Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


ERIC CLAPTON CONCRETARA
MAÑANA EN LA CANCHA DE RIVER SU SEGUNDA VISITA AL PAIS
Los caminos cruzados de un hombre llamado Dios

Once años después de su primer show en Buenos Aires, el guitarrista vuelve para reafirmar su mito. En el medio, como a la Argentina, le pasó de todo: sufrió la muerte de su hijo, ganó 6 premios Grammy y vendió 15 millones de discos.

Eric Clapton es considerado uno de los guitarristas más notables de la historia del rock.

Por Fernando D’Addario

Hace hoy exactamente once años, Eric Clapton saldó, acaso sin saberlo, una deuda que hasta entonces parecía tan impagable como la deuda externa. Tocó, simplemente tocó, en una Buenos Aires que vistió de gala a la cancha de River para recibir a un héroe inalcanzable, de esos que sólo parecían tangibles en los recortes de la revista Pelo. Pero sí, Clapton bajó a este extraño y lejano territorio de melomanía rockera. Mañana intentará repetir la experiencia. Lo esperan el mismo escenario, tal vez un público similar, cantará y tocará las mismas canciones. Pero está claro que pasaron demasiadas cosas (tanto en la vida del músico como en la realidad argentina) como para augurar una copia fiel de aquella ceremonia inolvidable.
Aquel Clapton llegó a una Argentina que cotizaba en australes y que, en términos musicales, estaba ávida de grandes celebraciones. Las variables económicas, la hiperinflación, el tipo de cambio, no aconsejaban la contratación de grandes figuras, y durante años, el público de este país debió conformarse con espectáculos clase B (¿alguien se acuerda del grupo The Bolshoi?), premios consuelo para un largo síndrome de abstinencia, antes sujeto a limitaciones políticas y por entonces atado a los avatares financieros. Clapton en Argentina era (y fue) un acontecimiento. Luego, convertibilidad mediante, fueron llegando todas (o casi todas, para aquellos que aún sueñan con Pink Floyd) las figuritas difíciles: Rolling Stones, U2, Madonna, Guns n’ Roses, Michael Jackson, AC/DC, Page & Plant, etc. Una fiesta de importación rock and pop, que fue desvaneciéndose con precisión de relojería, al compás de la decadencia económica. Clapton experimentó vaivenes similares, sólo que en otro orden. En los 90’s sufrió la muerte de su hijo, que cayó de un piso 53, y luego vendió millones con “Tears on heaven”, la canción que escribió en su memoria. Obtuvo 6 premios Grammy por su MTV Unplugged, un disco notable, que institucionalizó un formato musical (el “desenchufado”) surgido como necesidad (para algunos) de pacificación sonora. Más que oportunismo musical, la modalidad develó en Clapton un adecuamiento a su nuevo status de gentleman.
La dinámica del show business obliga a dejar constancia de que Clapton presentará mañana en la cancha de River su último disco, Reptile. A nadie le importa. En rigor, los últimos años del músico subrayaron su inmutable condición de blusero first class, título nobiliario que exime de exigencias artísticas adicionales. Todo lo bueno de Clapton ya está escrito, forma parte de un catálogo rockero inviolable, y en tal sentido, su reciclamiento no admite mayores variantes. ¿De cuántas maneras se puede tocar “Layla”? De muchas, seguramente, pero el inconsciente colectivo sólo admite una. No porque su estructura armónica sea limitada, sino porque cuando se trata de rock, las canciones-himno están condicionadas por su significación histórica. “Layla”, para todo el mundo rockero, fue la canción que le permitió lucir su incipiente capacidad compositiva, más allá de su virtuosismo, pero más que eso, fue la melodía que le dedicó a Patti Boyd, entonces novia de George Harrison (no por mucho tiempo más), su amigo. Lo mismo ocurre con “Cocaine”. Su autor señala que es una canción “antidroga”, y no hay razones para desconfiar de un caballero inglés, pero generaciones de argentinos (entre ellos, los censores) interpretaron otra cosa, y corear el estribillo fue, durante mucho tiempo, una descarga liberadora, aún para quienes no consumen cocaína.
Clapton tiene hoy 56 años. The Yarbirds, Los Bluesbreakers y Cream, o Derek & the Dominoes, aquellas bandas de los 60 y 70 en las que expuso su talento, deben representar para él postales difusas, perdidas en aquella nebulosa del rock and roll way of life, heroína incluida. Sin embargo, el señor que ahora viste Armani, y que patrocina otro “Crossroads” (una institución benéfica que, lejos de las connotaciones diabólicas endilgadas a esa canción, es un centro new age de rehabilitación para drogadictos y alcohólicos), debe exhumarlas periódicamente, cuando los contratos lo requieren, porque su condición heroica lo exige. El rock es mucho más severo que el pop en esto de las canonizaciones. Clapton, David Gilmour, Angus Young, Carlos Santana, Jimi Hendrix, Skay Beilinson (la lista es larga) reflejan un mundo a partir del sonido que lograron sacarles a sus respectivas guitarras. También The Edge (U2) o Gustavo Cerati acreditan una fuerte –y fácilmente reconocible– personalidad interpretativa, pero nadie, entre sus seguidores, se arriesgaría a adjudicarles virtudes heroicas. Para colmo Clapton, tan sobrio como se lo ve, tan ajeno a los fuegos artificiales que alimentan a las estrellas, es mucho más que un héroe: es dios. Unico dios, encima, en un Olimpo de semidioses devaluados. Ni siquiera unos cuantos discos olvidables pusieron en jaque su estatura divina. Habrá que ver si logra pasar el escollo de una Argentina empobrecida, que ya no cree en milagros.

