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ESTADOS UNIDOS LANZARA ALIMENTOS CON PARACAIDAS EN AFGANISTAN
La vía estomacal a los corazones

Como parte de la ayuda humanitaria aprobada para Afganistán, Estados Unidos lanzará alimentos sobre el país, castigado por una hambruna severa. El objetivo es debilitar internamente al régimen talibán antes del comienzo de la ofensiva militar.

Camiones paquistaníes cargados con trigo esperan en la frontera para entrar en Afganistán.

Por Ewen Mac Askill, Maggie O’Kane, Audrey Gillan y Luke Harding *
Desde Londres, Afganistán, Washington e Islamabad

El Pentágono reveló ayer que va a lanzar paquetes con alimentos por medio de paracaídas a Afganistán, para aliviar la hambruna en ese país y, también, para debilitar al gobierno talibán. Los alimentos son parte de los 320 millones de dólares en ayuda humanitaria anunciada por el presidente George Bush para las “pobres almas” de Afganistán y la región que la rodea. Funcionarios de Estados Unidos y Gran Bretaña rechazaron ayer la sugerencia de que estuvieran operando solamente por otros motivos que no fueran humanitarios. Pero los estrategas en Washington, en el Foreign Office y en el Ministerio de Defensa británicos tienen una opinión más cínica y pragmática. Para ellos, la asistencia es parte de un apriete al régimen talibán que está hospedando a Osama bin Laden, buscado por los ataques a Nueva York y Washington.
Estos estrategas consideran que con los alimentos se pueden ganar corazones y mentes en Afganistán para acelerar la desintegración del régimen talibán, al punto en que podría implosionar o, como mínimo, debilitarse severamente para cuando Estados Unidos y sus aliados ataquen militarmente. Ayer hubo señales de que tal proceso podría ya estar en camino: los informes sostenían que el líder talibán, el mullah Mohammed Omar, huyó de su base en la ciudad de Kandahar en el sudeste de Afganistán; otros líderes talibanes también abandonaron las ciudades; se dice que el apoyo al regreso del ex rey Zahir Shah, que está siendo patrocinado por Estados Unidos, está creciendo en Afganistán; y los informes de la inteligencia paquistaní sostienen que por lo menos algunos líderes tribales están considerando desertar del régimen talibán.
Bush dijo que se brindaría ayuda inmediata por 125 millones de dólares como “una forma de decir que mientras nos oponemos firmemente al régimen talibán, somos amigos del pueblo afgano. En nuestro enojo, nunca debemos olvidar que somos gente compasiva”. Otros 195 millones de dólares fueron destinados para ser entregados en unas pocas semanas cuando llegue el crudo invierno. Mientras muchos afganos han huido a la frontera, otros, los más pobres y menos capaces, deberán enfrentar la hambruna producto de una larga sequía, exacerbada por los problemas políticos y económicos del país.
La Administración Bush también está tratando de atemperar el sentimiento antinorteamericano en el mundo árabe. Y la ayuda podría mantener a la opinión pública de Estados Unidos y de Gran Bretaña detrás de los planeados ataques militares contra el régimen afgano. La mayoría de la asistencia de Estados Unidos será provista a través de la Naciones Unidas y la Cruz Roja, y otras organizaciones no gubernamentales. Pero, como una parte clave de la ofensiva de “los corazones y las mentes” (una frase fuertemente connotada por la guerra de Vietnam), los funcionarios del Pentágono dijeron que había planes para que aviones militares de Estados Unidos lanzaran las raciones de alimento con paracaídas a miles de personas desplazadas dentro de Afganistán. Probablemente incluirían paquetes de “raciones diarias humanitarias” que contienen alimentos para una persona para un día y diseñados para ser aceptables religiosa y culturalmente. Incluyen arroz, vegetales, fruta y una variedad de ingredientes nutritivos, mientras evitan alimentos como el cerdo, que los musulmanes no comen.
Pero las organizaciones de asistencia británicas y la oficina del gobierno británico responsable de la asistencia –el Departamento de Desarrollo Internacional, que distribuyó 53 millones de dólares en asistencia en el área desde los ataques terroristas contra Estados Unidos el 11 de setiembre– se oponen desde hace mucho tiempo al lanzamiento de alimentos. Una fuente británica vinculada a la distribución de ayuda a Afganistán describió la medida como “peligrosa y azarosa” y dijo que debíausarse solamente como último recurso. Bush inicialmente se oponía al lanzamiento de alimentos, temiendo que terminaran en manos de los talibanes. Pero ha sido persuadido a cambiar de opinión por aquellos en la administración norteamericana que sostienen que es lo que hay que hacer para mantener la ventaja moral en la lucha que viene y para ayudar a socavar al régimen talibán.
Nicholas Berry, analista del Centro de Información para la Defensa con sede en Washington, dijo que la política de Estados Unidos debería ser primero derrotar a los talibanes y luego ir tras Bin Laden, cuando Afganistán esté bajo algún tipo de control. En el valle de Panshir, bastión de la Alianza del Norte antitalibán, había predicciones optimistas acerca de que los talibanes serían derrotado en un mes, aunque no quedaba claro cómo podría ocurrir, dada la falta de equipo militar disponible que tiene la Alianza del Norte.
En el valle de Panshir, el regreso del ex rey, Zahir Shah de 86 años, expulsado en 1973 del país, tiene su apoyo. “Supongo que es tan bueno como cualquiera si quiere traer la paz”, dijo Ghulan Ashan de 50 años, sentado en el restaurante Parves en Jabel, en la entrada del valle. “No hizo mucho cuando estuvo, pero no era tan malo”. El líder estudiantil Idris Pardes, de 26 años, dijo sobre el regreso del rey: “Es el único que nos puede unir ahora”. En Kabul persisten los informes de desórdenes en la ciudad a medida que se vacía. Obaid Ulah de 20 años, un vendedor de ropa que se fue el miércoles para Panshir, dijo que había mucha violencia: “Los talibanes no están en la ciudad”, dijo. “Han mudado a sus familias de regreso a los pueblos y hay muchos robos por la situación económica”. Ulah dijo: “La gente que tiene dinero se está yendo. La gente más pobre está vendiendo todo lo que puede. Alfombras, vasos, teteras, cualquier cosa”. Mientras la Alianza del Norte prometió lanzar una gran ofensiva después de cualquier ataque de Estados Unidos, quedan dudas respecto de si puede recuperar grandes porciones de territorios, o aún avanzar sobre Kabul, salvo que reciba mucha ayuda y municiones de los patrocinantes del exterior.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 


