Por Raúl
Kollmann
Las pruebas que el miércoles
le relató Estados Unidos a la Argentina difícilmente servirían
para condenar a Osama bin Laden en un juicio penal: en casi un 90 por
ciento se trata de deducciones, informes de inteligencia imprecisos y,
sobre todo, análisis de acciones anteriores de la organización
Al Qaeda, la que lidera el terrorista hoy escondido en Afganistán.
Hay apenas un diez por ciento de la información relacionada directamente
con los atentados del 11 de setiembre, pero todo es de una vaguedad sorprendente.
Bin Laden habría dado personalmente la orden de realizar
los ataques (no agrega ni un solo dato a esa frase); de los
19 suicidas, hay tres que actuaron en atentados anteriores en Africa
(no se menciona siquiera el nombre de los tres suicidas ni las evidencias),
en agosto y a principios de setiembre, algunos de los hombres más
cercanos a Bin Laden regresaron a Afganistán (esto es todo
lo que se dice). Es posible que finalmente los investigadores junten pruebas
concretas contra el terrorista, pero por ahora esas evidencias no aparecen.
Hoy por hoy, tratan de justificar el lanzamiento de la guerra contra Afganistán
con un expediente en el que la evidencia es más que débil.
Tal como adelantó ayer en exclusiva Página/12, el informe
sobre las pruebas fue realizado por el consejero político de la
Embajada de los Estados Unidos, Michael Matera, al subsecretario de Política
Exterior de la Cancillería, Horacio Basave. El privilegio de recibir
información como ésa sólo lo tuvieron tres países
de América latina: México, Brasil y la Argentina.
Los puntos fundamentales del informe son los siguientes:
- La red de Osama bin Laden está en condiciones de cometer las
atrocidades que cometió porque está en alianza con los talibanes.
- Son ellos los responsables de los atentados porque desde hace años
están embarcados en una jihad (guerra santa) contra Estados Unidos
y sus aliados.
- El estilo con el que se perpetraron los atentados es propio del accionar
de Bin Laden. Fueron ataques coordinados en el mismo día; el objetivo
fue provocar muchas víctimas norteamericanas, no les importan las
muertes de civiles y todas las acciones son producto de una planificación
a largo plazo.
- Estos ataques son producto de la declaración de guerra de Bin
Laden contra Estados Unidos. Es un deber la guerra santa para limpiar
nuestras tierra de los cruzados norteamericanos. Nuestro enemigo es todo
americano varón, esté peleando contra nosotros o aunque
sólo pague impuestos.
- En junio de 1998, dos hombres de Al Qaeda, Fahid Msalam y Ahmed Swedan,
compraron un camión Toyota con el que se atentó contra la
Embajada de Estados Unidos en Kenia, provocando 213 muertos. El camión
bomba fue conducido por un suicida de apellido Assam, también vinculado
con Bin Laden. Otro hombre de Al Qaeda, Mohamed Al Owali también
iba en el camión pero salvó su vida. Se convirtió
en un arrepentido: no dijo que el atentado en Kenia había sido
planificado por Bin Laden, pero sí reconoció que se entrenó
en Afganistán.
- En Tanzania, el mismo día y a la misma hora, hubo un atentado
igual al de Kenia contra la embajada de Estados Unidos. Ese ataque fue
perpetrado por Mustafá Fadhil y Khaflan Mohamed, también
de Al Qaeda.
- El 12 de octubre de 2000 un grupo de Al Qaeda atacó el buque
USS Cole en Aden. Se trató de gente entrenada en Afganistán
(en verdad, no se sabe quienes fueron) y el arrepentido Al Owali
identificó a los jefes de la operación.
- Respecto de los ataques del 11 de setiembre, al menos tres hombres fueron
identificados como asociados a Al Qaeda. Uno de ellos jugó un papelclave
en los ataques contra las embajadas en Kenia y Tanzania y contra el USS
Cole (no se mencionan las identidades de esos tres suicidas).
- En las semanas anteriores al 11 de setiembre, seguidores de Bin Laden
exhibieron videos justificando ataques contra blancos norteamericanos.
- Antes del 11, Bin Laden habría dicho que preparaba un ataque
de envergadura contra Estados Unidos (hay muchas discrepancias sobre este
punto).
- Algunos hombres del entorno de Bin Laden mencionaron que alrededor del
11 de setiembre habría una acción importante.
- Sabemos que un hombre muy cercano a Bin Laden planificó el golpe.
Es evidencia muy precisa que no podemos revelar.
- Bin Laden, personalmente, habría dado la orden de realizar los
atentados del 11 de setiembre.
Como se ve, la información parece sólida respecto de algunos
de los atentados anteriores y con ello se deduce que Bin Laden también
habría sido responsable de lo ocurrido el 11 de setiembre. En una
palabra, no se trata de evidencia precisa que incluya datos, lugares,
movimientos de fondos y vinculaciones directas con los atentados de Nueva
York y Washington. A los ojos norteamericanos, igual la información
sirve para insistir en que Bin Laden es un terrorista y eso justificaría
los bombardeos que se vienen en Afganistán.
Otros creen, en cambio, que Bin Laden debe ser llevado a un tribunal penal
internacional y que pague por los crímenes que cometió tras
un juicio ajustado a derecho.
