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REPORTAJE EXCLUSIVO A UN GENERAL
AFGANO DESERTOR QUE PELEO CONTRA LA URSS
“Si yo fuera el que decide, atacaría ahora”

�El momento ideal es ya mismo. Si los norteamericanos atacan Kabul hoy, en seguida tomarán el control de la capital�, dijo a Página/12 en entrevista exclusiva el general de artillería afgano Mohamad Hafsal, que combatió la invasión soviética de 1979-1988, huyó a Pakistán de los talibanes y ahora espera ansioso la hora de volver a su patria.

Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar

Si alguien cerrara los ojos y los abriera de golpe encontraría un montón de casas no muy distintas a las de Castelar. Barrio de techos bajos, luces encendidas en los portones, árboles y jardines, calles recién asfaltadas, zanjas profundas, aroma de plantas empapadas de rocío y el eco lejano de los perros que corren las sombras movedizas de la noche. Sólo los guardias armados durmiendo en las puertas de las casas, los uniformes de camuflaje, la escritura en urdú pegada a un letrero que dice TANGO y la densidad latente de una ciudad de frontera dicen que esto no es un suburbio de Buenos Aires sino de Peshawar, el punto fronterizo más caliente entre Pakistán y Afganistán. Peshawar encierra de todo: mulanes, mullahs, traficantes de armas, de opio, de piedras preciosas, de videocasetes porno, espías, cibercafés de Internet donde los líderes religiosos con barba tan espesa como la moral que propagan vienen a “navegar” en los portales pornográficos, familiares de comandantes talibanes que viven en Peshawar o sus alrededores para protegerse de la guerra que se viene encima, refugiados afganos recién llegados de una travesía por las fronteras, líderes políticos, intelectuales que esperan la hora de volver a Kabul o ex militares afganos llenos de medallas obtenidas durante la guerra contra los ocupantes del Ejército Rojo y que luego de haber ganado muchas batallas perdieron la última emprendiendo el camino del exilio.
Cuando mira hacia la frontera, Mohamad Hafsal siente en el pecho la misma herida que hace cinco años. Hafsal, ex general de artillería del ejército afgano, atravesó la frontera en 1996. Hizo la guerra contra los soviéticos y acumuló victorias que la dictadura religiosa de los talibanes borró de un golpe. Desde que está en Pakistán, cada día, a la misma hora, el general mira hacia la frontera. Su país está cerca e inmensamente lejos pero sabe que nunca como ahora la distancia había sido tan breve. Entre Afganistán y él sólo media la caída de los talibanes: “Una cuestión de días o de semanas si los norteamericanos hacen las cosas como se debe”, dice seguro. Según Hafsal, “los norteamericanos deben bombardear a los talibanes, buscar a Bin Laden y ayudar a la opositora Alianza del Norte. Ellos se lo merecen. Hicieron más que nadie para terminar con los talibanes pero nadie los ayudó como se debía”. El general Hafsal no ha perdido su profesionalismo y ya calculó la estrategia y la cantidad de bombas necesarias para que Afganistán sea un país más feliz. se recuesta sobre un sillón de tela marrón medio desgastado, medita y afirma: “Si yo fuera el que decide, atacaría ahora. Es la mejor estación para llevar a cabo una operación militar en Afganistán. Más tarde habrá nieve y nadie que no conozca esas montañas se arriesga sin dejar hasta el alma. El momento ideal es ya mismo. Si atacan Kabul hoy, en seguida tomarán el control de la capital”.
Hafsal tuvo mucho tiempo para pensar en estas cosas. Cinco años mirando la frontera, recabando informaciones de los que van y vienen, recordando las batallas contra el invasor del difunto imperio rojo, saboreando la hora siempre pospuesta del reencuentro. “Creo que el momento ha llegado. Pero hay una condición irrenunciable para que las operaciones tengan éxito. Es preciso pensar a largo plazo y armar como se debe a los grupos que se oponen a los talibanes. Hay opositores que ni siquiera tienen armas.” Mohamad Hafsal piensa que la mejor estrategia consiste en un operativo doble: “Si se bombardean las bases de los terroristas ligados a Bin Laden, el arsenal y las posiciones fuertes de los talibanes, estos últimos se quedarán sin nada. Pero al mismo tiempo hay que suministrararmas a la Alianza del Norte. Ellos conocen el terreno y pueden perseguir a los talibanes y los terroristas en sus escondites de la montaña. Combinando estas dos opciones los resultados pueden ser positivos”.
El régimen afgano debe tener una idea más precisa de la tormenta que se le está por caer encima. Desplazamiento de tropas, refuerzo de las medidas de seguridad en rutas y protección de los aeropuertos con artillería pesada figuran entre la panoplia del dispositivo militar que el régimen ha instalado en las últimas horas. Informaciones convergentes recogidas por Página/12 en Peshawar indican que los talibanes, preocupados por el número creciente de desertores y la acumulación de medios militares por parte de EE.UU., han movilizado tropas especiales en torno de los núcleos más sensibles. Testimonios inobjetables dan cuenta de un porcentaje considerable de combatientes que desertaron e, incluso, de cuadros militares claves que se pasaron al bando de la Alianza del Norte. El general Hafsal piensa que la estrategia defensiva adoptada por los talibanes no será suficiente para salvarlos del diluvio: “Si los norteamericanos calculan bien sus bombardeos y ayudan a la posición de los rebeldes no va a ser necesario que Estados Unidos despliegue tropas en el terreno. Si a los norteamericanos se les ocurriera desplegar comandos especiales en Afganistán, ese tipo de operación requiere una acción conjunta con las fuerzas opositoras al régimen que combaten dentro del territorio. Si a los norteamericanos se les ocurre ir solos, el riesgo de que las cosas se les compliquen es enorme”.
Hafsal había soñado con muchas formas de volver pero nunca con una semejante a la puerta que se está abriendo. “Lo importante es no cometer errores. Los soviéticos cometieron muchos y eso fue lo que les costó la estampida. Cualquiera puede cometerlos. El ejército más poderoso del planeta es indefenso ante los desenlaces incalculables de los errores estratégicos. Hay factores que no se miden con la cantidad de cañones de que se dispone. Nosotros teníamos muchas menos armas que los soviéticos. Pero ganamos. Los talibanes estaban entre los victoriosos. Hay que tener cuidado de que el imperio que los armó no caiga vencido ante sus propias armas.”

