Por Javier Lorca
Fue un modo de proceder
donde se confundió lo político puro y lo académico.
Así denunció la vicedecana de Filosofía y Letras
(UBA), Marta Souto, los motivos que condujeron a que Beatriz Sarlo se
quedara sin el título de profesor plenario, la más alta
distinción docente que brinda la UBA. Como informó este
diario, las disputas internas de la facultad, donde oficialistas y opositores
están empatados en el consejo directivo, llevó a que Sarlo,
Edith Litwin y Osvaldo Guariglia no tuvieran los votos necesarios para
lograr la distinción. En diálogo con Página/12, Souto
desde el oficialismo negó que hubiera sido un error
tratar en conjunto los tres casos.
¿Cómo se llegó a esta situación?
Desde que existe el nuevo reglamento para designar plenarios, la
primera vez que un jurado propuso una designación fue a fines del
2000, con el concurso de Guariglia. El tema llegó al consejo directivo
en marzo de este año y ya en ese momento se generaron discusiones.
A fines de marzo concursó Edith Litwin y el jurado también
la propone como plenaria. El concurso de Sarlo es más reciente,
del 30 de julio. Dado que no tenía resolución ninguno de
los concursos, entraron todos juntos al consejo.
La oposición asegura que hubo una maniobra para tratarlos
en conjunto y evitar que se vetara la designación de Guariglia.
No existió ninguna maniobra. Cada caso es independiente y
fue tratado por las vías habituales. Lo único en común
es que son propuestas para designar profesores plenarios.
Si eran casos separados, ¿por qué se trataron en la
misma sesión?
Por un problema. La mayoría quiso darle curso desde el principio,
desde que llegó el primer concurso. Pero la oposición nunca
lo quiso tratar. Esto tuvo que ver con cuestiones políticas en
el caso de Guariglia, aunque nunca se dijo explícitamente. La oposición
sí argumentó que, en los casos de otros profesores que habían
concursado antes, los jurados podían no haber sabido que podían
proponer la designación de plenarios.
¿No había un acuerdo entre profesores oficialistas
y opositores para votar los plenarios sólo cuando entre los propuestos
hubiera nombres vinculados a ambos sectores?
El acuerdo era que se iban a revisar los concursos de aquellos profesores
que no habían sido propuestos como plenarios, para analizar si
los jurados sabían que tenían esa opción. Por eso,
la facultad solicitó al Consejo Superior que devolviera los trámites
de los concursos para que los jurados puedan revisar su dictamen. El pedido
está hecho, pero son trámites que no se hacen de un día
para otro. La otra parte del acuerdo era que se iba a asegurar que, en
los próximos concursos, todos los jurados sepan que pueden proponer
plenarios. Ambas cosas se cumplieron.
Frente a lo que pasó, ¿no cree que fue un error no
haber tratado en diferentes sesiones las designaciones de los profesores?
Los trámites van teniendo un procesamiento que tiene que
ver con los trámites mismos. Si hubiera salido el primer concurso
en marzo, hoy no habría problemas.
Usted dijo que el voto contrario al nombramiento de los profesores
fue por razones políticas.
Hubo razones políticas. Fue un modo de proceder donde se
confundió lo político puro y lo académico. Pero la
figura de plenario es puramente académica, porque el nombramiento
proviene de un concurso. Es diferente a la designación de un profesor
consulto, que sí es política.
¿Hay alguna posibilidad de que la situación sea revisada?
El consejo directivo ya no puede hacer nada. Pero el Consejo Superior
puede reconsiderar la resolución y devolverla para su nuevo tratamiento
en el consejo directivo o, directamente, resolverla.
Para el tiempo libre...
(si queda)
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DEBATES
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Por Noe Jitrik, Luis Alberto Romero, Ricardo Piglia *.
Carta abierta por Beatriz
Sarlo
El 30 de julio, la profesora Beatriz Sarlo ganó el concurso
de renovación de su cargo de titular de la materia Literatura
Argentina II, de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA),
ante un prestigioso jurado internacional conformado por los profesores
Raúl Antelo, Hugo Achúgar y Jorge Schwartz. En reconocimiento
a su trayectoria como docente, intelectual y crítica de la
literatura y la cultura, el jurado resolvió renovarle su
cargo como titular de la materia y solicitar su nombramiento como
Profesora Titular Plenaria. Tal nombramiento es el máximo
reconocimiento que la UBA concede a profesores regulares que acreditan
una capacidad sobresaliente en la formación de discípulos
y que son autores de trabajos que constituyen aportes positivos
a la respectiva disciplina. De acuerdo con la reglamentación,
se requieren los dos tercios de los votos del consejo directivo
de la facultad para que la solicitud del nombramiento de un Profesor
Plenario se eleve al Consejo Superior. En su sesión del martes
25 de setiembre, el consejo directivo de Filosofía y Letras
resolvió no elevar la solicitud de nombramiento de la profesora
Sarlo como Profesora Titular Plenaria, contradiciendo así
el dictamen unánime de un jurado que ese mismo consejo directivo
designó. Esta decisión fue el resultado de una votación
en la cual sólo siete consejeros votaron a favor del nombramiento,
mientras que cinco marcaron su abstención y uno votó
en contra (las abstenciones impidieron que el pedido fuera elevado
al Consejo Superior). Los consejeros que votaron a favor fueron
los profesores Marta Souto, Hilda Sábato, Myriam Tarragó,
Rodolfo Bertoncello y Ofelia Manzi; y los graduados José
Fernández Vega y Esteban Speyer. Los responsables de las
abstenciones fueron los profesores Hugo Trinchero y Ana María
Zubieta; los graduados Fabiola Ferro y Graciela Schuster; y el estudiante
Marcelo Pascal; el estudiante Pablo Vommaro fue el único
consejero que votó explícitamente en contra.