Bush agradece por
carta
El embajador de Estados Unidos en la Argentina, James Walsh, entregó
al presidente Fernando de la Rúa una carta de agradecimiento
de George W. Bush por las condolencias del gobierno argentino con
motivo de los atentados. Los principales conceptos de Bush son los
siguientes: Estos actos salvajes son ataques contra la libertad
y sirven como una advertencia a todos los pueblos civilizados. Los
estadounidenses agradecen las muestras de amistad y apoyo de su
país... Los Estados Unidos agradecen su ofrecimiento de colaboración
en las tareas de rescate... Quiero expresar mis condolencias a usted
y a su pueblo por las víctimas argentinas de este terrible
ataque. El pueblo estadounidense sabe que hay familias y amigos
de duelo no sólo por seres queridos en nuestro propio país,
sino en todo el mundo. Recordamos con tristeza los terribles atentados
terroristas que sufrió la República Argentina en los
años 1992 y 1994. El 11 de setiembre se atentó contra
la libertad, pero la libertad será defendida... Será
un placer trabajar con usted para lograr tan difícil desafío.
La lucha será larga, pero su solidaridad y apoyo nos dará
fuerza para seguir adelante.
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OPINION
Por Sergio Moreno
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El enemigo externo
como pantalla
La Doctrina de la Seguridad Nacional un engendro nacido en
Francia y los Estados Unidos para combatir a la guerrilla insurgente
fuera de sus países fue aplicada en Latinoamérica,
en general, y en Argentina, en particular, a partir de la década
del 60. Su desgraciado corolario fue la seguidilla de golpes de
Estado producidos a partir de ese decenio y su paroxismo se hizo
acto desde el 24 de marzo de 1976. Las consecuencias de dicha doctrina
aún perduran en cada desaparecido, en muchas de las medidas
que han adoptado y adoptan los gobiernos que se sucedieron desde
la restauración democrática de 1983 y en una febril
actividad judicial que lejos está de llegar a su fin. Un
solo ejemplo de este último asunto lo constituye el reciente
fallo del juez federal Claudio Bonadío ratificando la inconstitucionalidad
de las leyes de impunidad, tal como lo hiciera siete meses atrás
el también magistrado federal Gabriel Cavallo.
La Doctrina de la Seguridad Nacional fue aplicada, según
declamaban los pretores de turno, para enfrentar una agresión
externa: el comunismo internacional y sus ramificaciones en nuestros
países del Tercer Mundo, teatro de operaciones de la Guerra
Fría. El mismo argumento la agresión externa
es esgrimido ahora por el presidente Fernando de la Rúa,
el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, y sus subordinados, el
jefe del Estado Mayor Conjunto, teniente general Juan Carlos Mugnolo,
y el jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni.
Como antes fuera la amenaza roja, ahora lo es el terrorismo internacional.
La equívoca política de la administración De
la Rúa para con las Fuerzas Armadas sólo ha servido
para abrir discusiones que las instituciones de la democracia habían
cerrado o encaminado por la senda de la Justicia. Fue el primer
ministro de Defensa de este Gobierno, Ricardo López Murphy,
quien permitió que desde el Ejército se retomara el
discurso de reivindicación del terrorismo de Estado, emitido
con la económica retórica de Brinzoni y alimentada
con el pensamiento, entre otros, de su segundo en la fuerza, el
general Eduardo Alfonso, un militar que, al parecer, no encuentra
contradicción moral ni ética al solidarizarse con
un represor confeso como Luciano Benjamín Menéndez.
Fue también López Murphy quien habilitó la
creación de un organismo de inteligencia estratégica
bajo la órbita de Mugnolo. El ex ministro López no
sólo avaló sino que hizo suyas las conclusiones que
tal instrumento elaboró. Los resultados del sofisticado pensamiento
estratégico de la inteligencia militar de López-Mugnolo
fueron las identificaciones de los nuevos targets y amenazas,
entre las cuales apuntaban el conflicto social, las migraciones
internas, el movimiento de los sin tierra y al narcotráfico.
Con Jaunarena las cosas no han sido demasiado diferentes. El dos
veces ministro de Defensa permitió, en un primer momento,
que Brinzoni y sus empedernidos reivindicadores de la guerra sucia
realizaran una operación política contra los organismos
defensores de los derechos humanos; el Ejército, en masa,
presentó cientos de hábeas data ante el CELS, la APDH
y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación para
saber qué información tenían sobre sus oficiales.
La maniobra sólo fue desbaratada cuando Página/12
dio a conocer que el abogado elegido por el Ejército para
perpetrar tal triquiñuela es un filonazi del patético
partido de Alejandro Biondini.
La última movida castrense, permitida y fogoneada por Jaunarena,
es su intención de participar en el aparato de seguridad
y reunión de información para combatir al terrorismo
internacional. Esto es, violar claramente las leyes de Defensa y
Seguridad Interior consensuadas y aprobadas por el Parlamento argentino
en 1988 y 1991. Pero como el ministro conoce sus debilidades, intenta
maniobrar en el Parlamento para modificar las normas y dilatar la
nueva ley de Inteligencia en ciernes, que también es taxativa
en la prohibición de la inteligencia militar interna.
Escudados tras la coartada de la lógica de caja hay
poco dinero, hay que optimizar el gasto en defensa y seguridad ¿por
qué no aprovechar todo lo que tenemos (donde todo
son las FF.AA.)? para empujar su participación en el
conflicto desatado a partir de los atentados en Estados Unidos,
Jaunarena y sus subordinados esconden la pregunta que no quieren
escuchar: ¿qué objetivo tiene mantener a las Fuerzas
Armadas tal como están?
Es claro que, con esta avanzada, los militares buscan tareas para
justificar su existencia. También es claro que la faena que
desean realizar es la única que supieron ejercer con nefasta
efectividad: la vigilancia de sus conciudadanos. No menos visible
es que el Gobierno sigue adeudando a la democracia una discusión
profesional y política sobre el rol que deben cumplir los
militares que tribute a una pronta reestructuración de las
Fuerzas Armadas, unas Fuerzas Armadas acordes con las necesidades
estratégicas, económicas e institucionales de la Nación.
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