Mientras el histórico
boxeador panameño Roberto Mano de Piedra Durán
se recupera en el Hospital Argerich del fuerte accidente automovilístico
que sufrió en la noche del miércoles, otro pugilista que
hiciera historia en el deporte nacional, Gregorio Manuel Goyo
Peralta, campeón argentino de los pesados, murió en Rosario
a los 66 años, como consecuencia de una miocardiopatía.
El accidente en que recibieron heridas Durán, su hijo y otros dos
acompañantes, se produjo pasadas las 22 del miércoles sobre
la autopista 9 de Julio, a la altura de la calle Brasil. Allí,
el auto en que viajaba Durán un Rover gris oscuro se
habría cruzado con otro vehículo, por lo cual viró
hacia el guard-rail y chocó con violencia. Durán había
llegado el miércoles a Buenos Aires para brindar una serie de charlas
y presentar un disco. Curiosamente, el legendario Mano de Piedra
le había obsequiado por la tarde un par de guantes de boxeo al
jefe del bloque de diputados justicialistas, Humberto Roggero, como un
gesto de amistad tras el grave accidente automovilístico que había
sufrido el político cordobés.
Durán tiene ocho fracturas en las costillas del hemitórax
izquierdo y un neumotórax (lesión pulmonar) y habla con
alguna dificultad a causa de ese problema en el tórax. Los médicos
que lo atienden señalaron que si la evolución de las heridas
prosigue normalmente, el ex campeón panameño no necesitará
ninguna nueva intervención, pero que es posible que permanezca
hospitalizado unas 48 o 72 horas más.
Su hijo, Roberto El Chavo Durán Iglesias, de 27 años,
sufrió traumatismos leves y una luxación de tobillo,
además de un hematoma alrededor del riñón,
y también está internado. Según los médicos,
ambos despedían un fuerte aliento etílico cuando fueron
hospitalizados. La esposa de Durán, Felicidad, viajará hoy
a Buenos Aires para acompañar al veterano púgil y al hijo
de ambos.
El cuadro más grave lo presenta Oscar Ruiz Díaz, empleado
de la agencia de noticias estatal Télam, ya que había sufrido
pérdida de conocimiento con coma tres y contusiones importantes,
además de trascender que tendría compromiso de masa encefálica,
y permanece en una sala de terapia intensiva con asistencia respiratoria.
Luis Giménez, jefe de compras de Télam, también resultó
herido en el accidente.
Durán, que fue el primer boxeador latino en ganar cuatro títulos
mundiales en distintas categorías, tiene una marca de 104 peleas,
de las cuales 69 ha ganado por la vía rápida y tiene 16
derrotas, aún se mantiene en actividad.
El campeón mundial mediopesado de la Unión Mundial de Boxeo
(UMB), Walter Darío Matteoni, fue el primer boxeador argentino
en visitar a Durán. Yo lo viví de muy cerca y por
suerte hoy lo puedo contar recordó, pero hubo casos
fatales como el de Carlos (por Monzón) o el de Víctor (por
Galíndez). Somos varios los que nos hemos dado un palo alguna vez,
el mismo Locomotora Castro sufrió varios accidentes y por suerte
también la puede contar.
Los restos de Peralta, que murió el miércoles por la noche,
fueron inhumados en el cementerio rosarino de El Salvador. Sanjuanino
de nacimiento y crecido en Azul, amigo de Juan Domingo Perón en
Puerta de Hierro, Peralta estaba radicado en Rosario desde hacía
una década, donde trabajaba en la Dirección Provincial de
Viviendas, y era frecuente verlo por las mañanas paseando por la
peatonal, luciendo un escudo del Partido Justicialista. Peralta llevaba
casi un mes de internación por sus antiguos problemas neurológicos,
que se habían complicado con una insuficiencia cardíaca.
OPINION
Por Daniel Guiñazú
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Contra ninguno se
achicó
Gregorio Goyo Peralta fue mucho más que el
archirrival o partenaire de Oscar Bonavena en los calientes años
60 del boxeo argentino. Reducir su figura de técnico notable,
habilísimo en la defensa y en el contraataque pero sin pegada
de nocaut, a la de mero contrincante de Ringo equivale a hacerle
un esquive a la verdad de la historia y a quedarse en la anécdota,
sin decir lo que hay que decir: que Goyo Peralta fue uno de los
mejores boxeadores nacionales de todos los tiempos. No fue campeón
del mundo porque no era su destino, nada más que por eso.
Tenía talento Peralta. Tanto que en 1963 debutó en
los EE.UU. ante el campeón mundial, Willie Pastrano, y le
ganó por puntos. En el desquite de Nueva Orleans, un año
más tarde, no tuvo suerte: estaba arriba en las tarjetas
cuando se cortó la ceja derecha, le pararon la pelea y se
la dieron perdida por nocaut técnico en 6 rounds. Hizo de
bueno en aquella topada record ante Bonavena el 4 de setiembre de
1965 en el Luna Park, ante más de 25 mil espectadores, y
volvió a perder. Pero ninguna de esas derrotas ni las dos
que sufrió ante George Foreman en 1970 y 1971, dando más
de 10 kilos de ventaja, disminuyen su importancia.
Enfrentado con Lectoure y el Luna Park en 1969, Peralta debió
encarar los últimos cuatro años de su carrera peleando
contra cualquiera, en cualquier parte y a cualquier precio. Hasta
se le atrevió a Muhammad Alí en una exhibición
en 1972. Y contra ninguno se achicó. Fue un guapo Goyo. Si
aquel tiempo fuera éste, hubiera sido campeón del
mundo. Le sobraba calidad. Le faltó la suerte que tuvieron
otros que fueron menos que él.
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