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Mimesis
Por Antonio Dal Masetto
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Los parroquianos del bar descreemos absolutamente de las encuestas.
Así que, con vista al 14 de octubre, decidimos llevar a cabo nuestra
propia evaluación, que consiste en un simulacro de sufragio. Una
caja a manera de urna sobre el mostrador y el baño como cuarto
oscuro.
Terminada la votación se procede al escrutinio y hay empate en
un voto en todos los candidatos propuestos. Nombro algunos: don Pipo el
verdulero que jamás te va a vender un melón falluto; una
tal Loli, del cuarto piso, medidas 118, 45, 118, que lo tiene loco al
sufragante; la tía Eulalia, la mejor repostera del Cono Sur; don
Ernesto, el diariero, un tipo decente, hace dos meses que el votante no
le paga y se lo banca sin chistar; la prima colorada de Mario Wainfeld;
el pibe que atiende el sector fiambrería del hipermercado del barrio
y que sus 100 gramos de jamón siempre son 150; don Crisólogo
Funes, un payador de los de antes que acaba de cumplir los 95, canta como
los dioses y suelta verdades de a puño; un parroquiano votó
por su mamá y su papá, senadora y diputado respectivamente.
Y así, en esa línea anduvieron las cosas.
Nadie duda de que estamos ante un claro muestreo de lo que ocurrirá
el 14 de octubre y nos preguntamos: ¿qué va a pasar después
de esto con los que están en funciones? ¿en nombre de quién
van a hablar? ¿a quién van a representar? ¿qué
harán?
Para mí que se van a su casa y no sacan la nariz por una
larga temporada.
A lo mejor se van a Japón que está de moda y renuncian
por fax.
Los que son muy religiosos podrían ir a hacer penitencia
con las carmelitas descalzas.
Los que tienen la suerte de tenerla todavía, podrían
irse a vivir con la mamá. Después de semejante cachetazo
les vendrá bien que los cuiden un poco, los mimen, los arropen
por la noche y les preparen los panqueques de dulce de leche que tanto
les gustan.
Si hay alguno con un poco de fibra gaucha no sería nada raro
que se largue al desierto, se llegue hasta las tolderías y se haga
matrero igual que Martín Fierro.
Me parece que estamos fantaseando demasiado. Ante una derrota de
este tipo cada uno se va a quedar quieto donde está, sin animarse
a dar un paso ni para adelante ni para atrás ni para los costados.
Estoy de acuerdo con el pronóstico del amigo. Lo que va a
sobrevenir es una paralización todavía mayor que la de antes.
Cada vez le van a dar menos bola a esta gente, se van a matar tocando
la campanilla y no va a venir nadie, no le van a servir ni café.
Y como una cosa trae la otra, poco a poco van a empezar a mimetizarse
con la nada.
¿Cómo vendría a ser mimetizarse con la nada?
Es un proceso natural y fácil de entender, ocurrió
muchas veces en la historia, en muchos países, con reyes, con princesas,
con gobernantes. Se creyó que habían partido, que habían
cruzado la frontera, y resulta que no, resulta que se habían ido
cubriendo de polvo, mimetizándose con las cosas que los rodeaban,
absolutamente olvidados e ignorados, hasta que años después,
gracias a la invalorable colaboración científica de los
arqueólogos, se develó el misterio de su paradero, y se
supo que nunca se habían movido, que estaban ahí, uno convertido
en una silla, otro en una puerta, otro en un escritorio, quizá
el caso más espectacular fue el de un presidente de un país
de Europa central que se transformó en un precioso picaporte, con
cerradura y llave incluida, todo bronce.
Entonces si después de octubre uno va a la Casa Rosada habrá
que moverse con cuidado, fijarse bien dónde pone los pies y las
manos, dónde apaga el cigarro, no vaya a ocurrir que sin saberlo
le ande faltando elrespeto todo el tiempo a la investidura presidencial,
tal vez convertida en un felpudo, en el pasamano de una escalera o en
un perchero.
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