Por Oscar Ranzani
Tres películas formaron
el currículum actoral que generó en vida, y el material
suficiente para hacer nacer el mito en el mismo momento que un accidente
automovilístico se lo llevó para siempre: así, paradójicamente,
quedó en la memoria colectiva con el trofeo sagrado de la inmortalidad.
James Dean vivió a mil, amó la velocidad y desafió
normas y convencionalismos. Sólo tuvo tiempo de verse reflejado
en uno de los tres films que interpretó: Al este del paraíso.
Para el momento del estreno de los otros dos, Rebelde sin causa y Gigante,
el destino ya le había jugado una mala pasada a bordo del Porsche
platinado que circulaba a más de 170 km por hora. Ahora, cuando
el actor estadounidense es una estampa mítica y nostálgica,
una nueva producción dirigida por Mark Rydell y protagonizada por
James Franco (que acaba de poner el cuerpo en la nueva versión
de El hombre araña, entre otras) buscó desempolvar la historia
legendaria y hacerla renacer con nuevo brillo. James Dean se estrenará
este domingo a las 20, en exclusiva para la televisión, por la
señal TNT. Página/12 conversó con el actor norteamericano
de 23 años, que pasó fugazmente por la Argentina para hablar
de su relación el mito-Dean.
¿Cómo surgió la propuesta para caracterizar
a James Dean?
Fue bastante inusual, ya que había casi quinientos candidatos.
Lo conocí a Mark Rydell, el director, y tuvimos una charla. Fue
inusual porque no hice toda una representación como normalmente
se hace, sino que simplemente conversamos. Fue más bien una sesión
de terapia. Me preguntó sobre mi pasado y el paralelismo que podía
llegar a ver con James Dean. Después de la charla, hicimos una
breve representación y luego nos saludamos. Eso fue todo.
¿Qué aspectos de la personalidad de Dean tuvo en cuenta
para la caracterización del personaje?
Me conmovió cuánto lo afectó el rechazo de
su padre, y traté de concentrarme en eso. Buscando captar la atención
de su progenitor, su vida se vio afectada. Tuve en cuenta esa falta de
autoestima. Todo deriva de esta falta de demostración de afecto.
Por otro lado, la idea de autodestrucción que tenía, de
duda de sí mismo. Eso es lo que tiene la actitud característica
de James Dean. Todo ese impulso que tuvo para hacer esas grandes actuaciones
y demostrar ser un gran actor tal vez es para compensar la falta de afecto,
una manera de demostrarle a todos que podía llegar a ser alguien.
Me concentré con más precisión en este aspecto.
Una de las cosas llamativas del film es que si bien relata los aspectos
de su carrera pública, hay una acentuación en su vida privada,
como la tormentosa relación con su padre y con sus amores. ¿Por
qué lo prefirieron así?
Lo atractivo para mí fue que se focalizara en este aspecto
emocional de la relación con su padre. O sea como cualquier película
biográfica que hace un racconto de hechos sucesivos. Tal vez lo
atractivo del film es que trata todo el tema psicológico del personaje
y no sólo una secuencia.
La marginalidad, la velocidad y la vida vagabunda son algunas de
las características que cimentaron la personalidad de James Dean.
¿Qué intentó reflejar usted de todo esto?
Todo este aspecto rebelde o conflictivo no fue lo más atractivo.
Lo que me resultó más atractivo fue el compromiso y esa
pasión por la actuación y los distintos papeles que hizo.
Pero entiendo que esto puede llegar a ser atractivo porque representa
toda una edad en la cual hay cierto conflicto con respecto a las reglas
y la voz que pueden llegar a tener los adolescentes. Comprendo que esto
puede llegar a ser interesante pero para mí, lo más atractivo
fue ese compromiso con la actuación.
James Dean rompió con ciertos convencionalismos y puso a
prueba los límites. ¿Considera que, de algún modo,
fue un precursor de lo que posteriormente mostró la generación
del sesenta?
Es un personaje muy particular, y en la película se ve la
similitud entre los distintos roles y su vida. Se ve cómo hacía
este paralelismo entre los roles y su vida. Algunas personas dicen que
tal vez haya sido el precursor del rock and roll. En los 50, después
de la guerra, hubo una estabilidad económica que permitió
a la clase media vivir con comodidad, y la generación adolescente
vivió de acuerdo a ciertos principios y reglas. De repente surgió
James Dean, que rompió esas reglas y capturó ese espíritu
contrario a los principios por los cuales tenían que vivir los
adolescentes. Fue un precursor, aunque vale aclarar que en los sesenta
hubo otro tipo de rebeliones por otras causas distintas.
Dean fue el representante de un modelo de juventud conflictuada.
¿Qué queda de ese modo de pensamiento en la juventud actual?
No creo que sea así, porque hoy en día la juventud
tiene una voz muy poderosa y mucho control. Desde ese entonces hasta hoy,
la filosofía ha cambiado con respecto a la educación y lo
que se busca es tal vez nutrir ese espíritu o esa expresión
individual. Se incita a los jóvenes a que muestren y digan lo que
piensan.
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