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REUNION SECRETA DE CAVALLO CON LOS PRINCIPALES BANCOS
“¿A qué están jugando?”

Así enfrentó a máximos ejecutivos de bancos porque considera que lo están boicoteando e impulsando a Daniel Marx como ministro.

Deuda: Una alternativa que está pensando Cavallo es presionar a los bancos para que se comprometan en renegociar la deuda de provincias y de las empresas.

Daniel Marx, secretario de
Finanzas y candidato de la banca.
Cavallo está que trina con De Santibañes, quien alienta la dolarización.

Por David Cufré

”Si ustedes no me ayudan, nos estrellamos. A qué están jugando”, les gritó Domingo Cavallo, cerca de perder el control, a algunos de los principales banqueros del país en una reunión secreta el lunes por la noche. Cavallo cree ver a un grupo de banqueros conspirando en su contra, y operando para que Daniel Marx ocupe su lugar como ministro de Economía. También está convencido de que toda su carrera política se juega por estas horas y que, de acuerdo a cómo resulten sus próximas movidas, podrá ganar tiempo para seguir buscando una salida a la crisis o deberá dedicarse a la vida de dirigente retirado.
Tanta presión le jugó una mala pasada en su encuentro con los hombres de la city. Estaban allí ejecutivos de primera línea de los denominados “creadores de mercado”, bancos que actúan como intermediarios del Estado en las colocaciones de deuda, como el JP Morgan, Credit Suisse First Boston, Citi, HSBC y el Deutsche. Los había convocado para explicarles los motivos de la caída de la recaudación. Pero les terminó reprochando su falta de apoyo en un momento crítico.
Más allá del dato anecdótico, el ministro debe definir el nuevo plan que anunciará en breve –en el Palacio de Hacienda no descartan que lo haga antes de las elecciones– y evalúa los distintos elementos en juego. Un sector del establishment le reclama la dolarización, mientras por otro lado lo tientan para que busque su salvación apuntándoles a los bancos.
Cualquiera sea su decisión, lo que Cavallo tiene claro es que debe jugar a fondo. No hay forma de recuperar el control sin anuncios de shock. Sabe que sus chances de sobrevida como ministro son pocas y que no puede perder tiempo con placebos, como resultaron los planes de competitividad. Una alternativa que está pensando Cavallo es presionar fuertemente a los bancos para que se comprometan en una renegociación de la deuda de las provincias y de las empresas. Es una jugada arriesgada, pero presenta varios costados atractivos. En primer lugar, el gobierno podría sortear las amenazas de rebelión de los gobernadores, ya que las provincias perderían fondos por coparticipación, pero ganarían con la reducción del costo de sus deudas. De ese modo, además, el Ejecutivo nacional tendría la posibilidad de mantener la política de Déficit Cero.
Pero un efecto todavía más potente tendría la ayuda oficial para que las empresas de capital nacional accedan a financiamiento a tasas razonables. Cavallo le pidió a Roque Maccarone y a Mario Blejer, presidente y vice del Banco Central, que estudien mecanismos financieros posibles para conformar ese paquete de auxilio. Sin embargo, esta vía obligaría a Cavallo a una negociación muy dura con los bancos, ya que su colaboración es esencial. Frente a ello, el ministro evalúa el riesgo de avanzar por ese camino, ya que si intenta pelearse con los bancos y fracasa, no sólo perderá su lugar como ministro, sino también el apoyo de ese sector para –muy eventuales– aventuras futuras. Además, Cavallo está al tanto de que Fernando de Santibañes le sugiere a De la Rúa la dolarización, y lo mismo vienen reclamando con insistencia desde distintos sectores del establishment.
En este escenario, Cavallo trabaja con más vértigo que de costumbre. Y también se muestra más desconfiado, según admiten en Economía. Ante las versiones de su renuncia, quienes están a su lado juran que jamás se le cruzó por la cabeza. Dicen que esa sería la peor opción, porque dejaría el gobierno con su prestigio como economista hecho jirones. Pero igual de fuerte que su decisión de dar pelea hasta el final es su temor a que lo echen. “Ve fantasmas por todos lados”, confesó un operador cavallista. De acuerdo a su versión, el ministro sostiene que los bancos con menor exposición en títulos y bienes argentinos quieren desplazarlo de Economía, sólo para agudizar la crisis y forzar una devaluación. El caos que sobrevendría en ese caso haría fáciles presas de los capitalesextranjeros a los pocos bancos y compañías rentables que quedan con dueños argentinos.

 


 

GOBERNADORES DEL PJ PIDEN FONDOS
Denuncia ante la Corte

Por M.P.

