Por Diego Fischerman
La tradición es
el origen, la fundación de todo. Es importante conocer la tradición
para comprender la historia. Saber de dónde venimos para construir
una voz nueva y un lenguaje propio, dice a Página/12 el trompetista
de jazz Nicholas Payton. La mención a los orígenes culturales,
en la conversación telefónica que mantiene desde su casa,
en Nueva Orleans, no es casual. Su último disco está dedicado
a Louis Armstrong y ese es, precisamente, el repertorio que hará
en su próxima actuación en Buenos Aires, el viernes 12 de
este mes, en el Salón San Telmo del Hotel Sheraton. La presentación
parte del ciclo organizado por Oliverio incluirá a
Tim Warfield en saxo tenor y soprano, Anthony Wonsey en piano, el baterista
Adonis Rose y, en contrabajo, Brandon Owens.
Payton, nacido hace 28 años, virtuoso de su instrumento y protegido
de Wynton Marsalis, entiende a Armstrong como el improvisador por
excelencia. Para él, el legendario conductor de los Hot Five
y los Hot Seven es el primer gran músico de la historia del
jazz, pero remarca que las suyas son versiones actuales
de los temas de los que Armstrong hizo famosas interpretaciones (West
End Blues, Potato Head Blues, Mack the Knife,
Ill Never Be the Same). Se trata de ir hacia atrás
para saltar hacia adelante. Hijo de un contrabajista de jazz y de
una cantante de ópera, trompetista desde los 4 años e integrante
de bandas desde que, a los 9, ingresó en la Young Tuxedo Brass
Band, Nicholas Payton llamó la atención de Marsalis a los
12. Wynton hablaba con su padre y lo escuchó por teléfono.
Luego lo recomendó a varios de sus colegas. A los 16 tocaba en
la banda del pianista Marcus Roberts y a los 19 ya había salido
de gira con él por todo Estados Unidos. Parte de la nueva movida
de Nueva Orleans, se opone, sin embargo, a ser considerado un simple
tradicionalista. En mi formación hay muchos músicos
que tienen que ver. Armstrong, por supuesto, pero también Miles
Davis, Charlie Parker, Thelonious Monk, John Coltrane y Wayne Shorter.
No se trata de negar a quienes revolucionaron el jazz sino de no negar
a quienes lo inventaron, reflexiona. Dueño de un estilo en
el que el brillo y el lucimiento técnico ocupan un lugar predominante,
Payton ya estuvo en la Argentina el año pasado, cuando participó
en el Festival de los Siete Lagos.
UNA
ATIPICA PROTESTA MUSICAL
Vejaciones y vejaciones
Este sábado concluirá
un extraño maratón. A las 20 se habrá cumplido exactamente
una semana del comienzo de la interpretación colectiva de una obra
de Erik Satie. Hoy es el quinto día en el que suena, de manera
ininterrumpida, una composición de título más que
sugestivo: Vejaciones. Más de 300 pianistas, turnándose
cada 15 minutos, vienen sosteniendo esta inusual forma de protesta convocados
por el Centro de Estudiantes del Conservatorio Nacional de Música
Carlos López Buchardo (IUNA). El motivo es enfrentarse a los
ajustes, el arancelamiento y la privatización de la educación
pública y el lugar es la Sala Principal del Conservatorio
(Córdoba 2445).
Los participantes de esta obra que Satie concibió para que fuera
repetida 840 veces (durante unas 21 horas) y que aquí se multiplicará
por ocho, son estudiantes, docentes de distintas instituciones y músicos
profesionales. Una vez que termine la semana de Vejaciones habrá
un festival del que tomarán parte reconocidos músicos de
todos los géneros.
El texto difundido por el Centro de Estudiantes hace referencia a la
grave situación que atraviesa la educación pública
en general, y la artística en particular, producto de una deuda
externa ilegalmente contraída, que con intereses monstruosos no
hace más que hundirnos económicamente, sumado a una política
nacional que coloca en primer lugar los intereses internacionales, haciendo
que la educación y la salud sean, cada vez más, el privilegio
de unos pocos.
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