Por Martín
Pérez
No se lo merecían. Ni
ella ni él. Por lo general cuidados, generosos y sencillos a la
hora de elegir sus papeles románticos, ni Julia Roberts recordar
Erin Brockovich ni John Cusack Alta fidelidad o Tiro
al blanco, por ejemplo se merecían un final de primeros planos,
bucólicas miradas a los ojos y vacías frases románticas
en lugares inconvenientes como al que los condenaron los responsables
de La pareja del año. Pero tampoco se lo merecía el film,
una por momentos, claro está ácida farsa sobre
la industria del espectáculo que arranca burlándose de los
lugares comunes de los dramas de Hollywood al presentar a sus protagonistas,
para terminar remedando ya sin ironía la escenas y
diálogos de los que se burló en un principio.
Antes de la irremediable caída, sin embargo, La pareja... se presenta
como la película ideal para completar una suerte de trilogía
cínica sobre Hollywood junto a la recordada Las reglas del juego
y Bowfinger. Mucho más cerca de la leve farsa de esta última
que del feroz cinismo del film de Altman, este film coproducido y coescrito
y coprotagonizado por el casi eternizado presentador de los Oscar Billy
Crystal se dedica más que nada a ahondar en el mecanismo de la
promoción de films. Y de sus estrellas. Su trama comienza contando
el ascenso de la pareja preferida del público norteamericano de
allí su título original: Americas Sweethearts,
integrada por Gwen y Eddie, Catherine Zeta Jones y John Cusack. Una pareja
que ya no es tal desde que ella decidió elegir los favores de un
fogoso latino (encarnado por un ceceoso Hank Azaria).
La presión del público que los quiere juntos, sumada a la
presión del estudio que los necesita a ambos para promocionar un
film que no aparece por ningún lado, terminará reuniéndolos.
Y todo gracias a los buenos servicios de un experimentado agente de prensa
.-el papel de Crystal. y de Kiki (Julia Roberts), la encantadora y diligente
asistente personal de la glamorosa y odiosa Gwen, que no es otra que su
hermana. Muy bien acompañado por Stanley Tucci (en el papel del
jefe del estudio) y el joven Seth Green (Austin Powers) como su asistente,
el humor deplegado por Crystal contra el mecanismo promocional de Hollywood
es lo que mejor funciona en La pareja del año.
Pero la cara romántica de esta comedia es otra historia. La ajustada
interpretación de la odiosa Gwen por la morochaza Catherine Zeta-Jones
es fundamental para su trama, que terminará uniendo al querible
Eddie con la chica buena del film que es, que duda cabe, Kiki. O sea:
Julia Roberts. Sí, el protagonista terminará cediendo a
los encantos de la hermana de su ex, y -.como corresponde a semejante
vuelta de tuerca-. el desenlace será bien a lo Hollywood, en un
film apenas dirigido por Joe Roth, responsable principal de reunir semejante
reparto para lo que apenas es una comedia romántica menor.
PUNTOS
DEJALA
CORRER, CON PABLO RAGO Y FABIAN VENA
Los jóvenes viejos de Adrián Suar
Por Horacio Bernades
Hoy en día coexisten,
en el cine argentino, películas valiosas hechas por jóvenes
(La ciénaga, La libertad, las inminentes Bolivia y El descanso)
y películas hechas para jóvenes, fenómeno exclusivamente
comercial y de patas cortas, con el que cineastas de la generación
intermedia aspiran a captar esa porción de público. Luego
de El camino y Contraluz, Déjala correr es la nueva apuesta en
este sentido, esta vez a cargo del grupo Pol-Ka.
Como la mayoría de los productos-Suar (que a la función
de productor añade aquí la de director artístico),
Déjala correr es una comedia de puro entretenimiento, que presenta
a un quinteto protagónico proveniente de la tele, territorio Pol-Ka
por excelencia. Diego (Nicolás Cabré) es músico y
luthier por afición y se gana la vida repartiendo pizzas. Básicamente,
el mismo personaje de simpático entrador con el que Cabré
ganó popularidad en Gasoleros. Mónica (Julieta
Díaz, de Campeones e Ilusiones) es la chica
a la que intentará conquistar. Florencia Bertotti, a quien actualmente
puede verse en Culpables, es Belén, la mejor amiga
de Diego y compinche de sus sesiones de porro. El novio de Belén
es un celoso y muy formal médico residente, encarnado por Pablo
Rago, miembro de la escudería Suar desde Gasoleros
y Primicias. Completa el dominó Fabián Vena,
que reproduce, hasta en la gomina, el personaje de político joven
e inescrupuloso que trajinó a lo largo de tres temporadas en Verdad/Consecuencia.
Reunidos en un único decorado, la casa de Diego, los cinco garantizan,
junto con una total falta de riesgos, la economía de un producto
pensado para su rápida explotación. Basada en la película
española Rewind, el segunda producto que el prolífico amanuense
Alberto Lecchi dirige para Pol-Ka (la anterior fue Apariencias) se apoya
en una premisa presuntamente original, en verdad un refrito de Corre,
Lola, corre: la posibilidad de volver el tiempo atrás, para corregir
lo sucedido en beneficio propio. El dueño del tiempo es aquí
Diego, cuyo objetivo es levantarse a Mónica. El instrumento, una
mágica videocámara que pone en sus manos cierto vecino inventor
(émulo local del de Volver al futuro), en la que sólo hay
que apretar el botón de rebobinado para que éste se produzca
en la realidad.
El artilugio, cuya consecuencia es una fatigosa serie de vueltas atrás
en el relato, resulta un mero barniz modernoso para una sitcom de cuño
televisivo. La pueblan estereotipos que, se supone, tendrían el
carácter de representantes generacionales: el pibe fierita;
la chica linda con empleo formal; la fumona cuyo presunto freakismo se
manifiesta en un sacudir de brazos cuando baila; el profesional de clase
media y el político traidor. Lo único joven
de Déjala correr es el público al que apunta. Todo lo demás
es viejo: actuaciones forzadas de las que apenas zafa Julieta Díaz,
dueña de un sobrio encanto; diálogos que quieren ser graciosos
y la clase de signos generacionales que sólo aparecen
en películas no hechas por jóvenes. Basada en la oposición
entre un fan de los Redondos y una de Diego Torres, no podría ser
más significativo que nose oiga una sola nota del grupo liderado
por el Indio Solari, en una banda sonora en la que el hijo de Lolita es
dueño y señor.
PUNTOS
|