Por Horacio Cecchi
Lavandina, una perrita desteñida,
se rasca las pulgas en el playón de la línea 247, en Quilmes
Oeste. Para ella es un día como cualquiera. Para los 180 choferes
que se reúnen a un par de metros del lugar, no: ayer, uno de ellos,
Carlos Stábile, de 51 años, murió baleado mientras
conducía el interno 14 como lo hizo durante cada día de
cada uno de los veinte años en que trabajó en la empresa.
A las 5.20 de la mañana, dos jóvenes de alrededor de 20
años subieron al interno 14, pidieron viajar gratis aún
no se determinó si tenían intenciones de robo, el
chofer se negó y le descerrajaron un escopetazo en el cuello. Los
pasajeros, yo argentinos, consideraron que aquí no pasó
nada, bajaron y continuaron viaje en el siguiente interno. A las
11, como protesta, los choferes de la 247 cortaron la avenida Mitre, en
Wilde, y declararon un paro hasta después del sepelio de Stábile.
Otras 40 líneas de la Zona Sur se plegaron, cortando sus servicios
desde las cuatro de la tarde hasta la medianoche.
Carlos Stábile inició su turno en el interno 14, ramal 5,
a las 5 menos 10. Partió desde Picaflor y Gorriti, en San Francisco
Solano, hacia la estación Fiorito. Al llegar a Wilde, tomó
por Onzari, dobló a la izquierda en Cangallo, cuatro cuadras y
a la derecha en Condarco. Avanzó cinco cuadras, se detuvo en la
parada de Lafuente, donde subieron dos jóvenes que se agregaron
a los cinco pasajeros. Le pidieron viajar gratis. Stábile, ya había
arrancado y debía seguir una cuadra para doblar en Lucena a la
izquierda. Se negó a llevarlos. Pero ni siquiera tuvo tiempo de
girar: uno de los jóvenes se acercó, extrajo una escopeta
-posiblemente recortada por la descripción de una testigo
y le disparó en el cuello. Primero se creyó que había
sido asesinado con un cuchillo, pero una testigo sostuvo que vio un arma
y escuchó un estampido. La autopsia confirmó sus dichos.
El interno 14, cruzó Lucena sin rumbo y se estrelló, a una
cuadra, contra un árbol al que desgajó, en Condarco y Agüero.
El chofer quedó sentado, reclinado sobre su izquierda contra la
ventanilla. Los dos jóvenes huyeron sin tocar la máquina
expendedora de boletos. Los cinco pasajeros tomaron una decisión
coyuntural: decidieron que Stábile no estaba tan mal como parecía,
bajaron por la puerta delantera, retrocedieron una cuadra y tomaron el
interno que seguía. Su chofer no se enteró de lo que había
ocurrido hasta que, al final del recorrido, la última pasajera,
en un rapto de conciencia, le susurró al oído: ¿Sabés
lo que le pasó al chofer que iba delante tuyo?, y le dio
sus datos. Poco después, la policía tomaba declaración
a la mujer como única testigo.
A las 11 de la mañana, en una reacción espontánea,
los 180 choferes de la 247, reunieron los 80 micros de la Empresa 9 de
Julio y cortaron Mitre y Las Flores, reclamando seguridad. Levantaron
el corte cuando la UTA Zona Sur declaró un paro hasta el fin de
la jornada, medida a la que se plegaron 40 empresas.
Por la tarde, en el playón de la 247, en Quilmes Oeste, la incredulidad
igualaba todos los rostros de los choferes. No vamos a movernos
hasta que nos den el cuerpo de Carlos, aseguró el delegado
Roberto Colombo. Están blindando las máquinas. Antes
las abrían y las robaban. Este es el resultado, dijo Rubén
Casas, con 9 años en la empresa. Pero en este caso parece
que no fue robo, parece que le pidieron viajar gratis, comentó
Hugo. El problema es que no los podés llevar porque te cacha
un inspector y te meten tres días de suspensión. A
mí me dieron acá sostiene José Ramos, mostrando
su mano derecha atravesada por un balazo en noviembre pasado. Subieron
diciendo hay que matar a todos los choferes.