Los firmantes queremos alertar sobre la lógica facciosa que
este caso evidencia, una lógica por la cual ningún
tema puede ser tratado en su especificidad académica por
los representantes de los distintos claustros. Mientras que el debate
político, cultural e ideológico es una de las prácticas
fundamentales de la vida académica, este caso revela que
la ausencia de ese debate se traduce en una toma de decisiones burocráticoacadémicas
de carácter discriminatorio. Si no puede lograrse consenso
para aprobar una resolución de un jurado intachable respecto
de una profesora de méritos indiscutibles como Beatriz Sarlo,
¿qué cabe esperar en relación con cualquiera
de los otros temas dirimidos por el consejo directivo? Manifestamos,
pues, nuestro más enérgico rechazo a la resolución
del consejo directivo, porque la profesora Sarlo cumple indiscutiblemente
las condiciones estipuladas por el estatuto universitario: una sostenida
labor docente frente a los miles de estudiantes y graduados que
asistieron a sus clases, una contribución insoslayable a
la investigación científica y cultural, la formación
académica de decenas de investigadores, una trayectoria intelectual
que le ha valido el reconocimiento de prestigiosos centros nacionales
e internacionales.
* También firman Ana María Barrenechea, Dora
Barrancos, Sylvia Saitta y Jorge Dotti, entre otros 780 docentes,
investigadores y estudiantes.
Por Marcelo Pascal *.
Una maniobra
de la mayoría
En la sesión del 25 de setiembre del consejo directivo
de la Facultad de Filosofía y Letras, la mayoría del
claustro de profesores llevó a cabo una maniobra que afecta
el prestigio de la facultad y a muchos de sus miembros.
Estos profesores impulsaron el tratamiento de los dictámenes
de tres concursos en los que el jurado aprobaba la continuidad como
profesores titulares de Osvaldo Guariglia, Edith Litwin y Beatriz
Sarlo, recomendando además su designación como Profesores
Plenarios.
Los dictámenes constaban de dos artículos que requerían
distinto tipo de votaciones: el 1º, que era la designación
como profesor titular, requería de mayoría simple
(nueve votos); el 2º, que era la designación como Profesor
Plenario, requería mayoría especial (once votos.)
Sin embargo, se pretendió obligar a votar los dictámenes
en forma completa y no artículo por artículo, que
era lo que correspondía. Nosotros señalamos reiteradamente
el carácter antirreglamentario de la votación. En
ningún órgano colegiado más o menos decente
se pueden votar en un mismo acto dos designaciones que requieren
diferente cantidad de votos para ser aprobadas.
Esa maniobra tenía como fin obligar a los consejeros directivos
a votar afirmativamente a riesgo de dejar sin el cargo de profesor
titular a los mencionados profesores. En realidad, el objetivo era
poner contra la espada y la pared a los consejeros en relación
con la votación de la designación del profesor Guariglia
que, vale recordarlo, es duramente cuestionado en la facultad
por su soberbia y autoritarismo y por ser autor de un artículo
que muchos interpretan legitima el Punto Final y la Obediencia Debida.
Esta maniobra de la mayoría de profesores puso en un mismo
paquete a las profesoras Sarlo y Litwin, junto con Guariglia,
para tratar de lograr la aprobación de este último.
Pese a que logramos que el decano solicitara un cuarto intermedio
para realizar una nueva redacción de la resolución
a votar, luego del mismo la mayoría de profesores (de la
que Guariglia es el jefe) y la minoría de graduados
insistieron con la postura inicial. Después de la votación
se lanzó una campaña de difamación sobre quienes
simplemente rechazamos un funcionamiento antirreglamentario. Para
legitimarla, hicieron énfasis en la votación referida
a Beatriz Sarlo, aprovechándose de su prestigio académico.
Queremos dejar en claro nuestra posición: estamos a favor
de la designación de Sarlo y Litwin como Profesoras Plenarias
hubiéramos querido que nos dejaran votar reglamentariamente
sus designaciones y manifestamos nuestra intención
de votar en contra en el caso de la designación como Profesor
Plenario de Osvaldo Guariglia. Parece que, para algunos respetables
académicos, los reglamentos sólo se imponen
a los alumnos. Para los amigos léase Guariglia,
se hacen redacciones especiales.
Nuestro único error fue haber votado afirmativamente la designación
de la profesora Litwin porque habíamos anunciado nuestro
compromiso en ese sentido y, ante la duda, en ese caso decidimos
honrar nuestra palabra. No nos cabe la menor duda de que las profesoras
Sarlo y Litwin reúnen los méritos académicos
necesarios para ser designadas Profesoras Plenarias pero, insistimos,
esto debe ser hecho reglamentariamente.
* Consejero directivo (MNR).
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