Por Ian Black
Desde Bruselas
Durante la conferencia de prensa
de anteayer, Vladimir Putin sólo apareció irritado en un
lapso muy breve: cuando le preguntaron sobre Chechenia. Fue un pequeño
recordatorio para el presidente de Rusia, que suele ostentar una cara
de poker, del pequeño conflicto local de su país en el Cáucaso.
Es que todo el resto parece ser un progreso triunfal en toda Europa gracias
a su apoyo a Estados Unidos en la guerra global contra el terrorismo.
Y Putin está aprovechando la ocasión en grande.
Después de los ataques del 11 de setiembre, el jefe del Kremlin
ofreció su asistencia a la Alianza del Norte antitalibán,
cedió el espacio aéreo ruso para la entrega de ayuda humanitaria
a la región de Asia Central y ayudó a persuadir a las ex
repúblicas soviéticas musulmanas de Uzbekistán y
Tajikistán a que se unieran a la coalición. La cooperación
de inteligencia entre Estados Unidos y Rusia ha sido intensa. En última
instancia, el Kremlin cree que Osama bin Laden y los talibanes son culpables.
Tanto los europeos como los norteamericanos están complacidos con
Putin. El premier británico Tony Blair estuvo anoche en Moscú
como parte de una barrida diplomática final para reforzar la coalición
de guerra. Los aplausos están fluyendo compacta y rápidamente.
Rusia impresionó a muchos por su determinación de
dejar la historia a un lado y alinearse sólidamente con la coalición
internacional contra el terrorismo, dijo efusivamente Chris Patten,
comisionado de relaciones exteriores de la Unión Europea (UE).
El secretario general de la OTAN, George Robertson, elogió la
franqueza de Putin.
Patten, que en el pasado no tenía pelos en la lengua para denunciar
los abusos de Rusia contra los derechos humanos en Chechenia y la obstrucción
al trabajo de las agencias de ayuda internacionales, dijo ahora que espera
una resolución pacífica del conflicto en Chechenia.
Esto suena a una expresión de deseos. Para el enojo de grupos como
Amnesty o Human Rights Watch, la recompensa de Putin llegó rápido.
El jefe del gobierno alemán, Gerhard Schroeder, dijo que el conflicto
checheno debía ser reevaluado luego de los ataques
en Estados Unidos. Grecia dijo que tendrá más tolerancia
respecto del asunto. Los encuentros mensuales con la Comisión de
Seguridad de la UE representan el primer premio que obtuvo Putin, aunque
quizás el premio no sea tan brillante como se ve.
Putin fue invitado con halagos a la cumbre de Estocolmo en marzo para
balancear la invitación que le hizo Bush para ir a Gotemburgo en
junio. El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, llamó
a Rusia a reemplazar al dólar por el euro como moneda de reserva.
Hay otros motivos para buscar la cooperación política y
económica: cuando Polonia se una al club de UE, hacia 2005, su
frontera oriental con Bielorrusia, república satélite de
Rusia, será la frontera misma de la UE.
No todos coinciden con la aproximación de la UE hacia Rusia. Steven
Everts, del Centro para la Reforma Europea, argumenta que una década
después del colapso de la Unión Soviética, Rusia
debería ser tratada como un poder mediano que necesita urgentes
reformas económicas y legales y que Europa Occidental debería
frenar sus adulaciones a lo que supone una gran potencia y sus ofrecimientos
de un tipo de relación privilegiada, en la que Rusia cumple el
papel de un pivot. Es hora de pasar de la paciencia estratégica
a la claridad amable, dice. Pero hay más cosas en juego en
la perspectiva de una membresía de la OTAN para los tres Estados
bálticos, en las fronteras con Rusia y con importantes minorías
rusoparlantes, algo que se va a tratar en la cumbre del año que
viene en Praga. Moscú quiere influir aún más en la
OTAN y puede explotar los desacuerdos en la Alianza Atlántica sobre
el escudo antimisiles de Bush y los planes, todavía de ejecución
lenta, para una fuerza de reacción rápida europea.
Putin no se quedó a mitad de camino y se entrevistó con
Robertson, como se preveía, en el cuartel general de la OTAN. Ya
recibió dos insinuaciones en las últimas dos semanas para
una nueva relación con la OTAN a partir de una situación
de seguridad que necesariamente cambió después de los ataques:
Rusia puede cumplir un rol más importante de consultas más
allá del consejo conjunto permanente de Rusia y Estados Unidos.
Varias voces, en Moscú y en las capitales occidentales, ya han
sugerido que la OTAN debería declarar a Rusia como un candidato
conveniente para integrar a la Alianza, del mismo modo en que la UE hizo
con Turquía, según el Centro para la Reforma Europea. No
hay problemas, entonces, para la creación de un think tank de expertos
para que analicen nuevas áreas de cooperación entre la OTAN
y Rusia: ningún compromiso es demasiado grande en un tiempo en
que, después del más que audible desplazamiento de las placas
tectónicas de las relaciones internacionales el martes 11 de setiembre,
casi todo parece posible.
