Por Irina Hauser
y Raúl Kollmann
Lo que fue presentado inicialmente
como una impactante pista del caso AMIA terminó en la nada. La
Policía Bonaerense había llegado al juez Juan José
Galeano señalando que tenía una clave de la investigación
del atentado: un grupo varios de sus miembros militares carapintadas
que proporcionó los explosivos para el ataque. La Cámara
Federal consideró que no había ningún elemento que
relacionara a los hombres señalados con el atentado terrorista.
Ayer el Tribunal Federal Oral 4 sostuvo que ni siquiera había una
banda, y sólo condenó a tres de los once acusados por tenencia
ilegal de armas, un delito menor. De yapa, los jueces pidieron que se
investiguen las denuncias del buzo táctico e integrante del Modín
Jorge Pacífico, quien señaló que el caso fue armado
por el ex comisario Angel Salguero para desviar indicios relacionados
con la causa AMIA que conducían a la Bonaerense.
Los diez ex militares más un civil acusados de robar armas del
Ejército fueron absueltos del delito de asociación ilícita.
Sólo Ricardo Villarino, Miguel Lovera y Haroldo Pérez recibieron
tres años de pena condicional por tenencia ilegítima de
armas de guerra. Juan Carlos Coppe, que aparecía como personaje
central en la venta del armamento, no recibió ninguna acusación.
Lo dispusieron así los jueces Leopoldo Bruglia, María Cristina
Sanmartino y Horacio Vaccare, aunque este último votó en
disidencia parcial. Los fundamentos del fallo se conocerán el próximo
jueves.
La pista de este caso, bautizado como ARMIAS, llegó
en 1995 al juez Galeano de la mano del comisario Salguero, a quien la
Bonaerense había asignado la investigación del ataque a
la mutual judía. Salguero venía de ser jefe de brigada en
General Sarmiento, el mismo lugar donde operaban los carapintadas, a quienes
evidentemente conocía. El sostenía que los ex militares
habían suministrado los explosivos para el atentado. Lo que le
dio un tinte más extraño al asunto fue que la denuncia original
contra los carapintadas la hicieron Elba Fernández, ex amante de
Salguero, y su hija Mónica Cañete, vidente y tarotista,
que mantenía relaciones con policías, entre ellos con Coppe.
Ambas fueron testigos protegidas y colaboraron con la infiltración
de un agente secreto entre los militares para simular una compra de armas
y explosivos. Cañete terminó procesada por falso testimonio
por desdecirse en el juicio oral.
Durante las audiencias del debate oral, el testimonio de Carlos Vasenas
encargado de las investigaciones que ordenaba Salguero permitió
reforzar la teoría, abonada por los fiscales, de que la pista carapintada
fue montada para desviar las sospechas que complicaban a la Bonaerense
y en especial al ex comisario Juan José Ribelli, que terminó
como uno de los acusados centrales en el juicio oral por el ataque a la
AMIA. Cuando a Vasenas le preguntaron por qué Ribelli estuvo presente
junto a Salguero cuando se allanó Campo de Mayo y se detuvo a los
carapintadas, perdió la memoria sorpresivamente. No pudo explicar
nada.
Los once imputados habían sido detenidos por el juez Galeano, pero
llegaron a juicio en libertad. El tribunal oral, en su sentencia, alivianó
los cargos que habían sido pedidos por el fiscal Miguel Angel Romero:
cuatro años de cárcel para Villariño, Lovera y Pérez,
tres años para Coppe, Luis Rodríguez y Carlos Britez, tres
años y medio para Raúl Salomone, tres años y ocho
meses para Luis Pelle. No había solicitado condenas para Pacífico,
Rubén Mansilla y Alberto Ferreyra.
Lo más útil que se puede derivar de este juicio está
por verse. El tribunal resolvió entregarle a Romero que también
interviene en la causa AMIA copias de las declaraciones de los testigos
y pidió que se sortee algún juzgado para investigar las
acusaciones de Pacífico. Este especialista en explosivos acusó
a Salguero de haber inventado la pista carapintada para liberar
a la Bonaerense de las acusaciones que se avecinaban y de haberlo torturado
para involucrar al ex diputado del MODIN EmilioMorelo. Pacífico
anunció que iniciará acciones legales contra quienes lo
acusaron e incluso denunciará al juez Galeano.
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