Por Gabriel A. Uriarte
Desde
Washington
Era peor que el 11 de setiembre.
Eso podía deducirse del silencio que produjo la noticia de un extraño
incidente en el casi tan extraño condado de Coffee (Café)
de Tennessee. Desde la masacre del 11 de setiembre, Washington D.C. se
dividió en círculos concéntricos de introspección.
Algunos reciben la atención de la CNN, tales como los pedidos de
disculpas y mea culpas de la Comisión de Inteligencia del Senado;
otros, como las reflexiones de empleados de mediano rango del Departamento
de Salud y Servicios Humanos, requieren estar en el lugar indicado a la
hora indicada para enterarse de ellos: en este caso, el bar Guards de
Georgetown, a la 1 del mediodía. La enormidad de lo ocurrido el
11 de setiembre tuvo el efecto de centrar las preocupaciones y conversaciones
en temas igualmente amplios, tales como el fundamentalismo y el Islam,
o la política norteamericana hacia Israel. Nadie se sentía
tan importante como las Torres Gemelas, y por tanto nadie se veía
personalmente como un blanco para Osama bin Laden. Eso cambió abruptamente
cuando un inmigrante croata intentó degollar al conductor de un
autobús Greyhound en Tennessee. El autobús, la línea
Greyhound, el condado Café de Tennessee, eran mucho más
insignificantes que los comensales del Guards. Así, ayer fue el
primer día en que verdaderamente sintieron el peligro nuevamente
de cerca.
Hablan de un ataque químico y biológico pero no pueden
impedir esto, exclamó una mujer cuando la CNN difundió
las primeras noticias sobre un autobús que había volcado
en Tennessee luego de que un aparente terrorista intentara tomarlo. Pensé
que sólo se molestarían en ir contra las líneas aéreas,
admitió otra. Eran personas cuyos jefes les habían advertido
sobre el peligro de nuevos 11 de setiembre, con ataques con armas de destrucción
masiva contra edificios federales. Personas acostumbradas desde hace más
de una semana a atravesar múltiples puestos de control para entrar
a sus oficinas. Algo inquietante e incómodo, sin duda, pero reconfortante
para ellas en la medida en que parecía garantizarles una cierta
protección. Ayer esta impresión fue confirmada de manera
tan extrema que todos se sintieron indefensos. En otras palabras, cundió
la impresión de que quizá el único lugar donde los
ciudadanos de Washington D.C. estaban a salvo era en sus muy bien guardadas
oficinas federales. De eso hablaban casi todos mientras se esperaba ansiosamente
que la CNN consiguiera más información sobre lo ocurrido
en Tennessee.
¿Qué van a hacer ahora? ¿Crear un cuerpo de
Bus Marshalls?, espetó un oficinista de unos 40 años,
refiriéndose a los Air Marshalls, policías que
viajan de incógnito en vuelos civiles para impedir ataques terroristas.
Era una protesta contra una situación en la que ningún objetivo
parecía demasiado pequeño, y donde las autoridades sólo
pueden proteger a los más grandes. Estaban tan preocupados
de que Osama bin Laden demolería por completo al Pentágono
con una bomba atómica lanzada desde un avión fumigador kamikaze
que permitieron que los pasajeros de un autobús sean aniquilados...
Al gobierno siempre lo agarran por donde no lo espera. Media hora
después, las cadenas de televisión podían confirmar
que sólo habían muerto seis personas, incluyendo
el inmigrante croata que había atacado al conductor. Evidentemente,
la intención de los noticieros era tranquilizar a su público,
pero su efecto fue casi el contrario. Ya me resigné a no
viajar en avión, ahora no puedo viajar en Greyhound: ¡voy
a tener que ir a pie para visitar a mis padres en Idaho!, disparó
una empleada de una comisión local de educación.
La diferencia entre el 11 de septiembre y el 3 de octubre puede definirse
como de abstracción contra precisión. Un atentado de escala
casi incomprensible, una buena parte de Nueva York y 6.000 de sus habitantes
reducidos a cenizas, fue reemplazado por uno de tal relativa sordidez
que, por ese mismo motivo, podía repetirse en cualquier lado, contra
cualquier persona. Antes, las conversaciones en Washington hablaban de
Afganistán, las dificultades de una represalia militar, la experiencia
de Vietnam, el fundamentalismo islámico, el choque de culturas,
el fin de la historia, la naturaleza de Dios, etc. Una hora después,
cada persona analizaba minuciosamente su itinerario diario individual
para ver si era vulnerable a algún otro inmigrante croata en algún
otro medio de transporte insignificante, como los Metrobuses de la capital.