Lo habían prometido varias veces, en tono de amenaza: “Vamos a reclamar ante la Justicia”, repetían al unísono casi todos los gobernadores del PJ. Estaban indignados porque el Gobierno no había cumplido con el piso de 1364 millones que garantizaba el Pacto Fiscal. Después de tantos amagues, las advertencias, finalmente, se hicieron realidad: hoy al mediodía los mandatarios agrupados en el Frente Federal presentarán una acción de amparo ante la Corte Suprema. Será un gesto de fuerza, de desafío, dirigido directamente al Presidente de la Nación, a quien consideran responsable del recorte de 300 millones de pesos en la coparticipación.
La demanda colectiva que presentarán los gobernadores de las provincias “chicas” apunta sin ambages contra Fernando de la Rúa: “La presente acción se promueve en contra del Estado Nacional argentino, en la persona del Presidente de la República, con domicilio legal en calle Balcarce Nº 50 de la ciudad autónoma de Buenos Aires”, dice el escrito en el capítulo 2. Antes de dejar el escrito, los gobernadores pedirán una audiencia con los ministros del máximo tribunal. Los catorce miembros del Frente Federal Solidario se comprometieron a asistir, el santafesino Carlos Reutemann confirmó su presencia y Carlos Ruckauf enviará a su vice, Felipe Solá. El único mandatario peronista que aún no se manifestó a favor del reclamo es el cordobés José Manuel de la Sota, quien ayer se encontraba de campaña en el departamento de Cruz del Eje y no pudo ser ubicado por sus pares que se hallaban reunidos en la Casa de la Provincia de San Luis.
Se propusieron distintas estrategias para enfrentar al Gobierno, entre ellas la vía judicial. Néstor Kirchner, por ejemplo, convocó a una “rebelión institucional”, una propuesta que luego explicó a Página/12: “Ante un Presidente que no cumple las leyes, no nos queda otro camino que organizar una rebelión institucional, llenar la Plaza de Mayo, y apelar, dentro de las instituciones, a todos los modos de protesta legítimos”.

 

OPINION
Por Sandra Russo

Negro el 14

Los 7000 desaparecidos en Nueva York, todo el aparato bélico de la OTAN en marcha contra el régimen talibán y el ajedrez político tambaleante en varios países del Medio Oriente sucumbieron el martes, en la Argentina, ante un dato que sacudió la hipnosis colectiva en la que se había entrado el 11 de setiembre: la caída del 14 por ciento en la recaudación impositiva nos retrotrajo a este escenario depresivo, no por conocido menos temible: más bien todo lo contrario. De alguna manera, acaso de una manera inconfesable, la crisis mundial desencadenada por el atentado a las Torres Gemelas funcionó aquí como una suerte de recreo informativo, de pausa en la agenda psíquica de millones de personas. Durante estas tres semanas, algo parecido al alivio sobrevoló a los argentinos: el alivio de la periferia, el alivio de la distancia, el alivio del papel de reparto.
El estremecimiento por los sucesos de Nueva York y la atención concentrada en las posibles interpretaciones, pronósticos y análisis fueron naturalmente genuinos y apasionados, y en tanto genuinos y apasionados fueron balsámicos: funcionaron, en el sentido más literal, como una terapia desintoxicante.
El martes cesó el recreo que nos había permitido dejar de hablar por unos cuantos días del riesgo país, que aunque siga siendo un concepto que muchos no terminan de entender, habla del propio riesgo y es percibido como propio riesgo. El martes nos cayó nuestra propia bomba, simbólica pero igualmente destructiva. El dato de esa caída del 14 por ciento, la amenaza de nuevos recortes salariales, nuevos despidos, la sensación de que, pese a las inminentes elecciones, no hay nada que esperar, se vuelve carne, y carne dolorida. La explosión de enfermedades psicosomáticas, la multiplicación de ataques de pánico, la íntima sospecha de la inutilidad de cualquier esfuerzo o de la inviabilidad de cualquier proyecto volvieron a arrasar en esta latitud tan lejana al que parece ser el epicentro de los verdaderos dramas del planeta. Pero si la caridad empieza por casa, la percepción del dolor también. Y tal vez, entre el macromundo de las tropas alistadas para el ataque en Medio Oriente y el micromundo de algún porteño hundido en su más devastadora melancolía, no haya un divorcio tan tajante como pudiera parecer, sino algún hilo conductor que los hilvana. En uno y en otro caso hay un orden que estalla, un intolerable estado de las cosas, algo inhumano, algo siniestro. Tan siniestro que hasta suena maleducado, chocante e individualista pensar en las propias y acotadas penas cuando el mundo está a punto de una guerra. Lo siniestro es esa sensación, porque después de todo hace ya muchos años que la Argentina está en guerra contra su propia sombra. Y la pierde.

 

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