Roberto Rodríguez, presidente de la 9 de Julio, no consideró
a las máquinas como eje del problema: Esto nunca pasó.
Tiene que ser un demente. Todas las empresas están blindando las
máquinas. Las viejas son de aluminio. Subían, le decían
al chofer te vamos a llevar la plata, la rompían y
se llevaban como mucho veinte pesos del cambio. Los pasajeros sequedaban
esperando tranquilos y después seguían el viaje. Al principio
denunciábamos, pero el colectivo queda parado para las pericias.
Entonces, los robos chicos nunca los denunciamos. Las empezamos a blindar
porque, si no, qué vamos a hacer, ¿vamos a decirles vengan
a asaltarnos?. Ya estábamos acostumbrados a los robos
de 15, de 20 pesos, agregó Salvador Guastella, apoderado
de la 247. Es como pagar un peaje para poder pasar.
El interno 14 está detenido sobre el playón, rodeado de
los otros 80 micros, como si estuvieran compadeciendo su suerte. Detrás,
a pocos metros, salpicada de barro, Lavandina sigue rasqueteando sus pulgas,
como si nada.
¿Cabinas blindadas?
La muerte de Carlos Stábile provocó airados reclamos
por mayor seguridad. Los delegados de la 247, los empresarios y
la UTA mantuvieron una reunión con el jefe de la Departamental
Sur, Daniel Rago. Allí acordaron que la policía montará
operativos de vigilancia. El 12 de octubre, en otra reunión,
se evaluarán los resultados. El reclamo es que haya
más presencia policial dijo Mario Calegari, vocero
de la UTA. Los ladrones piensan que los choferes tienen las
llaves de las cajas, pero ya no manejan más dinero. Habría
que estudiar la posibilidad de hacer algún blindaje, pero
no de las máquinas sino una casilla que proteja de alguna
manera al conductor, que lo mantenga algo más apartado de
los riesgos. Estadísticas sobre robos a colectivos
no hay: La mayor parte no son denunciados, asegura Calegari.
En la 247, el promedio según empresarios y choferes, es de
dos robos por día.
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TENIA
CUSTODIA TRAS DENUNCIAR A LA POLICIA
Un testigo vigilado y baleado
La custodia policial que la
Justicia le había asignado al gestor judicial Mario Aníbal
Suárez, de 46 años, después de que denunciara por
mal desempeño de sus funciones a policías de la Comisaría
7ª, no fue suficiente. Ayer, cuando estaba por llegar al estudio
de su socia, un grupo de civiles le disparó desde un auto que avanzaba
a contramano por la calle 3 de Febrero. No tuvieron buena puntería:
ayer mismo el testigo denunció el ataque ante la Comisaría
35ª, y solicitó custodia para su abogada a quien, dijo, amenazaron
los agresores.
Eran cerca de las tres de la madrugada cuando Suárez iba en su
auto por 3 de febrero. Casi cruzaba la esquina de Juana Azurduy, acompañado
por un cabo de una comisaría de Esteban Echeverría cuando
sintió el ruido inconfundible de los balazos. Venían de
un Volkswagen Polo blanco con vidrios polarizados que aceleró en
contramano. Cuando el vehículo se acercó una voz masculina
gritó y la doctora y en forma simultánea se
escucharon dos disparos de arma de fuego, contó el testigo.
Al ataque de los desconocidos le correspondió la respuesta del
cabo custodia de Suárez, que no tuvo éxito alguno.
Ocupado por dos personas, el Gol escapó hacia la avenida General
Paz. el testigo declaró que iba hacia la casa de su socia, la abogada
María Luján Marturano, en 11 de Septiembre al 3300, a una
cuadra del lugar. Llegó hasta allí corriendo desesperado.
Avisó entonces lo que había sucedido a la Comisaría
35ª. La policía de la seccional comprobó que el Ford
Taunus del gestor tenía un impacto de bala en la puerta trasera
izquierda. Suárez explicó ayer que la custodia se debe a
una denuncia que hizo en la fiscalía de instrucción Nº
49, por mal desempeño a personal de la Comisaría 7ª.
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