A la industria automotriz no
le funciona ni el freno de mano para evitar el desbarranque. Setiembre
cerró con una alarmante caída en la producción y
las ventas al mercado interno del orden del 47 por ciento con respecto
al mismo mes del año anterior. No se trató de un mes excepcional,
sino que simplemente profundizó la tendencia negativa de los meses
anteriores. Esta vez, la compensación no vino por el lado de la
exportación: las ventas al exterior cayeron un 21,8 por ciento
en relación con el año anterior y un 37 por ciento respecto
de agosto.
Los datos adelantados por la Asociación de Fábricas de Automotores
(Adefa) señalan a setiembre como uno de los peores meses de los
últimos años, aunque el fenómeno de la recesión
no es nuevo para el sector. Las ventas a concesionarios (mercado interno)
apenas alcanzaron a 13.790 automóviles, contra un promedio de 40
a 45 mil en años normales. Pero también en el acumulado
de los primeros nueve meses, se observa una pérdida de ventas del
42 por ciento respecto de 2000. De aquella cifra de septiembre, sólo
7724 correspondieron a unidades de fabricación nacional (las propias
terminales importan los vehículos comercializados por la red oficial
de cada marca). Pero contra poco más de seis mil unidades importadas
por las fábricas, colocaron en el exterior en el último
mes 8905. Esta producción para terceros países no
sólo del Mercosur es la que permite justificar la actividad
de las plantas locales.
La industria está tratando de equilibrar la producción con
sus ventas internas y externas, para evitar una acumulación de
stocks como la que ocurre en las filiales brasileñas que no previeron
la caída en el mercado doméstico. Ayer, la empresa Renault
anunció que suspenderá durante once días la producción
en su planta de San Pablo. Las fábricas brasileñas se han
visto perjudicadas también por el brusco descenso de la demanda
en el mercado argentino, para el cual producen determinados modelos por
acuerdos de complementación con sus filiales (los que se fabrican
en un país no se producen en el otro). Según señalaron
fuentes empresarias brasileñas, las fábricas y concesionarias
de ese país tienen actualmente un stock de 200 mil unidades a la
espera de comprador.
SOLO
EL 9 POR CIENTO TIENE EXPECTATIVAS POSITIVAS
Consumidores con mala onda
La percepción de consumidores
y ahorristas sobre la situación actual y las expectativas inmediatas
de la economía nunca fueron tan negativas como en el pasado mes
de setiembre. Ello surge de los indicadores que elabora la Fundación
Mercado, de Bahía Blanca, en base a encuestas realizadas en esa
ciudad, Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Neuquén,
Rosario y Tucumán. Con escasas variantes, en todas ellas se observa
una generalizada evaluación negativa del público sobre la
situación económica actual, una drástica disminución
en las expectativas de compras de bienes durables, caída en el
nivel de ahorro de las familias y el mantenimiento del consumo corriente
en su mínima expresión. Por otra parte, el informe de la
Fundación advierte que, a medida que se prolonga la recesión
esperando que la economía arranque por sí misma, se reducen
las probabilidades de éxito de posibles medidas de reactivación,
ya que el deterioro creciente de las expectativas reduce la sensibilidad
de reacción de la población a dichas medidas.
Del total de los encuestados, a quienes se les formuló una serie
de preguntas en torno a la percepción de la situación actual
y a las perspectivas de desenvolvimiento de la economía en general,
del empleo y de los ingresos personales futuros, se obtuvo apenas un 9
por ciento de respuestas favorables. El denominado Indice de Confianza
está cinco puntos por abajo del correspondiente al mes anterior,
quince puntos por detrás del índice promedio del primer
trimestre de este año (24 por ciento) y a más de 30 puntos
del nivel alcanzado a fines de 1999 (41 por ciento), año el que
se empezó a elaborar este indicador. El de setiembre, obviamente,
resultó el valor más bajo de la serie.
El nivel de pesimismo actual supera el alcanzado entre octubre y noviembre
del año pasado, en las semanas posteriores a la renuncia del vicepresidente
Carlos Alvarez, recuerda el informe de la Fundación Mercado. Las
condiciones actuales se corresponden con una etapa de severa depresión
que tiene correlato en el nivel de desempleo y en la deflación,
describe el trabajo.
La evaluación de la situación presente por parte de los
consumidores ha llegado a un piso (con extremos del cero por ciento de
respuestas positivas en el caso de Bahía Blanca y Rosario). Pero
en cuanto a las expectativas, la caída en la proporción
de respuestas positivas es drástica en todo el país. También
son negativas las expectativas en cuanto a la evolución de los
ingresos personales. La población asume que, aun en el caso
de experimentar la economía a un ciclo de crecimiento acelerado,
la situación a la que se volvería sería (todavía)
inferior a la de 1998, apunta el estudio. En cuanto a los hábitos
de consumo, la fundación refiere, como tendencia, que la compra
de bienes corrientes se reajusta periódicamente hacia menores
precios (segundas marcas, inferior calidad) y los planes de compra de
durables se postergan indefinidamente o se efectivizan en niveles
más bajos.
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