Leí que los israelíes siempre miran a todos en un
ómnibus para ver si alguno es un kamikaze, pero ni siquiera después
de lo de Nueva York pensé que yo tendría que aprender a
hacerlo, explicó una joven durante un corte comercial en
la cobertura de la CNN.
Para las 3 de la tarde, las autoridades aseguraban que lo sucedido no
era más que la acción aislada de un individuo desequilibrado.
Fue la señal para bajar el volumen de los televisores, poner los
subtítulos, y que los diferentes comensales volvieran a sus conversaciones.
La mayoría lo hizo, pero con un subtexto de mucho mayor temor que
algunas horas atrás. Es que el mal había dejado de estar
centrado en el siniestro Osama Bin Laden y se tornó en algo mucho
más difuso. Algo que podía encarnarse en cualquier persona.
Un empleado de una agencia de seguros resumió, mientras apuraba
el vaso para volver a su casa: ¿Usted me pregunta qué
pienso sobre la represalia militar contra Afganistán? Mire, la
CNN me dice que Osama Bin Laden no tuvo nada que ver con lo que hizo ese
croata infeliz... Entonces yo me pregunto de cuánto va a servir
aun si logramos meterle un Tomahawk por el culo.
Claves
- Ayer un atacante desequilibrado intentó degollar al conductor
de un ómnibus de la compañía Greyhound. El
chofer perdió el control del vehículo y volcó.
- Murieron seis de los 41 pasajeros a bordo.
- El chofer fue intervenido quirúrgicamente y se encuentra
en estado de salud estable. Hay cinco pasajeros gravemente
heridos.
- Según el FBI, el atacante, que figura entre las víctimas
mortales, tenía un pasaporte croata.
- No fue un acto terrorista, pero eso fue lo que la gente pensó
de entrada.
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LA
OPERACION LIBERTAD DURADERA EN OPINION DEL JUEZ BALTASAR GARZON
No a la solución final al terrorismo
La paz o
la libertad duraderas sólo pueden venir de la mano de la legalidad,
de la justicia, del respeto a la diversidad, de la defensa de los derechos
humanos, de la respuesta mesurada, justa y eficaz, advirtió
el juez español Baltasar Garzón frente a la inminente represalia
de Estados Unidos contra Afganistán por los atentados en Nueva
York y Washington. El magistrado que tramita en Madrid el juicio por genocidio
y terrorismo de Estado contra los militares de la última dictadura
argentina alertó también que la aceptación de la
eliminación física de Osama bin Laden y sus adeptos, por
parte de los países occidentales, implica que se predica
la legalidad y a la vez se prescinde de la misma, aduciendo la necesidad
y la urgencia para acabar con el peligro que la organización terrorista
representa y llamó a alzar la voz para develar la gran
mentira de la solución final contra el terrorismo.
Garzón señaló que permanecer callado frente a la
que promete ser la represalia de Estados Unidos es una omisión
gravísima o una aceptación culpable y agregó
que a callada aceptación oficial de Occidente, esencialmente
la de los países europeos, me lacera en lo más profundo
del corazón y debe llenarnos de desesperación porque
se acepta e incluso se comparte la respuesta violenta. Que
Estados Unidos iba a reaccionar como anuncia era lógico y esperado,
pero la sumisión simiesca de todos no era previsible. Así,
resulta preocupante que países como Francia o España no
hayan alzado la voz en forma clara para decir no, para develar la gran
mentira de la solución final contra el terrorismo,
agregó.
El magistrado fijó su posición por medio de una nota de
opinión en el diario El País. No es posible señaló
en ese artículo que viva en un país que sufre el terrorismo
desde hace más de treinta años y que día a día
clama por la legalidad y el Estado de derecho para hacerle frente, y que
ahora se ponga el casco militar y decida ayudar sin límite a un
hipotético bombardeo de la nada, a una masacre de la miseria; a
un atentado a la lógica más elemental de que la violencia
engendra violencia y que la espiral del terrorismo se alimenta con más
muertos.
