Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


POLICIAS Y FUNCIONARIOS JUDICIALES, IMPLICADOS EN EL CASO DE UN CRIMEN
Sorpresas en la noche marplatense

Dos policías están a punto de ser detenidos por el crimen de una prostituta, un hecho relacionado con el narcotráfico. El vínculo de un cabaret con la Fiscalía Federal y un tribunal.

La teoría del “loco de la ruta” dedicado a matar prostitutas
en Mar del Plata se desvanece.

Por Cristian Alarcón

Verónica Chávez, la morocha pulposa que caminaba de tacos las calles de La Perla, en Mar del Plata, hasta enero del ‘98, no desapareció en manos del supuesto “loco de la ruta”. Habría muerto en manos de una red de prostitución y narcotráfico en la que aparecen vinculados policías y funcionarios de la justicia federal de la ciudad. La investigación por “averiguación de paradero” de Chávez, una de las 22 supuestas víctimas del loco, acaba de cambiar de carátula: ahora es “privación ilegal de la libertad con homicidio resultante”. El juez Pedro Hooft, y un cuerpo especial de Gendarmería y la Policía Judicial de la Procuración General bonaerense allanaron esta semana un cabaret que funcionaba camuflado en el corazón de La Perla y la casa de su dueña, de donde secuestraron “material importante”, según el magistrado confirmó a Página/12. Esas nuevas pruebas encajarían con los cruces de llamados telefónicos de los últimos cinco meses de los que surgen comunicaciones cotidianas entre el cabaret, la Fiscalía Federal, el Tribunal Oral Federal 1, los domicilios particulares de sus titulares, y una remisería “que trabajaba para la organización”. Por el supuesto homicidio de Chávez serían detenidos dos policías que aquel verano patrullaban las calles en la zona de las desapariciones.
Fue el caso de Verónica Chávez el que mayor cantidad de indicios proveyó a la Justicia desde que en 1996 comenzaron a aparecer cadáveres de prostitutas descuartizadas en la ruta marplatense y a desaparecer mujeres que trabajaban en la clásica zona de La Perla. Verónica era una chica de 25 años, madre de dos niños, y embarazada pero aún sin panza, cuando la noche del 14 la vieron por última vez parada en una esquina.
Hacía apenas dos semanas que un arrebatador le había robado la agenda en la que obsesivamente llevaba los nombres de clientes y circunstanciales amigos. Verónica denunció esa pérdida y en la Comisaría 1ª, donde conocía bien a varios oficiales, le aseguraron que sabían quién había sido y que ya se la recuperarían, según su familia ha contado a la Justicia. Claro que eso no ocurrió, pero en la casa de la chica apareció una libreta con sugerente información. Allí anotaba nombre y apellido, a veces la profesión o el cargo del personaje, el año (97-98, por ejemplo), el modelo de auto, la patente, y finalmente dirección y teléfono. El dato que más sorprendió, y que ya fue noticia, fue el nombre del fiscal federal Marcelo García Berro. En su momento, el hombre declaró. Primero dijo que la conocía casualmente. Después reconoció que había tomado sus servicios sexuales. Ella había llamado por lo menos 20 veces a su celular.
Pero si bien el revuelo que en Mar del Plata suscitó la vinculación del funcionario a cargo de investigar todos los casos de tráfico de drogas en la ciudad con un posible crimen fue inédito, esa pista quedó temporariamente archivada. Desde el año pasado, la investigación recobró impulso. El juez Hooft ordenó una serie de cruces de llamados y puso atención a un local semiescondido, propiedad de una mujer conocida en el ambiente prostibulario marplatense. Hacia febrero, desencantado con la actuación de la Policía Bonaerense, solicitó la intervención de un cuerpo de la policía judicial, que depende directamente del procurador general Matías de la Cruz. “Desde entonces, rastreando los datos que habían sido desechados antes, se determinó que casi la totalidad de las prostitutas muertas o desaparecidas en algún momento pasaron por esa agencia encubierta”, le dijo a Página/12 una fuente de la policía judicial.
Ha sido justamente De la Cruz, quien en diferentes entrevistas a mediados de este año afirmó que el “loco de la ruta” no existe, y que en realidad se trata de una red de narcotráfico y prostitución. Junto a esas declaraciones es dable medir el valor de las pruebas que se sumaron esta semana al expediente de Hooft. No solo lo secuestrado en el local de la calle Salta, en La Perla, y en la casa de la madama, en Valencia y Ruta 2; sino los cruces telefónicos, parecidos a los que se hicieron con el caso Yabrán: “Lo llamativo es que más allá de que la mayoría de las víctimas pasaron por ahí, los estudios indican una enorme cantidad decomunicaciones que provienen del Tribunal Federal 1 –a cargo de Roberto Falcone– y de la Fiscalía Federal –de García Berro–. No solamente de ésas hacia el lugar, sino desde el cabaret hacia esas oficinas, hacia una agencia de remises y hacia los propios domicilios de los funcionarios”.
Pero más allá de la sospechas sobre los hombres del fuero dedicado a investigar el narcotráfico –Falcone defendió en su momento a García Berro con la frase “¿Quién no anduvo alguna vez de putas?”–, la situación más comprometida es la de los dos policías bonaerenses que tenían, según los testimonios, relación con Verónica Chávez. Ellos son quien en el ‘98 revistaba como el Jefe de la Patrulla de Calle de la comisaría 1ra, Alberto Lobo Iturburu, y uno de los miembros de la Brigada de Investigaciones, “El Negro” Ayala. Ambos fueron trasladados cuando sus nombres aparecieron en la causa a comisarías del Gran Buenos Aires. Iturburu solía ir a buscar a Verónica a su casa, como un amigo íntimo. Ninguno de los dos pasará tranquilo este fin de semana.

