Por Laura Vales
El Gobierno enviará
un nuevo contingente militar a la misión de paz de la ONU en los
Balcanes, como una forma de colaborar con los Estados Unidos en la represalia
de los atentados terroristas. El objetivo central es reemplazar con efectivos
argentinos a las tropas norteamericanas apostadas en Kosovo, que de esta
manera quedarían liberadas para sumarse al despliegue de fuerzas
que dará caza a Osama bin Laden en territorio afgano. El envío
de la misión (su número se discute entre los 200 y los 400
hombres) fue solicitado por la administración Bush, que con esta
fórmula podría mostrar un claro gesto de respaldo internacional,
y a la vez evitar que las fuerzas patrias interfieran en sus operaciones.
El refuerzo de las tropas de paz a la ex Yugoslavia fue analizado ayer
por el presidente Fernando de la Rúa con los ministros de Defensa,
Horacio Jaunarena, y de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez
Giavarini. Fuentes de Gobierno anticiparon que la decisión política
está tomada, pero que aún subsiste el problema
de quién va a pagar los gastos.
De los fondos que se consigan, en todo caso, dependerá el tamaño
de la misión. Con las arcas locales en su peor momento, una de
las posibilidades abiertas es apelar a que Naciones Unidas o la
OTAN aporten los fondos, o que sea directamente Estados Unidos quien financie
sus costos, señaló una fuente de Gobierno.
El pedido norteamericano a la Casa Rosada, agregó el consultado,
incluyó tres puntos básicos: la expresión de solidaridad
regional dentro del continente, el respaldo multilateral en Naciones Unidas
y una participación simbólica en el plano militar.
La Argentina ofrecerá, como un plus dentro de este esquema, asistencia
humanitaria. Según informaron anoche en la Cancillería,
ya se puso a disposición de la comunidad internacional un equipo
de voluntarios para instalar un hospital de campaña en los campos
de refugiados afganos.
La idea es que los voluntarios permanezcan por períodos de dos
a tres meses, en turnos que se renovarán si es necesario. Sobre
el tema hay consultas abiertas vía la Comisión de
Cascos Blancos con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados, la Cruz Roja Internacional y la Organización
Mundial de la Salud.
Pero dentro del ámbito militar ayer hubo oídos atentos a
otro tipo de anuncios. En el acto de inauguración de nuevas instalaciones
en el aeroparque Jorge Newbery, De la Rúa sostuvo que había
ordenado al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea
intensificar el control en los lugares sensibles del país
frente a los actos terroristas del 11 de setiembre.
Dentro del edificio Libertador, la frase se interpretó como un
gesto de respaldo a la intervención militar en la seguridad interna,
una función expresamente vedada por las leyes de Defensa y de Seguridad
Interior. Sancionadas luego del retorno de la democracia, el espíritu
de esas normas es mantener alejadas a las Fuerzas Armadas de las tareas
policiales que les asignó durante la dictadura la Doctrina de Seguridad
Nacional. Los atentados en Nueva York y Washington son esgrimidos ahora
como un argumento para reformular el rol militar (ver opinión).
Fuentes cercanas al ámbito militar aseguraron a este diario, por
otra parte, que el Ejecutivo dio instrucciones a las Fuerzas Armadas para
que presenten alternativas destinadas a reforzar la seguridad.
La Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea están elaborando
sus propuestas para elevarlas en los próximos días.
En el aeroparque, De la Rúa dio otras precisiones vinculadas al
debate sobre el papel de las Fuerzas Armadas frente al terrorismo. Insistió
en el concepto de que el terrorismo internacional es una acción
exterior, por lo que se utilizarán todos los medios
que tiene el Estado para combatirlo, y puso como ejemplo que la
Fuerza Aérea está actuando en lafrontera norte, con radares
y aviones y el Ejército, con radares y mayor presencia
de personal en los cuarteles.
El Presidente confirmó, por otra parte, que recibió de un
representante del gobierno estadounidense las pruebas sobre la presunta
participación de Osama bin Laden en los atentados del 11 de setiembre.
Tal como informó ayer Página/12, el consejero político
de la embajada de los Estados Unidos, Michael Matera, relató las
pruebas al subsecretario de Política Exterior de la Cancillería,
Horacio Basave, con un pedido de máxima reserva sobre su contenido.
He visto las pruebas, la importancia que tienen y sólo me
cabe renovar la solidaridad con los Estados Unidos, consideró.
De la Rúa destacó que hemos sido los primeros en ser
informados y ratificó que la Argentina no es neutral,
sino que está comprometida en la lucha y la acción contra
el terrorismo, como ya lo expresamos al presidente George Bush.
La Argentina, coinciden los especialistas, sólo podría jugar
un papel simbólico en una guerra que requiere de fuerzas con elevada
capacidad operativa. En el caso de la Guerra del Golfo, se enviaron dos
buques de guerra, pero nunca entraron en combate ni dispararon un tiro.
Aún así, siempre quedó la sospecha de que ese compromiso
pudo haber sido un desencadenante de los atentados contra la embajada
de Israel y la sede de la AMIA.
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