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“Los trabajadores tenemos que
dejar de confiar en los políticos”

José Montes es obrero, trabaja en el Astillero Río Santiago y es candidato a diputado por el PTS. Reporteado por Página/12, cuenta cómo concilia trabajo con militancia. Cómo vive. Qué piensa.

José Montes se enorgullece de trabajar
y haber sido delegado en los Astilleros.

Por Romina Calderaro

Se enorgullece de que, “gracias a nuestra lucha”, el Astillero Río Santiago, su lugar de trabajo desde 1983, “es la única empresa productiva que no fue privatizada salvo Fabricaciones Militares”. El no lo dice, pero al final de la entrevista su compañera Susana Sachhi acerca un libro que cuenta la historia de la fábrica relatada por sus propios trabajadores en cuya tapa, debajo de una foto del astillero, puede leerse que el coordinador del texto fue él. Se llama José Montes y es candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires del Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS).
–¿Cómo coordina la militancia con su trabajo?
–Trabajo en el Astillero nueve horas, de 7 a 15.15, y el resto del día lo dedico a la militancia partidaria. Nosotros creemos que los obreros no sólo estamos para trabajar, sino que es necesario que intervengamos en política. Los trabajadores tenemos que dejar de confiar en los políticos ya que somos nosotros los que cotidianamente, con nuestras luchas, enfrentamos diferentes ataques. Somos nosotros los que con nuestro trabajo hacemos funcionar el país y creemos estamos en condiciones de dar respuesta a la crisis junto a los sectores medios de la sociedad.
–¿Cómo se compone su familia?
–Somos tres hermanos. Como la mayoría de los hijos de los trabajadores no pude terminar de estudiar: tengo tercer año del secundario. Mis padres trabajaban y yo decidí dedicarme a trabajar a partir de los 18 años. Pasé algunos períodos despedidos por ser un militante. Tengo tres hijos: dos de mi primer matrimonio: Mónica de 28 y Pablo de 24, y Lautaro, de mi nuevo matrimonio, que tiene un año y nueve meses.
–¿Y qué dicen ellos de su militancia?
–Mónica y Pablo lo ven son simpatía. Saben que ésta es la profesión que elegí. El chiquito no tiene opinión formada (risas).
–Si pudiera haber elegido, ¿qué hubiese estudiado?
–Visto desde hoy, quizá hubiese querido estudiar en una escuela industrial.
–¿Qué dicen sus compañeros del Astillero de que haga política?
–Hasta el año ‘96 yo fui delegado de mi sección elegido por mis compañeros. Más allá de que mayoría sean peronistas, en la fábrica lo que hay es una especie de orgullo de tener un compañero que además de estar en la lucha cotidiana dentro de la empresa participe en política.
–¿Cómo se sale de esta crisis para ustedes?
–El mayor problema es la desocupación y nosotros creemos que hay una manera muy sencilla de resolverla: tienen que repartirse las horas de trabajo entre ocupados y desocupados. Pero desde ya que para llevar adelante esta propuesta hay que afectar los intereses de los banqueros, de los grandes empresarios, de los monopolios.
–¿Qué piensa de Elisa Carrió, la titular del ARI, y su proyecto político?
–Ella reivindica la democracia yanqui y habla de un capitalismo mafioso y un capitalismo serio. Y yo no conozco ningún capitalista que no tenga que aplicar mecanismos mafiosos para llevar adelante la explotación de los obreros. Además, no puede ser una alternativa para los trabajadores alguien que reivindica como ejemplo de capitalismo serio a Pérez Companc, que es uno de los principales grupos económicos que embolsa fabulosas ganancias producto de la explotación de sus obreros. Son dueños, por ejemplo, son parte del proceso de privatización de YPF. En Neuquén hay un pozo de petróleo cada veinte habitantes y es una de las provincias con más desocupación.
–¿Piensa, como auguran muchos consultores, que el porcentaje de voto en blanco va a ser muy alto en estas elecciones?
–Yo no sé, pero lo que expresa el voto en blanco es un repudio generalizado de los trabajadores a los partidos tradicionales. Y nosotros entendemos que no es una perspectiva a favor de los trabajadores porque no ofrece una opción. Nosotros sí la tenemos. Planteamos, por ejemplo, que no queremos ser una estrella más de la bandera yanqui. Porque, con la excusa de los atentados –que son lamentables porque murieron miles de trabajadores que no deciden la política exterior de Estados Unidos–, los que sí tienen el poder va a redoblar su ofensiva imperialista mientras aquí en la Argentina se va a redoblar la rebaja salarial, la desocupación y el déficit cero. Y los trabajadores somos los únicos que nos podemos preparar para después del 14 de octubre, momento en el que va a venir una ofensiva terrible. Y tendremos que llevar adelante una gran lucha para poner freno a esa ofensiva.

 


 

DECISION SOBRE EL VOTO EN BLANCO
Ni un peso para nadie

El director nacional electoral, Alejandro Tulio, aclaró que los votos en blanco, impugnados o nulos no se toman en cuenta a la hora de determinar la cantidad de dinero que se le gira a los partidos políticos, mientras que el secretario de la Cámara Nacional Electoral, Jorge Otaño Piñeyro, aseguró que ese tipo de sufragios no reporta a las fuerzas ningún beneficio político, aunque reconoció que “indirectamente” favorecen a las agrupaciones, en especial a las que obtengan la mayoría. Los funcionarios hicieron estas declaraciones ante la creciente intención del electorado a impugnar el voto, o a sufragar en blanco, y ante las dudas sobre las consecuencias electorales o económicas que pueden generarse.
“Los votos en blanco o nulos no tienen ningún valor” económico, afirmó Tulio, por lo que el gobierno nacional girará a los partidos un peso por cada voto afirmativo, aunque ese pago estará “supeditado a la disponibilidad (de fondos) por la ley del déficit cero”. En tanto, Otaño Piñeyro confirmó que los votos en blanco, nulos e impugnados “no van a mejorar ninguna posición partidaria, ni mayoría ni minoría”. Pero sí benefician indirectamente a los partidos, ya que no forman parte del total de votos a la hora de determinar los porcentajes de cada fuerza.

 

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