Por E. F.
Desde Peshawar
A un costado del gran bazar
de Peshawar encontramos la palabra del profeta Mahoma en su expresión
más pura y radical. Para llegar hasta la escuela coránica
de Markazi-dar-el-Kora hay que subir por una callejuela sucia del bazar
situada justo detrás de la mezquita Madani. Como en Rawalpindi,
la madrassah más importante de la cuarta provincia paquistaní
está situada en el primer piso. 1500 jóvenes musulmanes
se dedican a estudiar el Corán desde las cinco y cuarto de la mañana.
Cualquier otra enseñanza está excluida: matemáticas,
ciencias, geografía o historia no tienen cabida alguna.
Es aquí donde enseñamos la palabra del Profeta a quienes
aspiran a convertirse en buenos musulmanes, dice el director mirando
con malicia las reacciones de sus invitados. El mullah Khary
Fayez ul-Rahman Aloui precisa: Hacen falta cuatro años de
estudios para aprender de memoria los versículos del Corán.
Los taliban (estudiantes en religión) trabajan seis horas por día
durante seis días a la semana. Muchos aspiran a seguir la carrera,
a convertirse en mullahs y a aplicar la justicia islámica.
Markazi-dar-el-Kora es célebre por su sección afgana
y por haber recibido en su recinto a muchos de los barbudos armados que
hoy controlan Afganistán. El director dice ignorar cuántos
pasaron por su madrassah, pero Markazi-dar-el-Kora está considerada
junto a la escuela coránica de Akora Khatak como una fábrica
de talibanes.
Las dos madrassahs adoctrinaron a centenares de los mismos
talibanes que Washington quiere sacar por la fuerza utilizando, entre
otras cosas, el espacio aéreo y el territorio paquistaní.
Los dos Estados que más alentaron a los talibán se encuentran
juntos para desalojarlos. No es un azar. Si las escuelas coránicas
prosperaron a tal punto en Pakistán no se debe a un repentino fervor
religioso, sino a una alianza entre la religión y la política
aunadas como instrumento de desestabilización. EE.UU. y el gobierno
paquistaní de los años 80 pusieron en común
sus intereses para combatir la ocupación soviética de Afganistán.
Bajo la presidencia del difunto presidente paquistaní Zia-ul-Hak,
las madrassahs se multiplicaron en Afganistán y miles de afganos
refugiados ingresaron a esas escuelas. Por lo menos dos ministros del
actual gobierno talibán aprendieron la palabra del profeta en las
madrassahs del país. Hoy, Markazi-dar-el-Kora aún acoge
poco más de cien estudiantes afganos.
El mullah Khary Fayez ul-Rahman Aloui está satisfecho con la forma
en que los islamistas manifiestan su repudio al actual pacto estratégico
entre Pakistán y EE.UU. Si Norteamérica llega a atacar
a nuestros hermanos afganos todavía va a ser peor, asegura
midiendo una vez más las reacciones de su interlocutor. El mullah
Khary Fayez ul-Rahman Aloui no tienen que medir sus palabras para no exceder
el marco religioso. Además de ser el director de la madrassah,
Khary Fayez ul-Rahman Aloui es el jefe local del partido Jamiat Ulema-e-Islami,
una de las formaciones políticas religiosas más radicales
del país.
La escuela coránica de Akora Khatak no se parece en nada a la de
Peshawar. Fundada en los años 40, la madrassah no hubiese pasado
a la historia sin la invasión rusa de Afganistán.
Cuando el Ejército Rojo invadió el país hermano,
miles de los alumnos de la escuela se alistaron para combatir al invasor.
Akora Khatak está situada a mitad de camino entre Islamabad y Peshawar.
La rodean los árboles y cierta paz. Las diferencias se limitan
a la arquitectura y al paisaje. En su seno, el discurso es el mismo. El
mullah Sami Ul-Haq define la función de una escuela coránica
como un medio de favorecer la construcción de una sociedad
islámica en el mundo. Políticamente, sus principios
están guiados por el apoyo incondicional a los talibán y
el encono hacia EE.UU.
El mullah Sami Ul-Haq preside el comité por la defensa de Pakistán
yAfganistán en cuyo seno están agrupadas unas 20 organizaciones
fundamentalistas. Esa segunda función le permite llevar en buses
a los alumnos de su escuela para que manifiesten su oposición a
Estados Unidos. Para el mullah, el régimen talibán es palabra
santa, Pakistán una sociedad corrupta y EE.UU. un poder hegemónico.
Con calma y concentración, el mullah dice: Los talibanes
trajeron la paz y la seguridad a Afganistán pero el mundo los condenó
de antemano. No les dejaron el tiempo necesario de reconstruir el país.
La política de los talibán son un modelo para un Pakistán
corrupto, bajo la bota de los EE.UU., que son los peores terroristas del
mundo. El director de la escuela coránica repudia el ejemplo
que representan todos esos occidentales que vienen a interrogarlo. Sereno
y firme dice: No queremos una democracia al estilo occidental sino
una democracia guiada por Alá.
La pobreza y las deficiencias del sistema educativo paquistaní
explican en mucho el éxito de las madrazas. En un país
donde apenas el 18 por ciento de los jóvenes van a la escuela,
las madrassahs representan una salida honorable para las familias de nivel
modesto. Las escuelas coránicas dan casa, comida y una enseñanza
básica. Con tres millones de alumnos en todo Pakistán, constituyen
un sistema paralelo de enseñanza coránica y ayuda social.
Pero la versión radical del Islam que enseñan está
lejos de limitarse a la palabra del profeta.
|