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Otro paso atrás después de otro cese del fuego

�Occidente no debe olvidar su
error con Checoslovaquia en 1938
y sacrificar Israel a los musulmanes para lograr su coalición�, dijo Ariel Sharon ayer, doblemente beneficiado por la caída del avión con 77 israelíes al Mar Negro y la violación palestina al cese del fuego.

Tropas israelíes vigilan la mezquita de Al-Aqsa. Jerusalén tuvo un nuevo día de tensión tras el ataque en Afula.

Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén

Otra vez mucho de fuego y nada de cese. Un palestino, disfrazado con un uniforme del ejército israelí, disparó ayer contra los viajeros de la estación de autobuses de Afula, matando a tres civiles e hiriendo a otras ocho personas. El gabinete de seguridad de Ariel Sharon, ante este nuevo episodio de violencia, decidió “congelar” el proceso de pacificación pactado con los palestinos y reanudar los “asesinatos selectivos” de los líderes de la Intifada, que quedaron arrinconados hace tres semanas cuando se estableció un alto el fuego, que hacía prever la reactivación del proceso de paz.
Afula, a pocos menos de 100 kilómetros al norte de Tel Aviv, a medio camino entre Hadera y Tiberiades, en las puertas de la región de la Galilea, se convirtió en escenario de un nuevo acto de violencia palestina; un joven árabe, disfrazado con uniforme del ejército, vació el cargador de un fusil de combate M-16 sobre los viajeros que se encontraban en la estación de autobuses y los ciudadanos que compraban en un mercado cercano. El tirador, que minutos antes había descendido de un autobús de la línea Egged junto con otras personas, pudo ser abatido por los disparos de las fuerzas de elite del ejército israelí, que se encontraban apostadas cerca del lugar del atentado. Los tiradores israelíes aprovecharon un momento de distracción del atacante para matarlo; se le habían acabado las balas del primer cargador y trataba de poner un nuevo cargador en el arma.
El tiroteo de Afula se ha producido ocurrió cuando apenas habían transcurrido 48 horas del ataque al asentamiento de Alai Sinai, al norte de la Franja de Gaza, donde un comando de Hamas logró infiltrarse en plena noche, matando a dos muchachos y provocando una decenas de heridos. La operación contra el asentamiento fue el principio de una oleada continuada de tiroteos que en las últimas horas se ha dirigido contra la comunidad judía de Hebrón y sobre un vehículo israelí que circulaba en los alrededores de Jerusalén Este. Estos ataques han provocado en total una decena de heridos.
La escalada de tensión parece haber colmado la paciencia del gobierno de Ariel Sharon, que ayer, tras el incidente de Afula, decidió “congelar” las medidas de pacificación pactadas hace una semana entre Yasser Arafat y Shimon Peres en un intento de afianzar la tregua y buscar una salida dialogada al conflicto. Entre las medidas congeladas se encuentra el levantamiento del asedio de las ciudades palestinas, las retiradas de los controles en las carreteras y la redistribución de los permisos de trabajo para que los palestinos puedan empezar a trabajar de nuevo en Israel.
El gobierno de Sharon ha decidido asimismo dar carta blanca al ejército para actuar en los territorios palestinos y reactivar la política de asesinatos selectivos de los lideres de la Intifada; una táctica criticada con dureza por la comunidad internacional, pero con la que Israel ha conseguido hasta el momento eliminar a cerca de 60 responsables políticos y militares de la revuelta. “Si Yasser Arafat no es capaz de poner orden en los territorios autónomos lo haremos nosotros en su lugar” amenazaba un portavoz del ejecutivo, mientras el movimiento radical colono y las organizaciones religiosas, movilizadas en todo el país con ocasión de las fiestas del Succot –Tabernáculo– aplaudían la política de mano dura del ejército.
Los primeros frutos de esta política de dureza se recogían en Hebrón y en Jenin, donde las fuerzas militares que protegen a los 400 colonos situados en el centro de la ciudad disparaban contra los vecinos palestinos que viven en la colina de Abu Shinehm, provocando la muerte de un muchacho árabe. En Jenin las fuerzas especiales israelíes disfrazadas de árabes –mustarabim– lograban infiltrarse en la ciudad y capturar dos dirigentes de Jihad Islámica.

 

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