavallo adentro pero afuera. Esto se traduce con el mediterráneo dejando el Ministerio de Economía, pero asumiendo otro cargo de relevancia en el Gobierno. Esa alternativa tiene, entre otras dificultades, una crucial: ¿qué lugar aceptaría ocupar Cavallo? ¿La Cancillería o la Jefatura de Gabinete?
En ese esquema, Economía se dividiría en Finanzas y Hacienda, bajó el comando de Daniel Marx, funcionario que es muy elogiado por De la Rúa y con apoyo de la banca, y en un Ministerio de la Producción, al frente de un industrial. Ignacio de Mendiguren, presidente de la UIA, dice que no quiere ese cargo, aunque lo mencionan como el principal candidato a ocuparlo.
Para desinflar expectativas y rumores que suben tan rápido como bajan las acciones y bonos, el hombre del Presidente asegura que De la Rúa no cambiará después de las elecciones. Esa política será la de cumplir con el Déficit Cero y esperar que Estados Unidos se acuerde de Argentina para ayudar a reestructurar la deuda antes de fin de año.

 


 

En la city, la idea es que lo mejor es vender

Por Claudio Scaletta

Con una caída del 7,0 por ciento, las acciones líderes de la Bolsa de Comercio cerraron ayer a niveles similares de principios de 1991, antes de que se instaurara la Convertibilidad, mientras el riesgo país cerró a un nivel record de 1754 puntos y alcanzó un pico histórico de 1757 puntos. En los “mercados”, luego del “baldazo de agua fría” de la caída del 14 por ciento en la recaudación de setiembre, predominó la sensación de incertidumbre frente a posibles cambios en el rumbo económico, con o sin el ministro Domingo Cavallo. Los rumores, como ya es habitual en momentos de turbulencia, incluyeron también la posibilidad de la devaluación o dolarización, o ambas. Sin embargo, al margen de presiones preelectorales, también se impusieron las decisiones “racionales” de bancos de inversión y grandes empresas. La causa: al temor de una ruptura en la cadena de pagos, tanto entre las compañías como dentro del propio recinto bursátil. Según la opinión coincidente de los operadores consultados por Página/12, los precios “de liquidación” que alcanzaron las acciones “son valores que ya descuentan una devaluación”. En títulos públicos, cuyas bajas de precios determinan la suba del riesgo país, se registraron fuertes ventas de operadores internacionales que consideran inminente la salida de la Convertibilidad y de su creador del Gobierno.
En circunstancias normales, los movimientos de la bolsa porteña suelen acompañar las tendencias internacionales. Ayer, los indicadores marcharon a contrapelo de Wall Street, donde el Nasdaq trepó el 5,9 por ciento y el Dow Jones el 1,9. Con un flujo de operaciones que superó los 13 millones de pesos, en Buenos Aires las cotizaciones de los principales papeles se desplomaron, desde el comienzo de la rueda, en caída libre.
Los precios de algunas acciones resultaron paradigmáticos. Banco de Galicia, pocos meses atrás por encima de 1,50 peso cayó hasta los 51 centavos. IRSA, que fue vendida por George Soros al grupo Elsztain a más de 2,50 pesos por acción quedó en 87 centavos. Las denominadas “utilities” –empresas de servicios vinculadas al mercado interno, que en teoría tienen tarifas dolarizadas y consumidores cautivos y, por lo tanto, no deberían caer tanto– también llegaron a pisos récord. TGS (Transportadora de Gas del Sur), hasta hace algunas semanas en 1,30 peso, cerró a 95 centavos. No obstante, también cayeron empresas exportadoras que no son “mercado interno dependientes”, como por ejemplo Siderca.
Los analistas consultados por Página/12, en particular los de los principales bancos, continuaron con la tradicional línea interpretativa de que todo se debe a que “no se bajó lo suficiente el gasto público y sólo se aumentaron impuestos” o que “el Presidente no cuenta con el suficiente respaldo político”. Por ello, la “sensación de indefinición” estaría dando lugar a “rumores” que repercuten en la baja de las acciones. Sin embargo, los números parecen representar algo más que una reacción a los rumores. Antes bien, las versiones serían producto de la persistente caída de los principales indicadores.
Según otros brokers consultadas por este diario existe un riesgo cierto en la ruptura de la cadena de pagos. Las firmas argentinas están fuertemente endeudadas en dólares y sus posiciones podrían verse agravadas por una posible salida de la Convertibilidad. Este escenario sería grave para los bancos, cuyos activos están constituidos por deudores en problemas y con garantías hipotecarias que se devalúan, mientras que sus pasivos tienen una fuerte proporción de depósitos en dólares. La situación de potencial insolvencia en el ámbito interempresario también estaría presente dentro del propio recinto bursátil. Con los bancos de inversión y las AFJP “corridos” del mercado de acciones y la presencia dominante de compradores especulativos, la persistente caída de la Bolsa está rompiendo las previsiones de muchos operadores que apostaron a pases y cauciones para postergar pérdidas (ventas en el día para recomprar a futuro). Pero cada 8 por ciento de baja, la Comisión Nacional de Valores obliga arecomponer garantías o liquidar posiciones. Si este momento llega puede generar quiebras con un “efecto dominó” entre los agentes de bolsa, pues se estima que “la pelota” de los pases y cauciones representa alrededor de 80 millones de pesos. Según relató un operador a Página/12, los valores de acciones y bonos se adelantan a la realidad de los rumores de devaluación. “Los precios están reflejando un sinceramiento en las estructuras patrimoniales de las empresas, que se ven seriamente afectadas por altos niveles de endeudamiento”, agregó. “Pareciera que estos niveles están objetivando algún tipo de pacto poselectoral”, concluyó.
El riesgo país, que estuvo muy determinado por las ventas realizadas por inversores del exterior que dan por descontada la salida de Cavallo y la devaluación para después de las elecciones, estuvo influido por una importante caída de los nuevos bonos emergentes del megacanje, los globales 2008, 2018 y 2031 cayeron alrededor de 4 por ciento en promedio disparando el indicador EMBI+ a su pico y cierre históricos, de 1757 y 1754 puntos, respectivamente.
Los resultados de ayer parecen mostrar una típica situación de salida de posiciones por el temor de los inversores frente a la falta de alternativas concretas. Según surge de la casi totalidad de las propuestas que se presentan en las próximas elecciones legislativas, la mayoría del espectro político no desea la permanencia de Cavallo, realidad a la que se suma el fracaso del programa de Déficit Cero evidenciado por la recaudación de setiembre. El temor queda reflejado en que el abandono de posiciones, luego de meses de bajas, supone la asunción de importantes pérdidas.
La mayoría de los operadores consultados por este diario coincidieron en tres puntos: el Déficit Cero no funcionó (aunque muchos siguen sin imaginar alternativas), Cavallo perdió sustento político y, lo que es peor, perdió también su magia. Aquella de que su sola presencia supondría un shock de confianza en los mercados. Frente a la incertidumbre, entonces, lo mejor es vender.

 

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