Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar
Jihadwai suena como
el susurro del viento. Abdula la repite dos veces, Jihadwai,
Jihadwai y se toca el pecho, señalándose. La
palabra quiere decir comandante. Abdula es uno de ellos, un
auténtico comandante talibán. Su cuerpo está marcado
por la historia: tiene un balazo ruso en el medio del pecho y tres balas
más cuyas cicatrices le quedaron de recuerdo a flor de piel
de la guerra contra los shuravis (rusos). Hace unos días
pasó la frontera para visitar a su familia en Pakistán.
Les hemos preparado un bello cementerio. Que vengan. Los estamos
esperando, dice refiriéndose a los comandos norteamericanos.
Abdula tiene bajo su mando poco más de 2000 hombres listos para
defender a su país y a ese gran hombre que es Bin Laden.
Cuando combatía a los soviéticos era un héroe. Ahora
quieren hacer de él un terrorista, dice con una convicción
que contrasta con su serenidad. Todo lo que Abdula afirma es suave pero
cortante, no hay lugar a la concesión: Los norteamericanos
quieren acabar con nosotros porque Afganistán es el único
país con raíces auténticamente islámicas.
Todo el país está con nosotros. La gente no huyó
de la ley islámica, de la charia. Se fueron porque había
hambre, por culpa de la sequía. Nadie huyó de nosotros.
El mullah Omar es un gran hombre. Bin Laden también.
Al Jihadwai no le gusta que se agrande el papel
y la ayuda otorgada a los talibanes por EE.UU. durante la guerra contra
el ocupante soviético. Ellos dice apuntando con el
dedo hacia el cielo nos ayudaron un poco pero llegaron tarde.
Cuando era un oficial del ejército regular afgano no llevaba puestos
el turbante y la ropa tradicional de los pashtunes (la etnia dominante
de Afganistán). Cambió el rostro del enemigo y la
ropa, nada más. El combate es el mismo. Defender nuestro país
de un nuevo invasor. Qué importan las estrellas, los galones y
los uniformes si no representan nada.
Abdula confiesa que nunca se imaginó que algún día
tendría que pelear contra Estados Unidos. Ellos buscan a
Bin Laden y quieren derribar el régimen talibán porque ni
uno ni otro les conviene. Pero Osama bin Laden es inocente. Nadie presentó
ninguna prueba contra él. No se puede actuar así. Los países
no se manejan de esa manera, como títeres que se cambian cuando
al amo les da la gana. Nosotros cortamos los hilos y nadie nos hace hacer
lo que no queremos. En estos días de rumores profusos Abdula
duerme con un ojo abierto. La región bajo su mando es una vasta
zona fronteriza con Pakistán, ubicada muy cerca del sur por donde
se anuncia que los comandos norteamericanos podrían infiltrarse
en Afganistán. Abdula no se inmuta. Si nosotros salimos,
ellos también pueden entrar. El problema no es ése, sino
cómo salir vivos una vez que se metieron adentro. Los satélites
espía son una cosa, caminar por estas tierras es otra. Los soviéticos
aprendieron la lección a pesar suyo. Si los norteamericanos quieren
probar, los esperamos con sus tumbas abiertas.
SEGUN
LA EXPERTA PAQUISTANI MAZARI, EE.UU. YA ESTA EN EL TERRENO
La acción militar ya ha empezado
Por Angeles Espinosa
*
Enviada
especial a Islamabad
Shirin Mazari asegura que el
ataque norteamericano ya está en marcha. La directora del Instituto
de Estudios Estratégicos de Pakistán está convencida
de que Estados Unidos está llevando a cabo operaciones encubiertas
dentro de Afganistán. En su opinión, el ataque masivo convencional
se ha descartado. Sólo teme que la necesidad de satisfacer a la
opinión pública con acciones visibles lleve a derramar
sangre musulmana.
¿Por qué se retrasa tanto el ataque estadounidense?
Depende de qué clase de acción se esté esperando,
pero mi impresión es que ya ha empezado a través de operaciones
encubiertas y que ésa es la forma en que va a llevarse a cabo.
El derramamiento masivo de sangre y el ataque convencional han quedado
descartados.
Sin embargo, el presidente Musharraf ha declarado no saber nada
de las operaciones encubiertas...
Sí, es cierto que el presidente ha dicho que no conoce esos
planes, pero hay informes de operaciones encubiertas y eso es lo correcto
porque sería difícil para Estados Unidos lograr su objetivo
con una acción militar (convencional). Por eso no han empezado
a bombardear.
Entonces, ¿no hay que temer ese tipo acciones?
Tal vez haya algunos planes de ataque para satisfacer a la opinión
pública estadounidense y que vea que se ha derramado sangre musulmana...
Dada la contestación de una parte de los paquistaníes,
¿en qué medida puede cumplir Musharraf su promesa de apoyo
a Estados Unidos?