 

Cierran cerco desde adentro

Los afganos contrarios al régimen talibán anunciaron ayer para hoy el lanzamiento de una “gran ofensiva sobre Kabul”, capital de Afganistán, desde el norte del país. Asimismo esperan un “inmediato” ataque aéreo estadounidense en apoyo, según informó la cadena televisiva rusa NTV. El viceministro de Defensa de la Alianza del Norte, Attikullah Baryelai, dijo que la oposición a los talibán tiene todo preparado para “una ofensiva masiva en la dirección Tajar-Kabul”. La Alianza del Norte tendría reunidos cerca de 20 mil hombres junto a la frontera tayiko-afgana, provincia de Tajar, listos para el combate (con misiles, vehículos blindados, lanzagranadas). Vienen llegando a esa provincia tropas de otras provincias, ejemplo de Kapisa, cercana a Kabul. La Alianza domina en las cercanías del valle del Panshir, desde donde hace base para este avance desde el norte y, si logra desmantelar la artillería de los talibanes a menos de 30 kilómetros de la capital, podría gatillar la hora de las tropas aerotransportadas de EE.UU. Asimismo, un comandante de la Alianza del Norte, Abdul Haq, calificó de “inminente” un golpe de estado en Afganistán: “Todo está listo”, afirmó. Además puntualizó que las bombas y la alta tecnología no son suficientes para capturar al principal sospechoso de los atentados contra Estados Unidos, Osama bin Laden -protegido por el régimen talibán que se niega a entregarlo– por lo que el militar opositor aseguró que “se necesitan hombres que sepan dónde ir a buscar a Bin Laden”, refiriéndose –claro está– a los suyos propios.

 

ISLAMABAD DA POR BUENAS LAS PRUEBAS CONTRA BIN LADEN
Pakistán cerró filas con el Gran Satán