 

La conexión narco

No sólo que los allanamientos al “puticlub” y la casa de la madama marplatense fueron ordenados a personal de la Gendarmería Nacional, sino que además los acompañaron especialistas en toxicología. Lo que aún no trascendió –el silencio de Hooft en torno a la investigación es severo– es si en los allanamientos además surgieron indicios sobre el narcotráfico, que sería el telón de fondo de los crímenes de Mar del Plata. Aunque en la causa, y según algunos investigadores, está claro que las mujeres explotadas sexualmente además suelen ser utilizadas para la venta de cocaína, como “tranzas” o “punteras”, según la jerga. En la causa por la desaparición de Silvana Caravallo, en octubre del 97, una prostituta de La Perla declaró y ratificó en un careo con un policía, que el uniformado le dijo, para explicar el destino de Caravallo: “Entregó mal hecho un laburo”. “Un laburo de qué”, preguntó ella. “Un laburo de falopa”.

 

UN CHICO QUEDO HERIDO EN UN ROBO
Con 9 años, a los balazos

Si de precocidad se trata, el chico que fue noticia ayer superó todas las previsiones: un niño de nueve años, junto a un joven de 18, trató de asaltar a los balazos a un policía en cercanías de Fuerte Apache, en Ciudadela Norte. El adolescente murió al enfrentarse a tiros con el agente, en tanto el chico y el sargento resultaron heridos.
Era media mañana de ayer cuando los chicos se acercaron al policía que salía de un almacén y le exigieron que entregara el auto. Antes de que éste respondiera, el mayor le disparó un balazo en el pecho y recibió a su vez dos tiros que lo hirieron de muerte.
El menor de 9 años recibió un tiro en la pierna derecha, con orificio de entrada y de salida, y quedó internado en el hospital Ramón Carrillo, bajo custodia policial. El sargento Walter Arvizu cumplía un servicio adicional en una empresa de productos lácteos cuando fue atacado por los menores, y se encuentra fuera de peligro.
La causa –que fue caratulada como “intento de robo, lesiones y homicidio”– es investigada por la Comisaría 6ª de Tres de Febrero y quedó a cargo del fiscal Marcelo Cegarra, de la fiscalía 7 del Departamento Judicial de San Martín.
Los casos de niños que cometen delitos se repitieron en los últimos meses. El 4 de mayo dos chicos de 12 y 13 años fueron detenidos en Núñez, después de intentar robar un auto a mano armada.

 

PRINCIPAL