Garzón también llamó la atención de que Occidente
ha estado más ocupado del progreso abusivo y vergonzante de la
producción, la especulación y el beneficio globalizados
que de una adecuada redistribución de la riqueza, de una política
de exclusión social que de una mayor atención a la integración
de los pueblos o de una política de inmigración progresista
y solidaria. En el mismo sentido, manifestó que por
esas omisiones conscientes, ahora se sufren las consecuencias terribles
de una violencia irracional extrema y fanáticamente religiosa
y advirtió que no se puede construir la paz sobre la miseria
o la opresión del fuerte sobre el débil; y, sobre todo,
no se puede olvidar que habrá un momento en el que se tengan que
exigir responsabilidades por las omisiones y por la pérdida de
una oportunidad histórica para hacer más justo y equitativo
este mundo.
En un plano más jurídico, el magistrado destacó en
cuanto a la incriminación que se hace de Bin Laden que no es válido
decir Tengo las pruebas pero no las hago públicas porque
puedo perjudicar a las fuentes. Esto no es serio. Esto, sencillamente,
es ilegal.
Garzón explicó que la respuesta que quiere frente a los
atentados es aquella que parte necesariamente del Derecho mediante
la elaboración y la aprobación urgente de una Convención
Internacional sobre el terrorismo que unifique los conceptos e incluya
las normas que regulen los tipos de investigación policial y judicial;
que eliminen cualquier traba para la investigación en países
o enclaves con opacidad fiscal; o la obligación de descubrir las
cuentas, bienes y denunciar a sus titulares; la desaparición del
principio de doble incriminación; la creación de un espacio
único y universal, lo que supone necesariamente la urgente ratificación
del Estatuto de la Corte Penal Internacional, y la conceptuación
del terrorismo como un crimen contra la humanidad perseguible bajo el
principio de justicia penal universal; la desaparición de la extradición
y su sustitución por la simple entrega de los responsables.
LA
GATITA QUE SOBREVIVIO 18 DIAS
Siete vidas para Pretty
Cuando parecen
agotadas todas las esperanzas de encontrar rastro de vida bajo los escombros
del World Trade Center, resultó conmovedor hallar a Pretty
(Preciosa), una gata persa que sobrevivió durante 18
días bajo las ruinas de las Torres Gemelas y fue rescatada el pasado
sábado 29 de setiembre. La pequeña mascota sufrió
serias heridas y llegó en muy mal estado de salud a las manos de
su veterinario, para quien el animalito debió mantenerse vivo bebiendo
agua de lluvia contaminada, lo que mermó su estado de deshidratación.
Sea por milagro, o porque contaba con siete vidas de yapa, lo cierto es
que la gata está sana y a salvo en brazos de su dueña que
la mira todavía entre sorprendida y sonriente, y que no deja de
preguntarse cómo algo tan frágil como ella pudo sobrevivir...
fue un milagro. No hay duda que semejante catástrofe debió
movilizar sensibilidades de la sociedad norteamericana primero y del mundo
después. Entonces, ¿por qué no se debiera de celebrar
que hubo un originario del reino animal que estuvo así de entrar
en el reino de los cielos pero finalmente regresó a casa?
DETIENEN
A UN EMPRESARIO PERUANO
Sobornado por Montesinos
Un empresario de
la televisión de Perú fue detenido ayer en el Aeropuerto
Internacional de Ezeiza por pedido de la Justicia de ese país,
acusado de recibir un soborno de parte del ex asesor de inteligencia del
gobierno de Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos. Fuentes de Interpol
de Argentina dijeron que Ernesto César Schutz, uno de los dueños
de Panamericana Televisión, fue arrestado cuando hacía una
escala un vuelo de Lufthansa que había partido de Santiago de Chile
y se dirigía a Frankfurt. La orden de captura fue emitida luego
de que se difundiera por medios peruanos un video en el que aparecían
el ahora detenido Montesinos y el empresario televisivo, y éste
estaría recibiendo dinero del ex asesor y jefe de inteligencia
de Fujimori. Apenas se enteró de que era buscado por la Justicia,
Schutz escapó en un taxi-colectivo a Santiago de Chile y allí
tomó el avión, con la intención de llegar a Europa.
El empresario, que viajaba sin compañía y con un pasaporte
suizo, fue puesto a disposición del juez federal de Lomas de Zamora,
Carlos Ferreiro Pella.
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