RUMSFELD
EN GIRA POR MEDIO ORIENTE Y ASIA
Ajustando las últimas fichas
Por Audrey Gillan
Desde
Washington
Donald Rumsfeld, el secretario
de Defensa norteamericano, visitó ayer Omán como parte de
una gira por países de Medio Oriente, previa a cualquier acción
en la guerra contra el terrorismo, para explicar la posición estadounidense
y disipar los temores en los países árabes de que la campaña
antiterrorista está apuntada a los musulmanes. Rumsfeld mantuvo
conversaciones con el sultán Qaboos de Omán, cuyo país
se encuentra a distancia de tiro de Afganistán, y acordó
venderle 12 aviones F-16C/FC y otros equipos militares por valor de 1200
millones de dólares.
Un alto funcionario norteamericano dijo que el propósito de la
visita de Rumsfeld era mostrar la resolución norteamericana a librar
una campaña sostenida contra el terrorismo y no pedir a los omaníes
un acceso expandido para fuerzas norteamericanas o nuevas formas de cooperación
militar. Los observadores la ven como un intento de Estados Unidos de
acumular apoyo moral desde las naciones árabes. Sin embargo, la
visita ha generado especulaciones de que Omán, que se encuentra
a sólo tres horas de vuelo de Afganistán, podría
proveer asistencia militar.
Después de su visita a Arabia Saudita, Rumsfeld dijo que nadie
debería igualar la determinación de Bush de erradicar las
redes terroristas con un deseo de dividir a los musulmanes. Esta
no es una cuestión de religión, sea musulmana o no. La propagación
de estos sinsentidos únicamente sirven a los terroristas.
Desde Omán (donde las fuerzas armadas omaníes y británicas
están realizando ejercicios militares por aire, mar y tierra a
gran escala), Rumsfeld voló a El Cairo para entrevistarse con altos
funcionarios del gobierno egipcio y para visitar a las tropas norteamericanas
que participan en el ejercicio bienal llamado Bright Star.
Egipto es un país muy importante en la región, ya
que tiene una relación cercana con Estados Unidos.
El presidente egipcio, Hosni Mubarak, había dicho antes de la llegada
de Rumsfeld que las fuerzas armadas egipcias no esperan que Estados Unidos
le pida ayuda militar, pero que Egipto apoya la lucha contra el terrorismo.
Hace diez años, Mubarak ayudó a Estados Unidos en su búsqueda
de apoyo para la coalición internacional contra Irak en la Guerra
del Golfo. No vamos a participar con tropas porque el ejército
egipcio está aquí para defender la tierra egipcia.
Egipto aportó 36000 soldados, y algunos de los combatientes egipcios
formaron parte de la ofensiva terrestre contra Irak.
OPINION
Por Pietro Ingrao*
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Me siento humillado
Hace unos días, yo registraba en un artículo la
melancólica desaparición de la palabra desarme. Después,
leí en el diario Repubblica un artículo de Francis
Fukuyama, un autor de gran fama en el mundo de hoy. El artículo
estaba dedicado al desarrollo de la situación mundial y de
la iniciativa militar norteamericana después de la masacre
del once de setiembre.
Escribe Fukuyama como conclusión de su artículo: Hacer
la guerra contra el terrorismo significa derrotar en el campo militar
a mis enemigos, y eso podrá requerir que se ataque preventivamente
a quienes nos amenazan, como hicieron los israelíes, y dar
caza a los Estados que apoyan a esos enemigos. Una operación
de este nivel no puede realizarse atacando con misiles crucero de
hocicos en punta, disparados directamente desde el territorio estadounidense,
sino que requerirá ingentes operaciones militares en zonas
muy distantes de nuestro planeta.
En consecuencia: no sólo la guerra, sino la guerra preventiva;
y no en un solo lugar pongamos Afganistán, sino
en distintas zonas del planeta, y muy distantes entre sí:
tal es el espacio de la acción militar en que piensa Fukuyama.
Y operaciones bélicas es bueno saberlo para las
que será necesario (dice nuestro autor) mucho más
que los hocicos en punta de los viejos misiles (¡cuán
pintoresca, esta imagen, y qué vívida!). Pero que
sean armas frescas, al día con sus nuevas faenas y con estos
tiempos.
Al leer esto, más que sentir temor, vacilo, me siento humillado.
Me acuerdo de la emoción y la furia que sentí en los
días de la guerra del Golfo. ¡Qué lejos quedaron
esos tiempos! Entonces nos parecía provocativo el regreso
de la palabra guerra. En cambio, hoy nos parecen superados
hasta los pobres misiles, en este nueva tarea de la libertad que
el presidente norteamericano Bush define tan poéticamente
como duradera.
Y la meta tan dudosa (algunos dicen: tan imposible) de la libertad
vuelve a conectarse con el asesinato del Otro y a marcar con sangre
-precisamente lo justo y lo injusto, ese tema tan complicado
a lo largo de los siglos como objeto de controversia entre cristianos
y musulmanes, entre blancos y amarillos o negros. Y así,
guerra, justicia y fe (esas palabras tan difíciles) vuelven
a abrazarse: como en las Cruzadas. ¿Se acuerdan?
Pero los gobernantes parecen tranquilos. Y de algún modo
los súbditos también.
* Publicado por Il manifesto.
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