 

Datos para recordar

Clapton llega a la Argentina procedente de Santiago de Chile, donde actuó anoche en el Estadio Nacional; luego de River, el inglés seguirá viaje por Porto Alegre (en el Beira Rio, el lunes), San Pablo (en el Pacaembú, el 8), Río de Janeiro (Praça de Apoteose, el 13 de octubre) y México (Foro Sol, el 19), en la que será su primera visita a ese país. Para el concierto de mañana quedan entradas en todos los sectores, con los siguientes valores: popular, 20 pesos; platea alta preferencial, $30; campo, $35; platea baja común, $50; platea baja preferencial, $60, y palco, 70 pesos. Los tickets se venden en los locales Dexter Shops, Tower Records y el teatro Sky Opera, y en el Centro Cultural Recoleta (sin service charge), además del servicio telefónico del 4321-9700. La jornada musical comenzará a las 19.30 con la actuación de La Mississippi, y a las 20.30 será el turno de Memphis La Blusera, mientras que el ingreso de Clapton al escenario está programado para las 21.30. Las puertas del estadio se abrirán a las 17, y conviene recordar que no está permitido el ingreso con cámaras fotográficas ni filmadoras, se chequearán los bolsos, carteras y mochilas y no se permitirá entrar a quienes lleven cinturones de hebillas pesadas.

 

Recuerdos de una ceremonia
Fuegos artificiales, avalanchas, gritos. Cualquiera que haya estado aquel viernes 5 de octubre de 1990, recordará el inolvidable clima previo que envolvió el show de Eric Clapton. La prueba de que pasó mucho tiempo es que abrió el fuego el crédito local Jaf. Mick Taylor, ex Rolling Stones, recibió aplausos respetuosos pero llegó un momento en que casi todos pedían que se bajara del escenario, porque estaban esperando a dios. Unas 60 mil personas corearon “Olé olé olé olé, Claptón, Claptón” (así, con la “o” acentuada) y vivieron un ritual largamente esperado. Acompañado por una banda notable (en la que se destacaron el percusionista Ray Cooper, el baterista Steve Ferrone y el bajista Nathan East), Clapton presentó en aquella ocasión un buen disco (Journeyman) y un puñado de clásicos (que repetirá mañana), como “Layla”, “Cocaine” y “Wonderful tonight”, en una ceremonia de más de dos horas que el público disfrutó como pocas veces se había visto en un estadio de fútbol. Había gente llorando. Viejos rockeros y jóvenes que habían oído hablar de la leyenda y la tenían allí, frente a sus ojos. Por entonces, a pesar de su popularidad en el ambiente, Clapton no era un fenómeno masivo. Las 60 mil almas que poblaron River, formaban parte de un ghetto especial, formado con códigos de los años 70, que recién dos décadas después pudo ver en vivo lo que, durante tanto tiempo, había escuchado en gastados discos de vinilo.

 

Para ir ensayando
Esta es la lista de canciones que Eric Clapton viene ejecutando en su gira de presentación de Reptile.
- “Key to the highway”
- “Reptile”
- “Got you on my mind”
- “Tears in heaven”
- “Bell bottom blues”
- “Change the world”
- “My father’s eyes”
- “River of tears”
- “Goin’ down slow”
- “She’s gone”
- “I want a girl”
- “Badge”
- “Hoochie coochie man”
- “Five long years”
- “Cocaine”
- “Wonderful tonight”
- “Layla”
- “Will it go round in circles”
- “Sunshine of your love”
- “Somewhere over the rainbow”

 

Opiniones autorizadas

Adrián Otero.
Memphis la Blusera *

Cuando lo escuché por primera vez, Clapton tocaba con The Yardbirds y, al poco tiempo, era considerado el dios blanco del blues. Gracias a él supe que existía el blues blanco (que hasta esa época era considerado solamente negro). De algún modo, Clapton y toda esa camada del blues inglés le dio al género un reconocimiento internacional que antes no tenía. Para mí, la síntesis está en el disco antológico que compartió con B. B. King. Allí demostró que es excelente como guitarrista pero también es un buen cantante. Para nosotros –que compartimos escenario con Albert King y Chuck Berry– estar con Clapton tiene la importancia de estar tocando con el último gran blusero vivo. En su primera visita la sensación que tuve con mis compañeros fue que la cancha de River volaba. Se levantaba de la superficie de la tierra y flotaba. Quedamos muy impresionados porque fue una clase magistral de cómo debe sonar una banda de blues.

Ricardo Tapia.
La Mississippi *

Es un verdadero referente para nosotros, sobretodo para los músicos del blues, del rock y del rithm’n’blues. Es uno de los mejores guitarristas del siglo. El significado importante recién lo vamos a poder apreciar cuando se retire. Ahí podremos ver la importancia que tuvo porque cuando un músico como Clapton no toque más se va a notar. Quisiera saber qué músico de rock podría decir que no se vio influenciado por él. Cuando vino la primera vez no pude ir a verlo, pero sé que el show fue espectacular. La banda que trajo fue de un nivel impresionante y calculo que lo que va a traer esta vez será mejor aún. Porque Clapton es como el whisky... mejora con el añejamiento. A mí me gustó siempre, desde Cream, y también me generó simpatía lo último que hizo. Aparte, él supo tomar de los músicos negros la mejor parte de su sonido. Va a ser un show caliente y espero que las bandas invitadas estemos a la altura de lo que se va escuchar esa noche.

 

PRINCIPAL