Por Angeles Espinosa *
Enviada especial a Islamabad

Pakistán ha completado su giro de 180 grados. El gobierno de Islamabad anunció ayer que considera suficientes las pruebas contra Osama bin Laden presentadas por Estados Unidos. Ha sido el último gesto en una semana en que el presidente paquistaní, general Pervez Musharraf, ha reconocido que los talibanes tienen los días contados en Afganistán, expresado su deseo de recibir a un enviado del ex rey afgano y defendido un gobierno multiétnico de base amplia para el país vecino. Sólo la ruptura de relaciones diplomáticas podría ser un mensaje más claro a los talibanes.
“Hemos visto el material que nos ha facilitado Estados Unidos y en él hay bases suficientes para presentar cargos ante un tribunal”, declaró ayer el portavoz de Exteriores, Riad Mohamed Khan. “Recordarán ustedes –añadió Khan ante los informadores– que con anterioridad (varias) resoluciones del Consejo de Seguridad han pedido que el señor Osama bin Laden sea entregado para ser juzgado.” Este resultado refuerza la decisión de Musharraf de apoyar a la coalición internacional y le hará más fácil conseguir el apoyo de los paquistaníes. Su gobierno, que afronta una gran presión interna por su alineamiento con Estados Unidos en esta crisis, ha insistido desde el principio en la importancia de cualquier acción tenga la cobertura de Naciones Unidas y en la necesidad de ver las pruebas que incriminan a Bin Laden.
“Entendemos que las investigaciones de Estados Unidos continúan, y esperamos que se nos tenga al tanto de los datos que se vayan añadiendo”, manifestó el portavoz. Khan recordó además la petición hecha la víspera por el jefe de la diplomacia paquistaní, Abdul Sattar, para que las pruebas se hagan públicas. “Estamos impresionados –declaró Sattar a la CNN–. Pedimos de nuevo a Estados Unidos que por favor haga pública esta información para que sea la comunidad internacional la que juzgue.”
El reconocimiento de la validez de las pruebas, que los analistas equiparan con un visto bueno para matar a Bin Laden, es el último de una serie de mensajes que Pakistán ha enviado esta semana a los talibán. El martes, en una entrevista con la BBC, Musharraf admitió que el régimen de los clérigos rigoristas afganos tiene los días contados. Al día siguiente, en un notable cambio respecto a su postura anterior, el presidente expresó su disposición a recibir a un emisario del ex rey afgano Mohamed Zahir Shah.
Horas después fue más lejos. Durante una reunión conjunta de su gabinete y del Consejo de Seguridad Nacional, celebrada durante la noche del miércoles al jueves, Musharraf manifestó su convicción de que Afganistán necesita un gobierno multiétnico de base amplia. El presidente paquistaní también advirtió a Estados Unidos de que ningún gobierno que sustituya a los talibanes podrá tener éxito si está impuesto desde fuera.
Aun así, esta nueva actitud supone un giro radical en su política afgana. Hasta ahora, Pakistán se había opuesto vehementemente a la eventual sustitución de los talibanes y la propaganda oficial calificaba de “enemiga” a la Alianza del Norte, la coalición de milicias con la que Zahir Shah ha iniciado conversaciones para formar un gobierno de transición. Junto al mensaje a los talibanes, Musharraf está diciendo a su pueblo que Pakistán no puede seguir apoyando a ese régimen después del revulsivo que han supuesto los atentados del pasado 11 de setiembre.
Tal como ha explicado el portavoz gubernamental, “Pakistán ha transmitido a los talibanes cuál es la situación, cuáles son los peligros y qué espera de ellos la comunidad internacional”. “Les hemos dicho que no les queda mucho tiempo”, subraya Khan. Y, sin embargo, no han logrado hacerles cambiar en su negativa a entregar a Bin Laden, una postura que va a costarles el poder.
Los rigoristas afganos se están quedando sin opciones. Los propios clérigos paquistaníes, que mantienen importantes lazos ideológicos y personales con los talibanes, han tirado la toalla. Una nueva misión de ulemas, que incluía a los dirigentes de los cuatro principales partidos islámicos pro talibanes, ha cancelado sus planes de viajar a Kandahar, el feudo de ese movimiento. “No hay posibilidad de que cambien de opinión”, explicó un portavoz.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

EL CASO DE YVONNE RIDLEY, ARRESTADA POR LOS TALIBANES
De periodista a posible rehén

Por Luke Harding y Rory Mc Carthy *
Desde Islamabad

Las autoridades talibanas han confirmado que la periodista británica Yvonne Ridley, quien fue arrestada el viernes último luego de entrar a Afganistán ilegalmente, tendrá que ir a juicio bajo sospecha de espionaje. El vicecanciller talibán, mullah Abdur Rahman Zahir, dijo ayer que no alcanzaba con sólo deportar a Ridley: “Nosotros tenemos que determinar si era realmente una periodista o si tenía otras intenciones”, dijo a la agencia de prensa afgana. Interrogado sobre si aún habiendo verificado las credenciales de la periodista se la llevaría a juicio, Zahir contestó que “incluso así será llevada a juicio porque no respetó las normas de nuestra tierra e ingresó a nuestro país sin permiso”.
Ridley, de 41 años, que trabaja para el Sunday Express, fue arrestada junto a guías afganos al este de la ciudad de Jalalabad, cercana a la frontera con Pakistán. La mujer vestía una burga –una vestimenta larga con velo– pero se cree que la arrestaron luego de que intentara tomar unas fotos en un bazar. La fotografía en Afganistán es ilegal. Se cree que un grupo de ejecutivos del Express está ahora intentando encontrarse con funcionarios talibanes para asegurar su liberación. La alta comisionada británica en Pakistán, Hilary Synnott, hizo el mismo intento en su encuentro anteayer con el mullah Abdul Salam Zaeef, su contrafigura. Y aumenta el temor de que Ridley sea usada como rehén, junto a ocho trabajadores occidentales que fueron arrestados en agosto y acusados de propagadores del cristianismo.
Daoud Zaaaaoura, el padre de Daisy, la hija de Ridley de nueve años, dijo ayer que “son malas noticias para Yvonne. Y son malas para mi hija”. El castigo por espionaje según la ley talibán es la pena de muerte. Sin embargo, para muchos analistas los dos guías afganos están en una posición mucho más seria que Ridley y podrían ser ejecutados. El régimen talibán se ha negado a dar algún tipo de detalle sobre su destino.
El Ministerio de Relaciones Exteriores británico urgió a la corte talibán a tratar de modo justo a Ridley. “Continuamos instando a los talibanes a resolver este caso tan pronto como sea posible para que Ivonne pueda regresar a su casa con su familia”, dijo un funcionario.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Mercedes López San Miguel.

 

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