Ha explicado claramente que vamos a compartir información
y permitir el uso del espacio aéreo (excepto algunos corredores);
está menos claro en qué va a consistir el apoyo logístico
porque no nos han precisado qué necesitan. Hemos sido más
claros que otros países.
¿No teme la oposición de la opinión pública?
Incluso durante la guerra del Golfo, cuando el gobierno tuvo que
tomar una decisión muy impopular, la situación estuvo bajo
control. Ahora, la mayoría de la gente está con el gobierno
porque se ha dejado claro que Pakistán no va a enviar tropas a
Afganistán y no se ha comprometido a permitir una presencia prologada
de tropas extranjeras.
Al menos de forma visible...
Si son muchas, no se puede esconder.
¿Será suficiente para Estados Unidos?
No es una cuestión de suficiente o insuficiente, sino de
lo que podemos y lo que no.
¿Hay alguna fisura en el ejército?
Si el ejército no le respaldara al 100 por ciento, el presidente
no hubiera podido ser tan claro; podría haber sido más ambiguo
como otros países de la zona. No hay tradición de revueltas
importantes en su seno. Normalmente, el Ejército cierra filas en
tiempos de crisis.
Pakistán se muestra renuente a aceptar la fórmula
que la Alianza del Norte y el ex rey están negociando para el futuro
de Afganistán...
Nuestra preocupación es tener un gobierno amistoso en Kabul.
Y el peso que vaya a tener (la Alianza) no sólo nos preocupa a
nosotros, porque a fin de cuentas cualquiera que quiera gobernar en Kabul
tiene que tener buenas relaciones con sus vecinos. Además, no hay
que olvidar que los pastún son el grupo étnico más
importante y eso tiene que reconocerse. Los refugiados sólo regresarán
si hay un gobierno aceptable.
¿Van a aceptarlo las mafias que se benefician del caos actual?
Aparte de las mafias de la droga, nadie en Pakistán saca
ningún beneficio económico de Afganistán. Al contrario,
está siendo costoso desde hace algún tiempo no sólo
en términos económicos sino también de orden público.
La estabilidad nos beneficiará. Todo el mundo piensa que tenemosinfluencia
sobre los talibán, pero no es así. No hemos logrado que
nos entreguen a los terroristas paquistaníes que se refugian en
su territorio y no logramos impedir la destrucción de los Budas
de Bamiyán. En la sociedad civil, hay un fuerte sentimiento antitalibán,
lo que ha hecho más fácil el apoyo al presidente.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.
OPINION
Por Rueul Marc Gerecht *
|
La CIA es un supermito
Durante toda la guerra entre la URSS y Afganistán (1979-1989),
la dirección de operaciones de la CIA no puso en marcha a
ningún equipo de expertos afganos. El primer agente de informaciones
con algún conocimiento del idioma del país no llegó
a Afganistán hasta 1987, un año y medio antes del
fin del conflicto. Robert Baer, uno de los más talentosos
entre ellos, dio a entender al cuartel general que la CIA, que podría
tener necesidad de informaciones sobre Afganistán, debería
ir a buscarlas en las repúblicas vecinas de Asia Central
que habían pertenecido a la Unión Soviética.
La respuesta del cuartel general fue la siguiente: demasiado peligroso.
¿Por qué correr ese riesgo? La Guerra Fría
había terminado en la región con el retiro de los
soviéticos en 1988. Afganistán quedaba muy lejos,
se pensaba que las guerras de exterminio recíproco eran endémicas
y el Islam fundamentalista una idea abstracta. Afganistán
se convirtió, desde entonces, en el centro neurálgico
y el terreno de entrenamiento del terrorismo islámico contra
Estados Unidos. El servicio clandestino de la CIA continúa,
por otra parte, sin permitir permanecer a sus agentes más
de dos o tres años sobre el terreno afgano.
Durante los años que pasé en la Agencia, ni una sola
vez escuché a los oficiales de información, en el
exterior o en el cuartel general, discutir una operación
elemental de reclutamiento que utilizara un agente de información
lejos de los círculos diplomáticos y de los medios
empresarios. Simplemente nunca pensaron en el futuro. George Tenet,
que tomó la dirección de la CIA en 1997, calificó
en varios momentos al programa norteamericano antiterrorista como
sólido, declarando que había en la mayoría
de los casos desestabilizado e inquietado a los terroristas
de Bin Laden. El director del contraterrorismo del Consejo de Seguridad
Nacional de la administración Clinton, Richard Clarke, que
sigue reinando bajo Bush, está convencido de que en Afganistán
Bin Laden y sus hombres se quedan despiertos durante la noche alrededor
de un fogón, muy ansiosos de la suerte que les reservamos.
Dudo que Ossama bin Laden y los suyos tengan dificultad en conciliar
el sueño.
* Ex agente de la CIA. Extraído de The Atlantic Monthly.
|
|