 

ULTIMAS VOLUNTADES DEL HOMBRE QUE BAJO LAS TORRES
El testamento de un fanático

“Aquellos que amortajen mi cadáver, deben cerrarme los ojos y rezar para que vaya al cielo, deben vestirme con nuevas ropas y no dejarme con aquellas con las que muera.” El 11 de abril de 1996 Mohamed Atta hizo testamento en presencia de dos testigos en Dhu Al Kada. El terrorista egipcio que el 11 de setiembre de 2001 estrelló un Boeing 757 de American Airlines contra una de las Torres Gemelas dejó constancia en 18 detallados puntos de su fervor religioso islámico y dio precisas instrucciones para su amortajamiento y para su entierro. En 1996, uno de los estrategas del atentado terrorista más sangriento de la historia estaba lejos de imaginar que su cuerpo iba a estallar en pedazos en el centro de Nueva York.
Su testamento, que comienza con la frase ritual de “En nombre de Dios todopoderoso” fue hallado en la bolsa de viaje de Mohamed Atta descubierta por el FBI en el aeropuerto de Boston, de donde partieron varios terroristas, y ha sido difundido por la revista alemana Der Spiegel en su número de esta semana. “Nadie debe llorar, ni gritar, ni rasgarse las vestiduras, ni abofetearse la cara (en mi funeral) porque son gestos necios”. “Las mujeres no deben acudir a mi funeral ni visitar más tarde mi tumba”. “Rechazo que mujeres embarazadas o personas impuras se despidan de mí”. “Nadie que, en el pasado, se haya llevado mal conmigo, debe visitar (mi tumba) ni besarme ni despedirse de mí”. “Aquellos que laven mi cadáver deben ser buenos musulmanes. No debe ser mucha gente, a menos que sea totalmente necesario”. “Aquel que lave la parte de mi cuerpo cercana a los genitales debe llevar guantes para que yo no sea tocado en esa zona”.
Junto a estas rígidas normas morales, el testamento de Mohamed Atta incluye otras instrucciones de carácter social en lo que se refiere, por ejemplo, al destino de sus bienes y pertenencias, al sacrificio de un animal o al rechazo de supersticiones. De este modo, el terrorista islámico dictó en el punto 15 de su testamento que se debía sacrificar un animal, sin especificar cuál, y que “la carne debía ser repartida entre los necesitados”. Rechaza Mohamed Atta que su tumba sea visitada cada 40 días o que se celebre una ceremonia conmemorativa de su muerte cada año, como es costumbre entre algunos musulmanes. “No quiero eso que no se corresponde con los preceptos islámicos”.
En cuanto a su herencia deja escrito que un tercio de sus bienes se repartan entre los pobres, al tiempo que muestra su deseo de que sus libros sean entregados a una mezquita. En un tono solemne y amenazante, Mohamed Atta hace responsables de los incumplimientos a todos aquellos que hayan leído su testamento y hayan organizado sus exequias. La minuciosidad de las últimas voluntades de Mohamed Atta llega al extremo de aclarar que desea que su mortaja esté compuesta por tres capas de algún tejido blanco, “pero no seda ni otro material caro”. “Aquellos que dejo atrás”, concluye el testamento, “deben ser temerosos de Dios, no deben dejarse embaucar por las cosas materiales de la vida y, en su lugar, deben rezar y ser buenos creyentes”.

 

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